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Artur saluda a su familia de acogida y a su tío a su llegada a Valencia.

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Artur saluda a su familia de acogida y a su tío a su llegada a Valencia. IVÁN ARLANDIS

«Al meu poble ja no queda res»

Más de cuatro decenas de refugiadas ucranianas llegan a Valencia gracias a la Fundación Juntos por la Vida

Álex Serrano

Valencia

Lunes, 7 de marzo 2022, 07:24

«Al meu poble ja no queda res». Así, en valenciano, Katya ha explicado qué deja atrás en Bucha, un pequeño pueblo de Ucrania. «Ahora estoy mucho mejor que allí», dice Artur, de 11 años. «Por el camino ves cosas que no querías ni ver», comenta Marina, que vivía en Kiev hasta que la guerra la expulsó de su casa y que se ha tenido que cruzar un país arrasado por la megalomanía.

Ninguna crónica sobrevive al contacto con la realidad. En esta, había hasta referencias a Tolstoi. Pero cuando las primeras refugiadas ucranianas han empezado a bajar del autobús fletado por la Fundación Juntos por la Vida con una gran cruz roja pintada que les ha traído desde la frontera con Polonia, bastaba con escucharlas. Y mirarlas. Sobraba todo. Hasta las mascarillas. Lo que contaban esos ojos, arrasados por las lágrimas algunos, cansados y nublados otros, hablaba de un viaje eterno a través de Europa (dos días) y de una huida desesperada de las bombas.

A las 5.22 ha llegado el autobús de la Fundación Juntos por la Vida y de él se han bajado 43 refugiadas. Según ha explicado el vicepresidente, Jesús Rodríguez, la acogida de estas personas va a ser «más fácil» porque ya tienen relación con personas que viven aquí. «Tenemos cientos de solicitudes de acogimiento, pero no es tan sencillo», ha agregado.

Imagen principal - Refugiados de Ucrania en Valencia: «Por el camino ves cosas que no querrías ver»
Imagen secundaria 1 - Refugiados de Ucrania en Valencia: «Por el camino ves cosas que no querrías ver»
Imagen secundaria 2 - Refugiados de Ucrania en Valencia: «Por el camino ves cosas que no querrías ver»

No obstante, Rodríguez ha indicado que según pasen los días, esta acogida será más complicada, ya que vendrá gente que no tiene relación con nadie en el territorio valenciano y también tendrán que localizar a quien los acoja. Para ello, habrá que superar el «efecto gaseosa» de los primeros días: «Mucha gente quiere ayudar, pero esto no es acoger a un niño, es una familia entera que igual viene con la madre, los hijos y la abuela», ha apuntado.

«Este es un acogimiento humano, de entrega y esfuerzo: vas a sacar a una familia de la guerra y la tienes que cuidar y querer, pero no vienen porque quieren. En cuanto puedan van a volver, si tienen la casa y sus negocios allí, pero ahora es un tiempo que no sabemos cuánto durará y habrá que echarles una mano», ha explicado. «Habrá de todo, hay personas más humildes, hay con más capacidad, pero eso poco a poco, primero que tengan un techo al que llegar y luego iremos viendo», ha añadido.

Entre los refugiados que han llegado a Valencia está Artur, de 11 años, que ha venido con su tía y su primo. «Estamos mucho mejor que en Ucrania», decía, en un perfecto castellano, porque lleva desde muy pequeño viniendo a Valencia. Marina tiene 18 años y es de Kiev. De nuevo, en un español envidiable, ha explicado que lo más duro «es saber que tú te vas y tu familia, tu hermano y tus amigos, se quedan allí». «Por el camino ves cosas que no querías ni ver», ha indicado Marina, antes de decir que lo que quiere hacer en Valencia, además de dormir, es «no preocuparse».

Puede parecer una reclamación muy de aquí, muy de un mundo en paz, de quien quiere que llegue el fin de semana para olvidarse del trabajo. Pero las palabras cobran un significado distinto cuando viene de personas que cuando escuchen hoy la mascletà no podrán evitar pensar en otras explosiones, esas mucho más cruentas, que les han cambiado la vida de la noche a la mañana. «Hay gente que ha visto muchos muertos», dice Marina como si nada. Los periodistas que están hablando con ella, un círculo de cámaras, micrófonos y grabadora, enmudecen. Y no es fácil hacerles callar.

La realidad es que algunas cosas sorprenden. Muchas, de hecho. Que toda su vida tenga que ir en bolsas porque el resto se ha quedado en un país arrasado por la guerra. Que los niños más pequeños sonrían, como el hijo de Katya, de dos años y unos enormes ojos azules, amarrado a una bolsa de zumo. Que las mujeres no lloren, quizá porque no les quedan lágrimas. Que sí lo hagan las familias valencianas que acogen a los niños y, ahora también, a sus madres o tías. Que esté abierta la Facultad de Medicina de la Universitat de València por decisión personal de la rectora, Mavi Mestre, que ofreció bebida, café, fruta y bollería a prensa, familias y refugiados. La metáfora de que sea un centro educativo donde se enseña a futuros médicos donde lleguen quienes huyen de la guerra también es potente.

En definitiva, no hay mucho que contar. Y en realidad, hay vidas enteras. Pero cuesta hacerlo cuando Katya, de nuevo, en valenciano (porque lleva una década viniendo a Nules), cuenta que cuando estaban esperando el autobús que debía llevarles a la estación de tren desde donde partir para subir al autobús que les ha traído a España cruzando toda Europa, le llamó su marido para decirle que el pueblo «está destruido». Ese «no hi ha res» hiela la sangre.

«No sé cómo están mi marido y mi abuelo porque no tienen cobertura, ni luz, ni agua ni gas», dice, casi calmada. La procesión, claro, va por dentro. «Ahora, sólo quiero descansar», comenta, en una reclamación que se repite en quienes hablan castellano y que se sobreentiende en quienes no lo hacen, incluso en los valencianos que han pasado la noche en la Facultad de Medicina pero que ondean una bandera de Ucrania cuando ven llegar al autobús.

La Fundación Juntos por la Vida lleva más de 25 años trayendo a España para las vacaciones de Navidad y verano a los conocidos como niños de Chernóbil, y los lazos creados entre las familias y los ahora refugiados son fuertes. Se ve en el abrazo que le da a Artur su 'primo' de acogida, que promete que le va a enseñar muchos juegos.

Que lo haga. Pese a Putin, Artur sólo es un niño.

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