Cuando el medidor de aforo de Riba-roja advierte de que la crecida del barranco del Poyo es imparable, en la tarde del día 29 de octubre, quedaban unas dos horas para que la ola llegara a Paiporta. Pero con un sistema de predicción ... hidrológico, que la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) , no ha implementado, se habrían ganado cuatro horas para avisar aguas abajo. Así lo ha asegurado este lunes en la comisión de investigación de la dana en el Ayuntamiento de Valencia el catedrático de Ingeniería Hidráulica de la Universitat Politècnica de València (UPV).
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Para él, la falta de estos sistemas de prevención modernos del aumento de caudales y ríos provocó un retraso de cuatro horas en la alerta del desbordamiento. Si desde que el agua llega a Riba-roja hasta la zona cero hay unas dos horas, en caso de estas crecidas relámpago, «los sistemas más modernos habrían permitido ganar otras cuatro horas y avisar antes», ha indicado Francés, que ha participado en la comisión telemáticamente dado que está en una estancia de investigación fuera de España.
En este sentido, Francés, que dirige el grupo de investigación de Modelación Hidrológica y Ambiental (GIMHA) del Instituto Universitario de Investigación de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la UPV, cree que no son necesarios más sensores en barrancos y ríos. «El de España es uno de los mejores sistemas de sensores del mundo en este sentido», ha dicho. Su opinión difiere de la de otros expertos, como la catedrática de Geografía Ana Camarasa, que sí los creen necesarios. «Pero sí hay que implantar un sistema moderno de prevención de inundaciones que permita convertir las previsiones meteorológicas en una predicción de caudales precisa. Es fundamental tener una cadena de modelos para ganar tiempo de actuación», ha indicado.
De todas formas, el aviso el 29 de octubre llegó a las 20.11 horas, casi una hora después de que el aforo del Poyo desapareciera empujado por la fuerza del agua. Francés ha confirmado que la inundación registrada en la zona afectada por la dana se corresponde a la «crecida relámpago» de una cuenca pequeña con fuertes pendientes. «La tormenta del pasado 29 de octubre saturó la humedad de las cuencas de los barrancos que se desbordaron. Si bien, como no llovía en la zona inundable, no se generó la alerta previa. Y a todo ello se sumó velocidad del agua que era importante y su capacidad de arrastre, y que todo ello sucedió en unas seis horas», ha detallado.
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Entre las posibles actuaciones «para evitar la peligrosidad de estas situaciones», Félix Francés ha propuesto, por ejemplo, «soluciones basadas en la naturaleza que disminuyen la vulnerabilidad», y ha presentado un Plan Estratégico de Gestión del Riego de Inundación de l'Horta Sud, que se debe completar con otros protocolos.
No ha sido el único experto que ha hablado de estos sensores o modelos de predicción. También ha intervenido el científico Antonio Turiel, investigador científico en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC. Turiel fue convocado por Compromís. Su portavoz, Papi Robles, pidió a la comisión este lunes que «no le hagan perder el tiempo y le escuchen». Curioso, dado que nadie de la formación de Robles ha acudido a la comisión, como tampoco del PSPV, pese a que fueron ambos partidos quienes pidieron su creación en el pleno.
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Turiel ha insistido en estos sensores y ha hablado del impacto que tiene en los océanos el cambio climático, «que en los últimos años se está acelerando». «Ahora mismo sufrimos un importante calentamiento del aire, superior al que tendríamos que evitar, y resulta preocupante el hecho de que el mar actúa como una bomba que amplifica los fenómenos meteorológicos como el de la dana del pasado 29 de octubre», ha explicado.
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En su intervención, el profesor, que ha puntualizado que «afortunadamente cada vez tenemos mayor capacidad para detectar los efectos del cambio climático», se ha detenido en los problemas ambientales que sufre el planeta y en la sucesión de desastres naturales «que no entienden de fronteras»; Asimismo, ha defendido «la alternativa del decrecimiento para frenar la crisis ambiental y la necesidad de concienciar del riesgo a la ciudadanía».
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«Por supuesto, también hay que invertir, especialmente en personal, para que las alertas, que en este caso siguieron el estándar establecido, puedan cotejarse con otros indicadores como las mediciones de caudal con la suficiente previsión», ha concluido Turiel.
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