Coches y camiones circulan en una congestión de la V-21 Manuel Molines

De atasco en atasco en los accesos a Valencia

LAS PROVINCIAS recorre los accesos a Valencia: viajes a 16 km/h, parones y casi una veintena de embotellamientos

vanessa hernández

Valencia

Lunes, 18 de febrero 2019, 14:10

Carreteras que se convierten en ratoneras de vehículos, conductores nerviosos al volante, paneles que avisan de accidentes u obras, estrés... Centenares de usuarios experimentan a diario este caos circulatorio. La pasada semana (de miércoles a viernes), hasta 16 atascos en las principales vías de acceso a Valencia. LAS PROVINCIAS las recorre para comprobarlo. Más de cuatro horas y 250 kilómetros de viaje en ambos sentidos de circulación, repartidos entre autovías como la V-21, la V-31 o la CV-35. Comienzan tres días de pesadilla al volante.

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13 de febrero

V-31: Hora Punta

17:30 horas. Accedemos a la V-31 desde Ausiàs March. Es hora punta. Los trabajadores de los polígonos industriales están a punto de regresar a Valencia por la Pista de Silla. De camino a la metrópoli, el tráfico se hace más intenso a la altura de Beniparrell. Primeros parones. Primeras caras serias. El embotellamiento pierde fuelle al llegar a Catarroja. Pero nadie evita más de 15 minutos para recorrer los cinco kilómetros de atasco. «Es hora punta, los trabajadores de los polígonos finalizan ahora su labor», destaca Teresa, empleada de una de las naves próximas a la autovía. «A veces prefiero quitarme una hora para comer y salir a las cinco de la tarde para no encontrarme con la retención», añade resignada.

«A veces hago jornada intensiva para no salir en plena hora punta desde Silla»

14 de febrero

V-21: A 16 km/h

8:00 horas. Autovía V-21. Al volante centenares de conductores se dirigen a Valencia por el acceso norte. A la altura de El Puig, el tránsito es apacible. La trampa empieza a la vuelta de la esquina. Llegando a la localidad de Massalfasar, la velocidad empieza a ralentizarse. De repente, los tres carriles que conforman la calzada no son suficientes. Atrapados por la fulminante aglomeración de coches. El panel informativo advierte que el carril central se encuentra cerrado por un accidente de tráfico. Demasiado tarde. La gente se pone nerviosa e impaciente. Media hora para recorrer ocho kilómetros. A una desesperante media de 16 km/h. «Yo entro a las 9 a trabajar, pero intento salir de casa una hora y media antes para llegar con tiempo», destacó Adrián, vecino de Puçol. Este trabajador recorre todos los días la autovía V-21 de acceso a Valencia. Sabe que no puede dejar nada al azar, que a las típicas retenciones de las horas punta del día se le pueden sumar los percances fortuitos ocasionados por alguna colisión entre vehículos. Su tiempo muere entre el asfalto. A partir de Port Saplaya crecen los problemas: a la derecha, vehículos que esperan de forma incesante acceder a la V-21; a la izquierda, trabajos de asfaltado que reducen el espacio; de frente, la ratonera. Ya no hay tres carriles, sino dos. Obras. «Sólo espero que los trabajos finalicen antes de verano, porque esto podría ser un caos», añade Adrián. Más a sumar en la cuenta de los embotellamientos: 5 kilómetros de retención, junto a los cuatro que se generaron el miércoles en Alboraya.

«Cuando se juntan las obras de la calzada y un accidente, estás perdido»

15 de febrero

CV-35: Diez retenciones

LAS PROVINCIAS abandona Valencia por la CV-35. Son la 7:30 horas y el tráfico que accede a la ciudad por la Pista de Ademuz es fluido, aunque algo lento en algunos tramos, a la altura de Burjassot. Al rebasar el Hospital IMED empieza una congestión paulatina que cada vez va a más. Cláxones. Caras resignadas. El atasco toca su punto álgido en la salida CV-365, en Paterna. Tras más de dos kilómetros de retención llegamos llega a la rotonda de acceso al Polígono Fuente del Jarro. Una de las auténticas 'zonas cero' en lo que a follones varios se refiere. Cerca de esta glorieta -conocida como Asepeyo-, en la calle Benimar, vive Dani, un joven que todos los días atraviesa los cerca de 10 kilómetros que lo separa de la capital. Se conoce al dedillo los atascos. Hay más en sentido Castellón que cuando te diriges a Valencia. Es su moraleja. Sin embargo, recuerda que un día de caos, en el que se juntaron varios factores -circulación, obras, accidentes- tocó techo: estuvo parado casi una hora de reloj. «A veces es cuestión de suerte. Cuando se juntan las obras de la calzada y un accidente, estás perdido. Yo siempre intento salir con mucha antelación», apunta el residente en Paterna. No fue esta la única retención en 72 horas en este tramo. Tanto a la altura de Burjassot como en un punto de la N-220 se vivieron parones de 2 kilómetros. En total, contando los tres días al volante, diez retenciones tuvieron lugar a lo largo de la CV-35. El miércoles se registraron 5 kilómetros de atascos en sentido Valencia, a la altura de San Antonio de Benagéber. Ese mismo día, otros dos kilómetros de circulación congestionada en Burjassot, otra vez en el acceso a la ciudad. Ni el día de San Valentín fue una excepción en los atascos que se generaron en las entradas a Valencia. No hay paz para los conductores.

Los proyectos de mejora, pendientes desde 2009

Tanto la V-30 como el by-pass tienen pendiente unos proyectos de ampliación que se presentaron inicialmente en 2009 y se olvidaron en un cajón hasta 2014 (by-pass) y 2016 (V-30), cuando se reactivaron. Las dos propuestas del Ministerio de Fomento cuentan con el rechazo de los municipios afectados (en la V-30 incluso de la Conselleria de Obras Públicas), lo que ha provocado que los avances sean muy lentos. De hechos, en ambos casos, los fallidos Presupuestos del Estado de 2019 apenas contemplaban 100.000 euros para su desarrollo. El tercer carril de la V-21 también generó protestas pero las obras empezaron en octubre de 2018. Eso sí, van al ralentí por el elevado precio de las expropiaciones (más de siete millones) y por la decisión del ministerio de revisar el proyecto para reducir la afección sobre la huerta.

Los camioneros piden «más vigilancia y aparcamientos»

Tras diez días fuera de casa, Emilio, transportista desde hace 20 años, se mostró contrariado al preguntarle por la ampliación del by-pass de Valencia, la vía que rodea la capital por el oeste. «Mis compañeros y yo no entendemos esta actuación, para nada es necesaria», destaca Emilio, a pesar de los atascos y mientras exhibe una colección de monedas antiguas. Según el transportista, el sector reclama zonas de aparcamiento y más vigilancia en las áreas de servicio y en las autopistas de peaje. «Yo cuando me paro a descansar, no me separo de mi camión por si me roban la mercancía».

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