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El botellón convierte el centro histórico en una zona de guerra

Montañas de basura, ríos de orines, botellas vacías y un suelo pegajoso es el balance del descontrol padecido por los vecinos alrededor de la Lonja y el Mercado Central

Paco Moreno

Valencia

Sábado, 16 de marzo 2019

Justo el año que el Ayuntamiento incluye en el bando fallero una serie de requisitos para proteger los edificios y entornos protegidos, justo cuando la concejalía de Gestión del Patrimonio se decide a colocar un cerramiento de madera alrededor del acceso de la Lonja, es cuando se ha producido uno de los peores botellones en Fallas que se recuerdan. Ríos de orines, montañas de basura, botellas de cristal para llenar varios contenedores, todo eso y más es lo que se produjo la madrugada de ayer en la plaza del Mercado, los alrededores de la Lonja y otras zonas del centro.

«Por las escaleras del parking de Brujas bajaban riachuelos de orina y la gente entraba para mear entre los coches». La asociación de comerciantes del centro histórico se mostró ayer muy crítica con una situación que ha desbordado claramente cualquier dispositivo, para responsabilizar de ellos a las comisiones organizadoras de las verbenas.

Las mismas fuentes señalaron que los urinarios «eran insuficientes y el botellón se extendió más allá de la verbena». La plaza Juan de Vilarrasa fue otro ejemplo de caos, con el jardín convertido en otro escenario perfecto para el botellón.

Poco después de las ocho de la mañana, el Mercado Central estaba ya abierto y las calles seguían con montones de basura por todos lados. «Eso se quita, pero lo peor es que las aceras se quedan pegajosas durante días». Las brigadas se dedicaron a baldear las aceras con agua a presión perfumada, aunque en la calzada seguía la suciedad.

Vídeo. LP

«Igual que sucedió en 2018, toda esa zona ha quedado completamente arrasado por los asistentes a las primeras verbenas de estas Fallas. El triángulo de oro de nuestro patrimonio cultural: La Lonja, el Mercado Central y la Iglesia de los Santos Juanes con les covetes de los Santos Juanes, ha sido de nuevo testigo mudo del incivismo y la falta de respeto de los asistentes y de la incapacidad del Ayuntamiento para proteger nuestros monumentos», señalaron fuentes de la asociación Círculo por la Defensa del Patrimonio.

«De nada ha servido el bando fallero, las recomendaciones del Síndic de Greuges, la colocación de una valla en la puerta de la Lonja recayente a la plaza del Mercado... se han vuelto a repetir las lamentables imágenes de gente orinando en la puerta de entrada de la Lonja, en la plaza de la Compañía, subidas a las ventanas y orinando también en la puerta del edificio protegido que da a la calle Pere Compte», añadieron.

La falla Mercado Central separó este año más de la Lonja su verbena y carpa fallera para colaborar con la protección del edificio. En Linterna-Na Robella, sus responsables aseguraron hace unos días el mismo empeño. En cuanto a la falla Plaza Doctor Collado, pese a que el viernes no celebraron verbena, ayer tuvieron que contratar a una empresa para que limpiara de suciedad su demarcación por la expansión del botellón por varias calles.

A preguntas de los periodistas, el alcalde Ribó dijo que se ha avanzado en la protección de la Lonja y la instalación de más urinarios, para admitir que son «insuficientes», por lo que emplazó a seguir trabajando para que las fiestas sean «lo más limpias posibles». Hizo un llamamiento para que utilicen envases reutilizables y subrayó lo que denominó «invasión de plástico», sin hacer referencia a los actos de vandalismo.

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Imagen principal - El botellón convierte el centro histórico en una zona de guerra
Imagen secundaria 1 - El botellón convierte el centro histórico en una zona de guerra
Imagen secundaria 2 - El botellón convierte el centro histórico en una zona de guerra

«¿Está justificado atentar contra nuestro patrimonio de esta manera? ¿Habrá que poner otra protección en los Santos Juanes para que no se convierta nuevamente en un wáter público?», se preguntaron desde la asociación de comerciantes. La situación en el centro histórico se extendió a otras zonas de Valencia. Así ocurrió en la Gran Vía Marqués del Turia, donde el bulevar amaneció inundado de basura como en años anteriores. Las casetas de la Feria del Libro permanecieron a salvo por la presencia de vigilantes jurados, aunque los vecinos debían esquivar a primera hora de la mañana las botellas vacías, las bolsas y todo tipo de inmundicias mientras paseaban a sus perros o sencillamente querían cruzar por el paso de peatones.

«Lo de anoche y lo que pasará estos días no tiene que ver nada con las Fallas y el espíritu de la fiesta. Es la sanferminización de las Fallas. Es hacer botellón, orinar en la calle y en las fachadas de los monumentos, subirse a ellos, ensuciar y destruir. Un tsunami sobre nuestro patrimonio y cuyo responsable tiene nombre y apellidos: Ayuntamiento de Valencia», finalizaron desde Círculo por la Defensa del Patrimonio.

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