Profesores se concentran contra las agresiones. Rosa García

«Mi alumno cogió el extintor y pensé que me iba a matar»

Una profesora narra la paliza que le propinaron y la Conselleria de Educación anuncia un protocolo antiagresiones

Martes, 26 de marzo 2024, 23:49

Acuden al trabajo con temor. Muchos docentes tienen que convivir diariamente con alumnos conflictivos. Sin saber cuándo van a ser víctimas de una nueva agresión. Sandra es profesora de una FP Básica. La mujer llegó a pensar que su vida terminaría en la misma aula ... en la que impartía clases.

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Un día cuando llegó a impartir la lección, vio que uno de sus alumnos estaba amenazando al resto de los alumnos con las herramientas que tenían en el taller. Sandra fue a llamar al jefe de estudios para pedir ayuda, pero en cuanto el adolescente advirtió de su presencia la agarró por el pelo.

«Me tiró al suelo y me empezó a dar patadas por todo el cuerpo. También me arrancó varios mechones de pelo y me dejó calvas», lamenta la mujer, todavía conmocionada. Dos compañeros suyos intentaron separarlos, pero el agresor tenía «una fuerza increíble» y les costó mucho conseguir que dejara de pegar a la profesora. Los docentes que intervinieron también recibieron golpes por tratar de ayudar a Sandra.

Cuando consiguieron que la soltara, el adolescente no se calmó. Más bien, todo lo contrario. «Mi alumno cogió el extintor y pensé que me iba a matar», confiesa Sandra. Por suerte, el resto de profesores que estaban interviniendo lograron quitárselo antes de que tuvieran que lamentar daños más graves.

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Sandra se fue a Urgencias y le hicieron un parte de lesiones. Cuando llevaron al agresor al despacho del jefe de estudios tampoco pudo contener su rabia y comenzó a destrozar todas las cosas que había en la habitación. «Me sentí muy poco apoyada por la Conselleria de Educación. Tuve que buscarme yo un abogado y al final logramos que le pusieran una orden de alejamiento del centro», revela Sandra.

Después de que se produjeran los hechos, descubrieron que el alumno padecía una enfermedad mental y que se encontraba viviendo en un centro de menores por sus problemas de agresividad. Ante las constantes demandas de los docentes, que se sienten desprotegidos en este tipo de situaciones, la Conselleria ha anunciado que están ultimando un protocolo contra las agresiones que también incorporará formación en materia de salud mental.

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El conseller José Antonio Rovira ha asegurado que están trabajando en un plan integral que incluya la prevención, el seguimiento y el acompañamiento en los casos de agresión al personal docente de los centros educativos. Decenas de profesionales se han concentrado a las puertas de la Conselleria de Educación para reclamar soluciones efectivas y garantizar la seguridad de los docentes.

Los sindicatos STEPV y UGT han organizado la convocatoria para pedir a la administración que los ayuden en los casos de acoso a docentes. Además, solicitan que se incorpore en los centros la figura de educadores sociales y psicólogos que les ayuden a abordar esta problemática y trabajen con los alumnos problemáticos para conseguir que no se llegue a situaciones extremas. Según el plan que ha anunciado el conseller José Antonio Rovira, a partir del curso que viene los centros cada área de salud contará con un psicólogo clínico que atenderá a los centros educativos.

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Pedro (nombre ficticio para no revelar su identidad) es profesor de un instituto de un pueblo cercano a Valencia. Él también se ha visto envuelto en situaciones desgarradoras. En una ocasión, se topó con un alumno de 16 años que iba por el pasillo empujando a todo el mundo. El adolescente también le propinó un empujón a él. Cuando le reclamó por su conducta, el alumno se le encaró frente a frente. «Pensé que me iba a pegar y no sabemos cómo defendernos en estas situaciones cuando además el alumno es un menor de edad», cuenta Pedro. Fueron los amigos del agresor los que lo separaron y consiguieron tranquilizarlo.

«Nos toca ser psicólogos, padres, amigos... y ya, si da tiempo, profesores», lamenta el docente. A lo largo de su trayectoria profesional se ha dado cuenta de que cada vez más los padres delegan la labor educativa a los docentes en lugar de enseñarles en casa las normas básicas de convivencia. Además, considera que no tienen soluciones efectivas que aplicar en casos en los que los adolescentes muestren una mala conducta: «Si no los expulsas sienten impunidad». Pero muchas veces, el castigo tampoco hace que mejoren su comportamiento.

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El mismo alumno que lo empujó también se encaró a otro docente del centro. En este caso, el profesor estuvo a punto de caerse por las escaleras. La mujer de Pedro también es profesora. Ella también sabe lo que es ir a su puesto de trabajo con miedo. «Las mujeres lo pasan peor en mi opinión. Tienen que aguantar silbidos y palabras subidas de tono que en cualquier otro trabajo se consideraría como acoso sexual pero en este caso no se puede hacer nada porque son menores de edad», cuenta el docente.

A su mujer le pintaron el coche con insultos. Dañaron su vehículo. También la apartaron de un manotazo unos alumnos que se encontraban en una pelea. El miedo y la impotencia son dos sentimientos con los que tienen que lidiar los profesores a diario.

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