P. MORENO
VALENCIA.
Jueves, 11 de marzo 2021, 00:51
El alcalde Joan Ribó anunció ayer de manera casi solemne un «nuevo modelo de urbanismo, donde el verde debe ser el color que sustituya al negro del alquitrán» durante la presentación del llamado Plan de Agriculturas Urbanas, una iniciativa que persigue la proliferación de huertos de autoconsumo en el casco urbano de Valencia.
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Desde que llegó a la alcaldía en 2015 se han sucedido varios intentos para aumentar el número de huertos urbanos. Sólo cinco meses después de las elecciones municipales propuso a la Federación de Vecinos este tipo de iniciativa, es decir, poner a disposición de los residentes solares para que fueran adecuados como pequeños campos de cultivo.
La idea era utilizar en precario propiedades municipales destinadas a equipamientos públicos, por lo que la única condición era no plantar árboles y que todo fuera efímero. De aquella propuesta nacieron pocos casos y seis años después el número de huertos en la ciudad es de 48, según precisó el concejal de Agricultura, Alejandro Ramón.
De esta cantidad, el mayor, Sociópolis, fue heredado del anterior gobierno del Partido Popular y es de gestión directa del Consistorio, en concreto del Consell Agrari Municipal. El resto se reparten entre las promovidas por el Consistorio en grandes parques, como Malilla o la Rambleta, así como las vinculadas a colegios, asociaciones ecologistas o vecinales en los barrios.
El primer edil no precisó la financiación para conseguir los solares. Habló de «mecanismos múltiples; en Malilla fue el parque, también solares en desuso. No queremos ir a la expropiación ni delimitar en un PAI, sino algo más táctico, más apegado al terreno. Dependerá de cada situación y analizaremos cada caso, siempre con la idea de que en las nuevas zonas, igual que pasó con los perros y la necesidad de reservar espacio en los jardines, vemos que también la hay para esto. Con una visión táctica, pero paulatinamente ponerlo como un espacio público en la demanda de la ciudad».
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El vicealcalde Sergi Campillo defendió la estrategia citando ejemplos de ciudades de otros países y de España donde se ha puesto en práctica. «Los beneficios se ven incluso en un mapa de calor», señaló mostrando uno de Valencia donde las zonas más frescas corresponden al jardín del Turia y Viveros, mientras que las más calurosas son los muelles portuarios y el polígono Vara de Quart, por citar dos casos más.
Ramón señaló que «la ciudad ha expulsado a la huerta», para subrayar que el «desarrollo se ha hecho a costa de sacrificarla. Queremos que vuelva a entrar», dijo antes de comentar que a través de «una pequeña inversión» los solares se pueden convertir en huertos de autoconsumo.
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«Además de recuperar los vínculos con la huerta y de renaturalizar la ciudad, queremos que Valencia sea un espacio productivo para que el vecindario pueda cultivar sus propias frutas y verduras», aseguró Ribó en la presentación, donde no había nadie de la concejalía de Desarrollo Urbano, gestionada por la vicealcaldesa socialista Sandra Gómez, pese a que todas las decisiones tienen una indudable vertiente urbanístico. No en vano, el enfrentamiento más reciente entre las dos formaciones ha sido por el desarrollo de Benimaclet hacia la ronda, en cuanto a dejar más o menos huertos.
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