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La Roqueta es La Roqueta porque está el trinquet de Pelayo. Y porque durante un mes al año se convierte en el epicentro de las Fallas. Y porque a tiro de piedra está la Estación del Norte. Pero podría ser perfectamente China. No es una forma de hablar. En las calles que conforman este barrio cuesta encontrar a personas sin rasgos asiáticos: un 26,1% de los extranjeros en La Roqueta son chinos, de los que hay casi 8.000 en toda la ciudad.
La comunidad china se ha asentado en calles como Pelayo, Matemático Marzal, Bailén o Convento Jerusalén, donde prospera una importante actividad económica y una comunidad que celebra estos días el Año Nuevo Chino. De hecho, se irán este fin de semana a Quart de Poblet donde miles de ciudadanos chinos celebrarán la llegada del Año del Conejo. Mientras, el Chinatown valenciano vivía este jueves inmerso en los preparativos de los actos que se celebrarán este fin de semana. Guirnaldas rojas cuelgan entra los edificios y la actividad en el centro cultural chino, sede de la Asociación Cultural China de Valencia, es frenética.
Kandy es la secretaria de la entidad y la cicerone, y traductora, en este viaje al corazón de Chinatown. Ataviada con un abrigo amarillo sobre un vestido rojo («los colores del Año Nuevo», dice), y con un español más que correcto, aunque ella diga que no, visita con LAS PROVINCIAS media docena de locales emblemáticos del barrio, donde late el corazón de este pedazo de Pekín en Valencia.
El viaje empieza la parafarmacia de Susana, que la abrió hace diez años para dar servicio a una población que se encontraba con la barrera idiomática cuando acudía al servicio sanitario. «Muchas veces tenían que usar terminología específica y tenían problemas de vocabulario», explica. En su local no ofrece medicamentos, pero sí todo tipo de productos de parafarmacia que dan servicio, sobre todo, a ciudadanos chinos.
Casi exclusivamente con ellos trabaja Hanfeng Jiang, en un local especializado en publicidad e imprenta en chino. Si usted ha comido en un restaurante chino, es altamente probable que la carta se haya impreso aquí. «Nos hemos especializado en diseños muy específicos, tanto de los caracteres chinos como el estilo de las propias cartas», comenta Hanfeng.
Susana Chen, parafarmacia «Nuestros clientes no hablan español; necesitan que les entiendan porque son cuestiones complejas»
Hanfeng Jiang, tienda de publicidad «Hacemos diseños muy específicos, con cartas especiales, para los restaurantes chinos de toda la provincia»
Vicky Shi, agencia de viajes «Hemos notado mucho el Covid, pero cada vez repunta más: está viniendo mucha gente tras el Año Nuevo»
Yecheng Zhang, restaurante chino «Probamos con distintos sabores para atraer a clientela nueva porque somos uno de los más antiguos»
Xiaofan Pan, restaurante de desayunos «Vienen chinos de toda España a desayunar aquí cuando pasan por Valencia por trabajo y lo suben a redes sociales»
Kandy Wang, Asociación Cultural China «Vivimos en un barrio muy multicultural: estamos nosotros pero también la pilota, las fallas y otras muchas nacionalidades»
El viaje sigue después por la que es el enlace entre China y Valencia: la agencia de viajes Pacific Ocean, que no engaña, pues organiza trayectos sobre todo en dirección al océano Pacífico (bueno, ya me entienden, en dirección al este). Ahí trabaja Vicky Shi, de apenas 23 años. La empresa es, desde hace una década, la preferida por los ciudadanos chinos que vuelven a casa. «Mucha de la gente que viene tiene mucho dinero y decide venir a Valencia porque aquí se vive muy bien por muy poco dinero», comenta Kandy. Vicky explica que estos días, de hecho, la actividad es frenética: el Covid-19 empieza a ser un mal recuerdo y cada vez son más los chinos que quieren volver a casa, «sobre todo por Año Nuevo».
Si hay algo asentado en Valencia son los restaurantes chinos. Algunos, como el de Xiaofan, no tienen el mejor de los aspectos, pero hay cola para entrar. «Viene gente de toda España a desayunar aquí, sobre todo cuando vienen de viaje. Luego lo suben a las redes sociales», cuenta entre risas la encargada, mientras Kandy asiente. La gastronomía china, la tradicional, va mucho más allá del arroz frito y de los rollitos de primavera: en este local no se ve ni uno. Sí se cocinan en el que es quizá el bar con más solera de toda Chinatown: el Don Pepe, que pese a su nombre castizo está regentado por una familia china. La de Yecheng Zhang, que tiene un español perfecto, como el de toda la segunda generación, que es bilingüe. «Lo bueno de este barrio es que hay de todo: Fallas, la pilota, nosotros, otras nacionalidades...», dice Kandy. Su frase sirve como corolario a un viaje al barrio donde ruge el dragón, emblema de la cultura china.
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