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FERNANDO PAJARES
Lunes, 25 de julio 2022, 00:41
Tras conocer la triste noticia del fallecimiento de un operario municipal de limpieza en Madrid por un golpe de calor, LAS PROVINCIAS se ha desplazado hasta los alrededores de los jardines del Turia para saber de primera mano en qué condiciones se desempeñan los trabajadores valencianos bajo el abrasador sol de julio. Este periódico ha preguntado a distintos operarios, que han preferido no decir sus verdaderos nombres para mantener su privacidad, cómo es su día a día en el inicio del verano más cálido desde que hay registros oficiales.
Un grupo de barrenderos trabaja desde primera hora de la mañana en la limpieza de las calles de Valencia. La noticia de la muerte de su compañero en Madrid ha impactado a estos operarios, que entienden mejor que nadie lo que es faenar duramente bajo el sol. El trabajador fallecido pertenecía a Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), dado que tanto Madrid como Valencia la contratan para el mantenimiento y limpieza de las calles. «Al menos nosotros tenemos la suerte de que en Valencia los barrenderos solo operamos por las mañanas y no nos comemos tanto calor como si trabajásemos de 14 a 22 horas», afirma uno de ellos. «Nuestro horario es de siete de la mañana a una de la tarde», puntualiza uno de sus compañeros. Su uniforme de trabajo es transpirable, al menos la parte de arriba, lo que hace que llevarlo puesto no sea tan asfixiante como podría parecer visto desde fuera. En cuanto a las medidas para combatir el calor, estos trabajadores confirman que la empresa les insiste en que se hidraten constantemente y traten de resguardarse en la sombra si hace mucho calor. «La faena hay que sacarla, pero si hace mucho calor podemos parar a beber agua y descansar», afirma uno de los operarios, y añade: «Si un inspector nos ve descansar y entrar a un bar a por una botella de agua no nos dicen nada porque entienden la situación».
La prevención ante posibles golpes de calor por las altas temperaturas es algo que siempre se ha tenido en cuenta, incluso antes del suceso del pasado fin de semana en Madrid. «A nosotros nos dieron un curso de prevención de riesgos al entrar a la empresa en el que se nos explican algunas medidas para prevenir los golpes de calor, como son el parar y descansar en la sombra y beber mucha agua», explica uno de los trabajadores.
Los jardineros sí que tienen turnos de mañana y tarde, y los que trabajan durante este último sufren el calor en sus carnes. «El turno de la tarde podría empezar un poco después porque a las dos y tres las temperaturas que se pueden alcanzar son muy elevadas, lo que pasa es que por la noche no podemos trabajar porque el ruido molesta a los vecinos», comenta una jardinera de la zona. Esta trabajadora cree que los uniformes dan un poco de calor, pero afirma que la empresa entiende la situación y comprende que los operarios descansen. «Yo en el momento en el que me encuentro fatigada me paro, me refresco y continúo la marcha. Con estas temperaturas si no te hidratas bien puedes tener un susto», corrobora la jardinera.
Otro grupo de operarios que trabaja en la poda de árboles confirma que estos días la labor se les está haciendo más complicada debido a la ola de calor. «Personalmente nunca he visto peligrar mi integridad física, pero la faena sin duda está siendo más dura estos últimos días», confirma uno de ellos.
Otro de los colectivos que sufre las consecuencias de las olas de calor son los transportistas y trabajadores de empresas de reparto, que intercalan su espacio de trabajo entre la calle y los vehículos en los que se desplazan.
Si bien es cierto que este tipo de trabajos cuentan con la supuesta ventaja del aire acondicionado, no todos pueden permitirse mantenerlo encendido durante sus desplazamientos por el coste adicional que esto supone en el repostaje. Este es el caso de Rubén, un autónomo que se dedica a suministrar material de limpieza a restaurantes y comercios de Valencia. «El aire no suelo gastarlo mucho, solo a partir de las 12.30 más o menos cuando el calor es realmente insoportable. Con lo caro que está el diesel no puedo permitirme tenerlo enchufado todo el día» explica este autónomo mientras se limpia el sudor con un paño húmedo. Otros trabajadores, en cambio, ni siquiera tienen la capacidad de elegir si poner o no el aire. Este es el caso de aquellos 'riders' o repartidores a domicilio que realizan sus pedidos montados en una bici. Estos trabajadores son de los más expuestos a los golpes de calor en estas épocas del año donde los picos de temperaturas son tan altos. «Estos días han sido muy complicados», relata Gustavo, un empleado de una conocida empresa de entregas a domicilio: «Ten en cuenta que cuando la gente hace pedidos de comida coincide con las horas de más calor, pero es nuestro trabajo y cuando hay un pedido hay que entregarlo».
Un grupo de albañiles que participa en labores de mantenimiento de carreteras ha explicado cómo es trabajar en estas calor incesante. «Agradable no es», exclama uno de ellos, lo que provoca carcajadas entre sus compañeros. «Pero no podemos irnos y dejar esto patas arriba, la obra hay que terminarla y alguien tiene que encargarse de ello», remata. «Sin duda estos días de bochorno la faena cuesta más. y a lo mejor lo que antes hacías en cuatro horas hoy lo haces en cinco», explica otro albañil, y sentencia: «El calor te ralentiza y cualquiera que esté hoy trabajando de sol a sol lo sabe».
Las altas temperaturas son incluso más peligrosas para ciertos trabajadores. Julio, ferrallista de profesión, afirma: «Este de por sí ya es un curro duro, pero imagínate cómo es manipular ahora vigas de hierro a las que les está dando el sol todo el día con este calor». «El hierro está ardiendo», precisa. Debido a la falta de personal, este trabajo exige un esfuerzo extra a los obreros, quienes viven algunas situaciones de riesgo en el que se considera ya uno de los veranos más calurosos desde que existen registros oficiales. «Cuando estás dentro de un muro de hormigón eso parece un horno, no paras de sudar y necesitas hidratarte constantemente», detalla Mateo.
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
Patricia Cabezuelo | Valencia
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