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La peatonalización provisional de la plaza del Ayuntamiento protagonizó el pleno de ayer con dos mociones y una interpelación al gobierno municipal para que paralice las obras pendientes y reconduzca el cierre al tráfico con un concurso. Todo fue desestimado y sigue adelante, pese a acusaciones tan graves como las del concejal de Ciudadanos Narciso Estellés, quien dijo en una de sus intervenciones que la «plaza roja» por el color del nuevo asfalto se ha convertido en la «plaza negra», por un «contrato a dedo, una mala praxis, decisiones oscuras de movilidad, movimientos de ocultación y una nueva trama». La portavoz del grupo popular, María José Catalá, alertó por su parte de posibles irregularidades a la hora de aprobar el proyecto en la comisión de Patrimonio.
La edil defendió la paralización de las obras y la retirada del mobiliario colocado, en concreto los 200 maceteros que tantas críticas han provocado. Reclamó que se pidan informes al Consell Valencià de Cultura y a la Academia de Bellas Artes por la afección al entorno protegido.
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Anunció que el PP denunciará en la Conselleria de Cultura la posible afección que esta intervención puede provocar en el patrimonio cultural de la Plaza del Ayuntamiento, igual que el desvío de líneas de la EMT en los edificios Bien de Interés Cultural de la calle Poeta Querol.
El concejal de Movilidad, Giuseppe Grezzi pidió «respeto» tras las intervenciones de la oposición. «Si ustedes saben de alguna trama ya pueden denunciarla, pero luego se lo archivan todo», para insistir en que toda la «documentación está accesible. ¿Quieren quitar la peatonalización?», interpeló.
Los contratos de la EMT para el cierre al tráfico de la plaza del Ayuntamiento, sobre todo el referido a su diseño y que fue adjudicado a dedo, han desatado una tormenta política con críticas a la «improvisación» de todo el proceso, con calificativos hacia un lugar «horrible» por el aspecto que tiene ahora. El concejal de Vox Vicente Montañez no dudó en bautizarla como «plaza de los tubarros» por los 200 maceteros circulares de hormigón pintado de verde que sirven para separar la zona peatonal de los carriles para la EMY y el taxi, junto con la parte abierta a la circulación entre Periodista Azzati y la calle Lauria.
Catalá dijo que la paralización económica «por el estado de alarma está teniendo una especial incidencia en los barrios de Ciutat Vella, al contar con una actividad comercial por encima de la media del resto de la ciudad», por lo que señaló que decisiones como la de la Plaza son especialmente «inoportunas», para pedir que no se reduzca la oferta de transporte público en el centro.
La portavoz popular apuntó la necesidad de que haya un nuevo dictamen de la comisión técnica de Patrimonio, ya que «sólo sobre un proyecto preliminar de siete folios y no sobre el proyecto definitivo de la plaza del Ayuntamiento. El proyecto completo del diseño no llegó al Ayuntamiento hasta el 12 de marzo, 21 días después que se aprobara la actuación», criticó.
En la interpelación suscrita por el portavoz de Ciudadanos, Fernando Giner, el alcalde Joan Ribó rechazó que el cierre al tráfico sea producto de una improvisación. «Lo llevamos en nuestro programa electoral y en el acuerdo de gobierno con el PSPV», comentó, para insistir en que se trata de una intervención provisional. «No tengo claro que el autobús pase por allí luego, igual tiene que pasar por Pascual y Genís», dijo como ejemplo de lo que considera una «plaza muy difícil» para su diseño.
Rechazó el término Plaza Roja, para indicar que «lo más rojo son las aceras que resbalan cuando llueve y costaron 2,5 millones de euros», en referencia a la remodelación integral que se hizo en la época de Rita Barberá. «El pavimento no será rojo, sino de color como de tierra», indicó, pese a que en la memoria presentada a Patrimonio por el servicio de Movilidad se habla de la repavimentación «se realizará con un pavimento decorativo de asfalto pulido con áridos de color rojo», lo mismo que dijo en su día la vicealcaldesa Sandra Gómez, al anunciar el suelo rojizo.
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