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Lola Soriano
Valencia
Sábado, 15 de abril 2023, 19:03
Las elecciones municipales están a la vuelta de la esquina y son muchas las propuestas que lanzan los partidos políticos para atraer el voto del electorado. Unos días se anuncian más construcción de viviendas, otros se prometen más zonas verdes y ganar terreno para los ... peatones, incluso ayudas para los artistas falleros. Esta misma semana, además, el alcalde de Valencia y candidato a la reelección, Joan Ribó, anunciaba un plan para lograr la accesibilidad universal en Valencia, con unas medidas enfocadas a ganar el voto de las personas con discapacidad.
Entre las ideas estrella anunciadas por Ribó cabe destacar, por ejemplo, una auditoria integral de los espacios municipales y un diagnóstico del municipio para el próximo mandato.
Incluso Ribó ha prometido crear la primera ordenanza municipal de accesibilidad universal o una oficina técnica de accesibilidad universal para impulsar de forma transversal en todos los servicios del Ayuntamiento de Valencia. Al mismo tiempo, el alcalde recordaba que ya han puesto en marcha el Consejo municipal de las personas con discapacidad o un comisionado adscrito a la delegación de Servicios Sociales.
También la vicealcaldesa de Valencia y candidata a la alcaldía por el PSPV, Sandra Gómez ha prometido esta semana crear una mesa de accesibilidad; ampliar el Bono Oro de la EMT para personas con discapacidad de más del 33% y con movilidad reducida reconocida.
La cuestión de fondo, es que más allá de la lista de intenciones y proyectos de futuro que se predican en campaña, en un recorrido por las calles de la ciudad es fácil enumerar las barreras arquitectónicas de la Valencia actual de Ribó.
Así, por ejemplo, en un paseo realizado por LAS PROVINCIAS con Alfredo Basconcillos, vocal de Aspaym CV, es más que patente que queda mucho por hacer en el cap i casal.
Alfredo, montado en su 'handbike' eléctrica, nos dirige a la calle Pintor Vilar, a la altura del número 7, justo al lado de la calle Alboraya de Valencia y a un paso de Viveros y señala el primer problema de la ruta: «Esta acera no mide ni 50 centímetros y resulta que ya sólo mi silla mide 80 centímetros, a ver cómo paso».
Además describe que el problema es que «vienes del inicio de la calle y justo cuando llegas a la altura de unas casas viejas hay una curva y te encuentras de cara que la silla no cabe. Entonces toca retroceder poco a poco y dar la vuelta para ir al principio de la calle y cruzar».
Justo en la acera de enfrente, haciendo esquina con la calle Alboraya se encuentra con un rebaja de acera. «Se nota que lo han arreglado, porque antes estaba como torcido y te arriesgabas a que la silla se fuera de lado».
A la altura de Genaro Lahuerta señala la sede del instituto superior de enseñanzas artísticas. «La entrada a este edificio es directamente con escaleras, es imposible acceder», comenta.
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Además, cuenta la anécdota de que una compañera «quería matricularse en este centro y cuando vino y vio que no podía entrar, tuvo que cambiar de planes y buscarse otros estudios».
Alfredo sugiere a dar una vuelta por Viveros y a la altura de Genaro Lahuerta, junto a una escuela infantil, se vuelve a encontrar otra barrera. En este caso, junto a un paso de peatones.
«Resulta que todavía están los bordillos antiguos con piedras de color rojo y no hay un rebaje, a pesar de tener delante un paso de peatones. Imagina que una persona con silla de ruedas tiene que venir a recoger aquí a su hijo, no puede ir a la puerta porque no puede cruzar».
Justo a la altura de las taquillas de los jardines de Viveros se cuestiona cuándo van a arreglar la rampa para bajar al jardín del Turia. No es para menos, porque hay un pasaje o túnel con una gran inclinación y que encima tiene un giro a la derecha y bajar con la silla de ruedas o con la 'handbike' es toda una aventura.
«Yo de hecho, procuro no utilizar esta rampa porque tiene una inclinación superior a la permitida por ley y si con el impulso no vas con cuidado, al llegar a la curva te puedes llevar a alguien por delante», confiesa Alfredo.
Señala que aún «peor es la subida. La inclinación es tal, que yo no la uso por si me quedo a mitad». Justo en ese momento accede otra joven con movilidad reducida, de nombre Daniela G. Confiesa que cuando usa esta rampa, «me toca coger carrerilla porque de lo contrario, no llego».
Ambos señalan otro punto negro en los acceso al río, a la altura del puente del Real, junto a la Pagoda. «Parte de la rampa es de tierra y las ruedas patinan». Y en la parte superior de esta rampa comienza un carril bici con un escalón importante, «imposible de salvar para nosotros». Ya en la parte del río se encuentran con una nueva barrera: «Otro carril bici en altura. Se han olvidado de poner una pequeña rampa para evitar el desnivel. Con lo poco que costaría», confiesa.
En este momento una pareja, Lola Sánchez y Paco Moreno, pasan por la zona y dan ánimos al joven para que denuncie la situación. «No es normal que permitan estos desniveles».
Tanto Alfredo como Daniela detallan que hay muchos asuntos por mejorar y recuerdan que en la parada de FGV de Vicente Zaragozá «es raro el día que va el ascensor. Muchas veces llegas y pone que no funciona y tienes que bajar en otra parada».
Alfredo también detalla que a la hora de apuntarse a la Universidad Popular «hasta hace unos años nos pasaba que te podía tocar en un centro que no es accesible y logramos que reservaran plazas para personas con discapacidad en centros que sí estuvieran adaptados, porque en todos no es así».
Luis Vañó, responsable del Comité Español de representantes de Personas con Discapacidad (Cermi CV) añade que «hay que modificar ciertos tramos de carriles bici porque podemos circular por ellos pero no cabe la silla. Hay muchos que se han pensado sólo para bicis y patinetes».
También lanza otras peticiones, como más control a los patinetes que pasan a toda velocidad; «nos gustaría que hubiera bicis de alquiler adaptadas, también que las paradas de la EMT implementen accesibilidad comunicativa para personas con discapacidad visual o auditiva y que podamos entrar con nuestras tarjetas a la zona del centro con cámaras y también las personas que prestan los cuidados».
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