![El botellón 'migra' al centro de Valencia otra vez](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/10/05/PHOTO-2024-10-05-13-36-35editada-R8Si0ydEyMfVup1hX17WWOM-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
![El botellón 'migra' al centro de Valencia otra vez](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/10/05/PHOTO-2024-10-05-13-36-35editada-R8Si0ydEyMfVup1hX17WWOM-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Como siempre que el verano retira su caricia, el botellón busca pastos más verdes, en una suerte de migración anual que hace que cientos de jóvenes se trasladen al centro para sus noches de fiesta, sobre todo en el entorno del barrio de La Roqueta, ... donde hay dos importantes discotecas que abren en otoño, invierno y primavera. Lo han hecho recientemente y este fin de semana los residentes de la zona han vuelto a poner el grito en el cielo, a veces incluso literalmente, desde las ventanas, por las molestias que provoca el fenómeno del botellón, a veces parece incluso que controlado por la Policía Local.
Nos explicamos. Sábado, 1.30 horas. En el jardín central de Ramón y Cajal, junto a plaza de España, ya saben, al lado de la enorme pirámide, decenas de jóvenes beben al amparo de la oscuridad. Ya no se oye reguetón, sino techno, en lo que parece una evolución de gustos musicales, pero los decibelios están altos. Todavía hay tráfico: miles de personas están volviendo a casa de cenar o salen a divertirse. Pese a eso, el rumor que sale del jardín se escucha incluso de la acera de enfrente. «Eh tío, tío, no, no, 'clausulazo' no», se escucha. El Fantasy ha hecho estragos.
Pero conforme avance la noche, la situación se complicará. La Policía Local lo sabe: pasa a menudo por la zona, pero no actúa. Parece que, mientras el botellón se limite al jardín, no pasa nada, como si en la gran vía no viviera nadie. Ocurrió en la madrugada del jueves al viernes, cuando este diario pudo comprobar en primera persona las molestias que provoca el botellón en la zona. Residentes de La Roqueta llegaron a llamar al 092 para pedir actuaciones, porque los jóvenes llegan a hacer sus necesidades, incluso defecar, entre los coches.
«Hacen botellón en los propios coches con la música a volumen bastante alto, se apuestan en las esquinas de las calles de la zona como Julio Antonio y Pelayo y Convento Jerusalén y montan escándalo a cualquier hora de la noche, da igual que sea la una las dos que las cuatro de la mañana, los vecinos no podemos ni abrir las ventanas», explica un residente: «Tenemos incluso miedo de dejar aparcados los coches en las zonas colindantes a las discotecas porque los rayan o se apoyan en ellos o vomitan entre las ruedas».
«Es cierto que cuando acaba la fiesta baldean el entorno de la discoteca de San Vicente pero queda el olor a orines, restos de vidrios esparcidos por el suelo, vasos que no acaba de recoger la máquina o vomitonas», lamentan. Al amanecer, los restos siguen ahí, como el dinosaurio del microcuento, incluso en zonas tan alejadas de las discotecas de San Vicente Mártir o Convento Jerusalén como el parque que hay entre Jesús e Historiador Diago, donde es común que los primeros vecinos que salen a correr, a trabjaar o a pasear al perro se encuentren con botellas o vasos. Y el fin de semana siguiente, vuelta a empezar.
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