MAR GUADALAJARA
Valencia
Martes, 15 de enero 2019
A las nueve de la mañana como es habitual Mari levanta la persiana de su tienda. Cada día adelanta un poco más el despertador «para poder aparcar y llegar a tiempo». En la avenida Burjassot «se ha complicado la venta», algunos han tenido que cerrar sus puertas. «Una compañera tenía una tintorería aquí al lado y antes de terminar las obras tuvo que cerrar, llevaban abiertos desde el año 70, poco antes que nosotros», explica Mari con pesar.
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En su tienda, 'Euro Canario', de piensos y comida para animales, también han bajado las ventas, «cuesta llevar el ritmo de antes, la gente está quemada y aunque lo asumen, todos mis clientes están hartos». Reconoce que no le parece mal que habiliten espacio para las bicicletas pero no comprende, «la manera de hacerlo, porque no nos han preguntado a los comerciantes ni a los vecinos, dicen que ha sido una votación en la que han decidido 55 personas, pero nadie nos informó de lo que iban a hacer».
Desde que se inauguró el carril bici de la avenida Burjassot después de las vacaciones no han dejado de recibir quejas por parte de sus clientes: «no se puede parar y para cargar los piensos y descargar los productos que traemos es realmente complicado, no queda otra que invadir el carril bici».
En media hora el espacio de carga y descarga que hay frente al establecimiento queda ocupado por dos vehículos que estacionan en el hueco.
Un poco más arriba, siguiendo la misma acera está Mamen asomada al ventanal de su planta baja. 'Alufrasa' es el negocio que regenta de persianas, cristalería y contraventanas. «Es un empastre y aún tengo que dar gracias por tener enfrente un pequeño espacio de carga y descarga, aún así siempre está ocupado y el material que nos llega es pesado, son paneles de cristal y aluminio. Mi compañero tiene que estar toda la mañana dando vueltas o arriesgarse a dejarlo en una calle peatonal que hay cerca y cruzar con el material a hombros, la calzada y el carril bici», explica Mamen.
MARI | COMERCIANTE
La versión se repite, Mamen asegura que no les consultaron, «nadie nos informó de lo que se iba a hacer tuvimos que preguntar para saberlo». Ella, al igual que otros comerciantes de la zona, considera que no era avenida «adecuada» para llevar a cabo este proyecto, «teniendo dos vías más grandes como son Avenida del Ecuador y Calle Nicasio Benlloch con más espacio, no entiendo porque lo hacen aquí», comenta la dueña frunciendo el ceño. Es vecina del barrio y dice conocer a muchos de los comerciantes «a los que han fastidiado con esta obra, están bastante tocados y lo entiendo porque podrían haberlo planteado de otra manera». Reconoce que es buena idea conectar el río con el parque de Benicalap pero cree que esta «no es forma de actuar, sin consultar, sin preguntar ni informar a la gente, llegan y hacen como quieren», dice.
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Poco antes de las diez llega una ambulancia. Como cada día viene a recoger a un vecino que necesita de la asistencia diaria. No encuentra un lugar donde poder estacionar y deja la ambulancia en el vado que pertenece a la casa de comida por encargo 'Casa Ricardo'. Tras unos minutos el auxiliar baja con el paciente que va en silla de ruedas y al no disponer del espacio necesario, deja al señor en la calzada mientras el se encarga de abrir las puertas del vehículo. Mientras pasan por el lado del enfermo coches que tratan de esquivarlo. Por fin, el joven termina de meterlo en la ambulancia. Al ver la escena, tanto Mamen como Mari confirman que esto, «ocurre a diario porque el hombre lo necesita».
MAMEN | COMERCIANTE
'El visillo' es una tienda de textil del hogar: edredones, nórdicos, mantas, toallas y sábanas. El negocio funciona pero «cada vez recibimos más quejas, es imposible porque por menos de nada se hacen atascos y están muy enfadados», explican. Cada día lidian con ello, y «nos hacemos a la idea, pero no se entiende lo que han hecho sin tener en cuenta a los comercios», añaden.
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Justo enfrente un pequeño taller con un viejo rótulo: Tableros Pancrudo. Entre láminas de madera se puede alcanzar el mostrador donde el dueño habla por teléfono a gritos mientras dentro están cortando la madera. Se consideran afortunados, dicen que justo en la puerta tienen un espacio de aparcamiento para motos. «Siempre está vacío, tenemos suerte porque lo aprovechamos para carga y descarga, sino no sé cómo lo haríamos», explica el dueño quien asegura que la policía aún no les ha amonestado por ello.
En otro de los comercios, una floristería, vuelven a coincidir con el resto: «se ha notado, los clientes se quejan continuamente, me parece peligroso y además, no hay tanta afluencia de ciclistas». Justo en ese instante llega una furgoneta para la descarga de material. Deja la carga en un carro en medio del carril bici, cuando termina de colocarlo todo, cierra las puertas del vehículo, cruza el carril y alcanza la acera en el momento en que pasa un ciclista. «Esto es precisamente lo que se podría evitar, hasta que no ocurra una emergencia y comprueben lo inaccesible que es», concluye la empleada.
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