![Los antiguos quioscos de Valencia: renovarse o morir](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/04/05/WhatsApp%20Image%202024-04-05%20at%2009.01.28-RmZaAq2XXeBiNMv7vBHKHON-1200x840@Las%20Provincias.jpeg)
![Los antiguos quioscos de Valencia: renovarse o morir](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/04/05/WhatsApp%20Image%202024-04-05%20at%2009.01.28-RmZaAq2XXeBiNMv7vBHKHON-1200x840@Las%20Provincias.jpeg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Una foto antigua atestigua la imagen de aquel quiosco que despachaba bebidas y alimentos en la céntrica plaza del doctor Collado, a espaldas de la Lonja. Una venerable caseta, levantada según el código de la arquitectura finisecular, que recuerda aquella Valencia de tranvías y ... ritmo lento que aún no había descubierto el turismo ni otras conquistas recientes de nuestra civilización. Un quiosco más de cuantos se repartían entonces por la ciudad, que pasados los años protagonizaron su propia transformación. Algunos fueron desapareciendo. Otros, como el ubicado en la plaza del Doctor Collado, se reinventaron con éxito, una reconversión que prueba que todavía tiene cierto sentido el tipo de servicio que ofrecen y que hace más inexplicable que, por el contrario, otros de sus hermanos hayan pasado a mejor vida. O se encuentren moribundos.
Lo puede corroborar por ejemplo quien pasee su mirada por otro céntrico enclave valenciano, el Parterre. En una esquina, frente al Palacio de Justicia, se aloja uno de estos quioscos, clausurado hace una década, más o menos. Apenas unos metros más allá, otro de sus pares, el Kiosko de La Paz, ofrece por el contrario la imagen opuesta: bullicio matinal, entrada y salida frecuente de clientela, la terraza repleta de parroquianos... Sus responsables, que defienden ese negocio gracias a una concesión municipal, aseguran que aunque la caja registradora no los va a convertir en millonarios, sí les permite ganarse bien la vida. Y cuando se les pregunta sobre el otro quiosco, cuyo certificado de defunción se expidió hace una década, se encogen de hombros. Sólo apuntan que el abastecedor original se lo cedió un día a su hijo, que se hizo cargo del local y llegó incluso a vender pan en sus últimos días, antes de cerrar la persiana.
Es uno más de los casos con que cualquier paseante puede tropezarse durante una caminata por Valencia. Hay otros quioscos en un estado de postración semejante, frente al dinámico aspecto que por el contrario distingue a los que permanecen activos o se han adaptado a las exigencias de estos nuevos tiempos y los renovados hábitos de consumo. Ocurre por ejemplo con el situado ante la Casa del Reloj, que perteneció a la estirpe del alojado antaño en la plaza del Doctor Collado y que, como él, se ha sometido a una pulcra cirugía estética y ahora ejerce como una cafetería más al uso, una de tantas repartidas por Valencia.
Pero hay otros que se sitúan en el mismo linaje que el abandonado quiosco del Parterre, tomado por las pintadas, decorado por las inevitables deposiciones caninas y cercado por una exigua tropa de palomas y un par de mendigos. Es una estampa que desmiente los años de auge, que recuerda la pareja que desde el aledaño quiosco (de prensa) ha visto pasar la vida bajo el monumental ficus que hace frontera con este otro arrumbado puesto de bebidas ya difunto. «Antes había mucha actividad por aquí», explican los quiosqueros, en alusión a los días de intenso dinamismo que procuraba el próximo Palacio de Justicia, perdido desde la apertura de la Ciudad de la Justicia en el año 2003. Los veteranos del periodismo de tribunales confirman esa impresión, porque todavía recuerdan interminables sesiones de juicios (la vista del caso Alcàsser, por ejemplo), durante las cuales aquel puesto de comidas y refrescos garantizaba la adecuada munición para aguantar sin desfallecer.
Es una clase de memoria que pueden hacer suya quienes frecuentaron otros negocios semejantes: es el caso del quiosco situado junto a Mestalla, también clausurado hace tiempo. Una ruina que languidece a la espera de que alguna mano municipal se apiade de su esqueleto y lo retire de la circulación, para que deje de afear el paisaje circundante. Un quiosco que también conoció mejores días: los adictos al rastro que se ubicaba en su jurisdicción hasta que el Ayuntamiento lo trasladó al entorno de Tarongers no olvidan que el local servía para el refrigerio furtivo, un bocado y un trago rápido entre compra y compra del botín propio del coleccionismo local. Era además un punto estratégico para otra actividad que ha declinado: por sus alrededores se practicaba el circuito cerrado obligatorio para sacarse el carné de conducir, de modo que entre cambios de marcha, frenazos y acelerones, servía para que los conductores neófitos y sus adiestradores comentaran la jugada. Hoy, ese quiosco, como el del Parterre y algún otro miembro de esa cofradía, ofrece una sensación de abandono que algo tiene de injustificada. ¿Por qué el Ayuntamiento no los liquida y abrillanta con su desaparición el espacio que ocupan? Responde José Marí, concejal responsable del área de Patrimonio, quien anuncia la puesta en marcha de un inventario municipal que catalogará todos estas huellas de un pasado más o menos reciente y desvela que, en paralelo, otra actuación impulsada desde Parques y Jardines se propone demoler el del Parterre.
Esta intervención, que según Marí obedece a la necesidad de resolver un espacio afectado no sólo por el abandono del quiosco sino por los daños causados en el vallado tras la caída hace año y medio de una voluminosa rama del ficus próximo, se acometerá con el cuidado que merece todo el Parterre, muy protegido por su condición de Bien de Interés Cultural (BIC). El resto de miembros de esa cofradía, como el de Mestalla o la pareja que aún sobrevive por la Alameda, se someterán al dictamen resultante de esa catalogación: «Los que se puedan usar se sacarán a concesión y los inservibles se derribarán».
José Marí
Concejal de Patrimonio
Pero hay más preguntas en el aire. La principal, ¿por qué unos quioscos fallecen y otros siguen en pie, triunfantes? ¿De dónde nace por ejemplo el éxito de La Pérgola, el encantador templo de la gastronomía valenciana más popular, ante el cual se forman cada mañana filas y más filas de feligreses adictos a su oferta culinaria? La respuesta a ese enigma es insondable. Tiene que ver con los modernos usos de consumo, de raíz misteriosa. Pero así como este quiosco de la Alameda o el situado en el arranque de la calle de la Paz demuestran que quien resiste suele ganar, hay otros que han corrido peor suerte. Es el caso de otro muy caro a la memoria valenciana, a los días en que el campus universitario se alojaba en el entorno de la avenida Blasco Ibáñez y un trajín de estudiantes y profesores salía de las aulas para solazarse en los locales cercanos, destino de sus desayunos y almuerzos. Era el favorito para toda una generación de valencianos, que presenta un estado deprimente: es el antiguo quiosco de la Facultad de Medicina, que luce con algún orgullo esa denominación en un letrero que habla de los buenos tiempos perdidos, al que Martí augura un futuro más bien sombrío: «No tiene ni conexión de luz y tampoco agua». «Es uno de todos esos quioscos absolutamente inservibles», asegura.
En efecto, alrededor del arrumbado Kiosko Facultades, que tal es su nombre, sólo habita el olvido. Una circunstancia curiosa, porque aunque el campus se haya mudado lejos, anida en su entorno un cierto bullicio. El Clínico garantiza la presencia constante de potenciales clientes, así como las facultades aún enclavadas a su alrededor. Hay quien piensa que, situado como está en el ombligo del espacioso bulevar, rodeado de jardines y arbolados, encarna la sede ideal para una terraza... pero la ciudad tiene al respecto sus propias ideas desde que dio la espalda a la mayoría de estos quioscos, condenados a tomar una decisión sobre su futuro según la célebre frase hecha: renovarse o morir.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.