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VICENTE LLADRÓ
VALENCIA.
Sábado, 7 de diciembre 2019, 00:43
La verdad es que sus facciones y sus ojos azules le delatan, pero no caímos en la cuenta hasta que Rafael nos dijo su apellido, Estevens, y le preguntamos por esa rara terminación 'ns'. «Es que es apellido de origen inglés, porque mi abuelo paterno nació en Londres», nos sorprende. Y a continuación, el veterano arrocero de El Palmar, nos cuenta la historia de sus raíces inglesas.
El abuelo «se ve que llegó a este mundo de 'estraperlo', como se decía antiguamente; o sea, que debió de ser hijo de madre soltera, cosa que en aquel tiempo estaba socialmente mal considerado; y al parecer era de buena familia inglesa, bien situada; de manera que a través de las relaciones de amistad, el chico acabó siendo acogido por el barón de Cárcer, don Joaquín Manglano, que fue alcalde de Valencia, quien lo trajo y lo confió a una familia de Castellar, donde creció y fue educado».
El abuelo inglés de Castellar vio como destino más lógico las faenas del campo, que le quedaban a mano, y el barón de Cárcer determinó «que se empleara en la finca 'La Baldovina'».
Rafael vive en El Palmar, que queda a menos de dos kilómetros, y se ha acercado a su campo de arroz, en esta mañana festiva, y aún nublada, del día de la Constitución, para vigilar de cerca el proceso de inundación, la popular 'perellonà' que puntualmente realizan todos los arroceros de la Albufera en otoño, hasta quedar definido de nuevo el extenso 'lluent' que alcanza prácticamente toda la superficie que antiguamente tuvo el lago.
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Estamos junto al motor del 'tancat del Camp de la Barraca', una instalación que, como tantas otras junto a la Albufera, se ocupa, durante la época de cultivo de arroz (de mayo a septiembre), de bombear el agua desde las parcelas bajas a los canales de desagüe, para que el nivel del agua no ahogue las plantas de arroz. Ahora sigue el proceso contrario, se inundan de nuevo los campos hasta la primavera, y los motores de bombeo están parados, pero hay que tener cuidado de hacerlo poco a poco. Rafael explica que «si hubiera dejado entrar el agua con fuerza, la paja se me hubiera ido toda al final, y sería un desastre, o habría embozado alguna acequia y sería peor, pero si la gobierno y entra lentamente, se inunda todo con tranquilidad y los restos que quedan en el fondo se van pudriendo».
El agua le llega por la 'Sèquia Dreta', aunque estamos junto al 'Canal de Dalt', que va hacia 'La Baldovina', cuya majestuosa casa, con grandes graneros, se ve al fondo, por el camino de 'Jesuset de L'Hort'.
'La Baldovina' debe su nombre al apellido de su dueña, «doña María Baldoví, que era de Sueca y estaba casada con el barón de Cárcer; la finca era suya». Allí «tuvo el abuelo siete hijos», indica Rafael, para añadir en tono pícaro: «es que entonces no había tele». Casi toda la familia siguió de un modo u otro alrededor de 'La Baldovina', y de hecho, un sobrino suyo sigue trabajando en la finca, hoy con otros propietarios y muy modernizada. Y el mismo Rafael tiene su arrozal cerca, y otro campo con naranjos que arrancó y arrendó, «porque mis hijos cogieron otros trabajos y no quieren saber de una agricultura cada vez más empobrecida».
Rafael Estevens confiesa que a sus 81 años se encuentra muy bien, «y más desde que fui a Benidorm con mi mujer, que hacía años que no íbamos de vacaciones, y comencé a hacer gimnasia; a los tres días ya tocaba con los dedos en el suelo».
Mira el agua de la acequia y destaca «lo limpia que viene, cristalina, como hacía mucho tiempo que no veía; lo que ha llovido ha sido una bendición».
Noticias de la Albufera
Juan Sanchis
VICENTE LLADRÓ
Juan Sanchis
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