La calle tomada por los okupas en Zaidía

Es un callejón totalmente tomado por los okupas que viven desde hace años en esas infraviviendas. Nadie se atreve a entrar allí. El último que lo hizo, un turista italiano, recibió una brutal paliza hace cuatro años tras salir de una discoteca. Mientras, los vecinos intentan evitar la zona y pasan por ese tramo de la calle Visitación lo más rápido posible. Pero desde las ventanas de sus casas ven con rabia e impotencia la degradación y el peligro que hay a pie de ese callejón de la vergüenza, donde no sólo los okupas, sino también las ratas y las cucarachas campan a sus anchas.

Los vecinos tienen contabilizadas a unas 15 personas viviendo ilegalmente en ese callejón, con varios perros, cuyos ladridos también suponen una molestia continua por las noches para toda la manzana que afecta a las viviendas que dan a las calles Visitación, Pepita y Ruaya, en concreto cinco edificios de ocho plantas cada uno. «Generan ruido, malestar y suciedad, se ponen con la radial a las 3 de la mañana, o sino con la guitarra, toda la calle es suya, y ni dejan pasar a nadie ni tampoco nadie se atreve a entrar ahí», lamenta Carlos, que vive en esa manzana. «Las habitaciones de mi casa dan a ese callejón y cuesta mucho dormir por el ruido continuo que hacen, porque cortan chatarra y la arrastran por la calle», añade el hombre.

También Encarna ve a diario todos los enseres acumulados en esa calle. «Hay mucha suciedad, parece que tengan el síndrome de Diógenes, acumulan porquería y huele mal, sube el olor para arriba y lo sufren los vecinos, esas viviendas no está en condiciones de salubridad», dice la mujer. «Hacen fiestas, ruido y es un problema. Y hay veces que les llamas la atención y se ponen agresivos», apunta la vecina.

Hace dos años en una vivienda de ese callejón se declaró un incendio. «Fue un susto, el fuego podía haber afectado a otros edificios, pero si no hacen nada puede volver a ocurrir», señala Carlos. Además, algunos vecinos apuntan que los okupas posiblemente se dediquen también al trapicheo de drogas, porque es muy habitual la entrada de coches y personas que están escasos minutos en las viviendas y se marchan.

Los vecinos llaman periódicamente a la policía para alertar de los problemas que crean estas personas. De hecho hace un año y medio pusieron una queja por registro de entrada en el Ayuntamiento, en la que exponían la situación de insalubridad y pedían que se desalojaran las «casas ruinosas, infraviviendas en situación de peligro de sufrir incendios, con chatarra, desperdicios y neumáticos inflamables», señalaba en el documento. Además, alertan de que hay una subestación eléctrica en esa manzana que colinda con una de estas casas y supone un peligro, ya que están enganchados a la luz y puede haber otro incendio como el que ya se produjo.

Desde el Ayuntamiento han requerido al propietario del solar que se encuentra lleno de enseres viejos que los retire y limpie la zona, pero no lo hace. Y argumentan que los servicios municipales no pueden desalojar a los okupas si no hay denuncia de los dueños de las viviendas. «Está lleno de trastos, lo tendrían que quitar, pero como el propietario del solar les permite tener eso, no hay nada que hacer. El Ayuntamiento ha venido, ha hecho fotos, pero no puede echarlos si no hay denuncia. Han venido también los bomberos dos veces porque se enganchan a la luz de la subestación y es un peligro, y ha habido algún cortocircuito», explica Lola, vecina de la manzana.

La mujer añade también que estas personas se dedican a recoger basura «y lo que no les sirve lo vuelven a dejar en los contenedores, que los llenan continuamente. Aunque pasen los servicios de limpieza dos veces al día los vuelven a llenar», explica Lola. «Llevamos como siete años en esta situación, al dueño del solar le da igual y ellos se van asentando. Hay ruedas de tractor, caucho inflamable, es un peligro», detalla la vecina.

Carlos también apunta que han visto desde su casa «ratas muy grandes y cucarachas» y que cuando se cruzan por la calle con alguno de esos okupas «llevan unas pintas que te intimidan», dice. «Ha venido la policía cuando la situación ya es insostenible, pero muchas veces la llamamos y no viene, tienes que quejarte mucho para que vengan y no puedes dormir con la ventana abierta por el ruido continuo que hacen por las noches», asegura el vecino.

Y aunque la situación en ese callejón es muy mala, al menos los vecinos respiran ahora un poco más tranquilos porque se está empezando a frenar la degradación del barrio gracias a que se están rehabilitando varios edificios que antes estaban okupados. En concreto uno en la calle Visitación, justo enfrente de Yáñez, en el que la planta baja y las cinco alturas tenían ilegales viviendo dentro, con enseres y suciedad acumulada, pero lo acaban de comprar unos nuevos propietarios, que han denunciado y durante este mes los han desalojado.

Ahora todavía están realizando trabajos de vaciar todo lo que había acumulado en el interior para empezar a reformar el edificio. Y a muy pocos metros de allí, entre las calles Pepita y Orihuela también había varias viviendas okupadas desde hacía años que han sido derribadas para construir en esa manzana una residencia de estudiantes, que pronto estará terminada.