Tráfico denso en los accesos al puente Nou d’Octubre, la avenida del Cid de entrada y Archiduque Carlos de Salida. Tráfico denso en la CV-30 de entrada, el Camino de Moncada, Peset Aleixandre, Ronda Norte, V21 y Antonio Ferrandis de salida y Pío XII, Fernando el Católico, Peris y Valero y Ausiàs March». Los avisos matinales del Centro de Gestión de Tráfico del Ayuntamiento de Valencia, como estos del viernes de la semana pasada entre las 8 y las 9 horas, suponen un recorrido por las calles de Valencia que más atascos sufren. Los embotellamientos, que no dejan de crecer en Valencia merced de la reducción de la circulación por el centro y el aumento de los coches que entran a la ciudad, suponen 26 horas al año perdidas, según la empresa norteamericana INRIX. Pero además tienen otros costes.
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El constante aumento de coches que entran a la ciudad (de hasta le 6% en algunas entradas según los últimos datos ofrecidos por el Ayuntamiento de Valencia) suponen un coste para las empresas de casi 50 millones de euros y posibles afecciones mecánicas para los coches atascados que dependen de lo mucho o poco que arranquen. También suponen un aumento de los accidentes, que en la avenida del Cid han crecido más de un 11% desde el desmontaje de las pasarelas, y de la contaminación, que en algunas estaciones de control de calidad del aire como la de la Pista de Silla se ha disparado.
Mientras, desde el Consistorio insisten en que cuanto más difícil sea circular en Valencia menos coches entrarán. También consideran importante la Autoridad Metropolitana del Transporte, paralizada hasta que el Gobierno nacional no inyecte los 38 millones del contrato programa que en las oficinas de Tabacalera esperan como agua de mayo presupuesto tras presupuesto. Pero mientras esas cuestiones no se pongan en marcha, los coches que entran a la ciudad son los mismos días tras día y el cambio en las circunstancias de las vías, como en la avenida del Cid, provoca nuevos accidentes.
Si el tráfico aumenta en las rondas perimetrales de la ciudad mientras disminuye en la interior, está por ver qué pasará en vías como Peset Aleixandre, Primado Reig o las grandes vías, donde la concejalía que dirige Giuseppe Grezzi tiene previsto este año crear nuevos carriles bici. Si el tráfico sale expulsado de esas rondas, ¿a dónde irá? Previsiblemente a otras calles que sufrirán atascos importantes como los que diariamente registra la ciudad en prácticamente todas sus calles importantes.
Esta circunstancia, además, tiene una consecuencia totalmente indeseada para el tripartito «verde»: el aumento de la contaminación. Los expertos en funcionamiento de los automóviles explican que un coche detenido contamina más que uno en marcha porque el motor no alcanza la temperatura suficiente para quemar las partículas contaminantes y los gases que emite ensucian más. El estudio de las estaciones de medición del aire en puntos como la Pista de Silla, Tarongers o los alrededores de la avenida del Cid así lo demuestran.
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Y los más afectados, los de siempre: los vecinos. Enfadados y hartos de la situación en cientos de calles de toda la ciudad, en varios barrios se plantean pedir reuniones al Ayuntamiento para trasladar el problema.
Los atascos conllevan un imparable aumento de los accidentes de tráfico. En la avenida del Cid, desde el desmontaje de las pasarelas, han subido los accidentes graves un 11%. Juan Carlos Muñoz, presidente de la Asociación Valenciana de Autoescuelas, explica que en los embotellamientos los accidentes más comunes son los alcances, provocados, normalmente, por no mantener la distancia de seguridad adecuada con el vehículo de delante. Este tipo de siniestros conllevan, normalmente, tirones cervicales. «Cuando hay un atasco, tenemos que aumentar la distancia de seguridad», comenta Muñoz. Precisamente, el viernes un accidente múltiple con cuatro coches implicado vino provocado por la poca distancia de seguridad. «Tenemos que alargar la frenada que el que coche que venga detrás vea la luz de freno. También debemos aumentar la distancia de seguridad, sobre todo al estar detenidos», explica el presidente de las autoescuelas, que recuerda que conviene, además, no perder de vista el espejo retrovisor: «Si vemos que un coche viene demasiado rápido y nos puede dar, la tensión corporal que apliquemos nosotros puede absorber hasta el 85% de la energía del golpe».
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Un estudio de los datos que arrojan las estaciones de análisis de contaminación atmosférica situadas en la ciudad de Valencia demuestran que hay más contaminación que hace dos años. En el caso de la de Molí del Sol, la más próxima a la avenida del Cid, el óxido de nitrógeno casi doblan los recogidos el año pasado. En la Pista de Silla, por su parte, el óxido de azufre registrado es más del doble del recogido en 2015, mientras que en la Universitat Politècnica de València, las partículas en suspensión de mayor tamaño multiplican por siete los datos de la misma estación en 2015.
Juan A. Conesa, catedrático de Ingeniería Química en la Universidad de Alicante, explica que en los atascos se aumentan las emisiones de gases contaminantes como óxidos de azufre, óxidos de carbono y óxidos de nitrógeno. «Eso se puede emitir en cualquier condición de tráfico, pero cuando hay un atasco la emisión en un punto concreto es grande», indica Conesa, que recuerda que es cuando aparecen niveles de contaminación altos.
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Estos óxidos son los responsables de la lluvia ácida. «Se disuelven fácilmente en el agua de lluvia y precipitan. Cuando caen son ácido sulfúrico o ácido nítrico. Esa lluvia ácida puede afectar a la vegetación y en algunos casos los carbonatos», explica Conesa, que recuerda, asimismo, que el dióxido de carbono «no es un contaminante porque es un producto de combustión final».
Los atascos también tienen un efecto negativo sobre los propios vehículos. Algunas de las averías más comunes, como los problemas en las trampas de partículas o en las pastillas de frenado, tienen un coste de entre 150 y 600 euros por reparación. Así lo asegura José Ramón Serrano, investigador en motores térmicos de la Universitat Politècnica de València, que recuerda que un atasco es «el entorno más ineficiente».
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En una retención, explica, los sistemas de limpieza de gases de escape se enfrían y los catalizadores, trampas de partícula, etc... dejan de funcionar. «Mucho tiempo en un atasco implican un modo muy contaminante», comenta Serrano, que sin embargo recuerda que los motores modernos tienen un sistema llamado start-stop que permite mejorar lo anterior. «El arrancar y parar muchas veces genera también un consumo de combustible», asegura. Las trampas de partículas y los catalizadores necesitan una temperatura mínima de 150 grados para funcionar y quemar las partículas, pero si el motor no llega a esa temperatura no se queman y la trampa se satura. Esa avería tiene un coste de reparación de 600 euros.
También se da un desgaste más rápido de pastillas de frenado. «Si las cambias cada 20.000 kilómetros con mucha conducción urbana igual tienes que cambiarlas cada 15.000 y tiene un coste de entre 150 ó 200 euros», indica Serrano, que también insiste en que se pueden dar problemas con el aceite.
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Las empresas de Valencia pierden, cada año, por los atascos 49,8 millones de euros, según el informe anual sobre tráfico que presentó el pasado mes de diciembre la empresa de navegadores TomTom. Es el dato más fiable, pues la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana no tiene datos sobre el coste para los negocios de la ciudad. Estas pérdidas se calculan teniendo en cuenta cuántas horas pasa al año un trabajador en un atasco y multiplicándolas por el salario mínimo interprofesional, así que en cualquier caso es una estimación de mínimos que podría ser más elevado dependiendo del trabajo en cuestión que desempeñe el vecino atascado.
Los psicólogos advierten de que los atascos pueden producir problemas de estrés, insomnio, dolores musculares, irritabilidad y agarrotamiento. Las consultas sobre estas dolencias se han multiplicado como reconoce el psicólogo Rafael Santandreu, que sin embargo recuerda que ante problemas diarios como los atascos conviene «relativizar». «Los atascos son momentos perfectos para llamar a tu padre que hace meses que no llamas o para jugar con tus hijos pequeños que están en el asiento de detrás», asegura Santandreu.
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La psicóloga María Martínez, que desarrolla su actividad profesional en Valencia, sí ha detectado un aumento de consultas por estrés, aunque no se atreve a cuantificar cuántas de ellas están relacionadas con los atascos y cuántas no. «Lo es que cuando eres vulnerable al estrés cualquier situación la vives peor», explica Martínez, que propone, como técnicas para trabajar el estrés, la relajación. «Si el estrés deriva en ansiedad o en un cuadro ansioso, se puede trabajar con métodos de relajación diversos: respiración, visualización, relajación progresiva de Jacobson...», explica.
Un estudio de la compañía estadounidense INRIX, especializada en estadísticas de transporte, desvela que Valencia es la cuarta ciudad de España donde más tiempo se pasa atrapado en atascos, sólo por detrás de Madrid, Cartagena y Barcelona. Los vecinos de la ciudad aguardan en embotellamientos 26 horas al año, más de un día entero, mientras que en 2015 lo hacían 12 horas al año. Atascado, un vehículo gasta aproximadamente medio litro de gasolina cada hora, lo que quiere decir que cada año un valenciano tiene que gastar 13 litros de combustible más. Los expertos en mecánica aseguran, eso sí, que cuanto más se arranque y se pare en un atasco, más consumo se hace.
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El enfado en Valencia por los atascos va, y nunca mejor dicho, por barrios. Aunque fuentes de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Valencia aseguran que los embotellamientos causan molestias en todos los distritos, hay zonas más afectadas que otras. Es el caso de la entrada por la avenida de Cataluña, la Pista de Silla, el camino nuevo de Picanya o la avenida del Cid, entre otros grandes accesos a la ciudad donde el tráfico no deja de crecer.
Pero el punto más complicado es, en estos días, la avenida del Cid. El desmontaje de las pasarelas peatonales para convertir en un entorno más amable una vía que cada día recibe 100.000 coches y tiene hasta seis carriles por sentido ha provocado importantes retenciones, de las que el concejal de Movilidad Sostenible, Giuseppe Grezzi, ha culpado a los conductores que van solos en el coche. Pero la Asociación de Vecinos de Nou Moles, barrio más afectado por los problemas de circulación, tiene claro que la culpa ha sido de la propia retirada de las pasarelas.
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«Hay mucho más ruido, mucha más contaminación y muchos más embotellamientos. Antes desde Alaquàs costaba venir 12 minutos y ahora casi 25», denuncia Casilda Osa, presidenta de la entidad vecinal. Algunas calles del barrio, como Hermanos Rivas o Totana, también sufren problemas de circulación puntuales provocados por la nueva regulación semafórica para acceder a la avenida del Cid, que registra atascos diarios.
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