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F. P. PUCHE
Domingo, 20 de diciembre 2020, 01:16
Siempre que nos hemos referido a la Casa Forestal de la Dehesa, o del Saler, hemos pensado en una propiedad que aparece en la historia de Valencia en «los años veinte». Pero siendo cierto, no es exacto. Fue construida entre 1906 y 1907 por el Estado, que era entonces titular de la Dehesa y la Albufera, para uso de los servicios forestales. Y sólo en 1911 fue cedida a la ciudad junto con el monte y el lago; una cesión teórica que no se hizo efectiva hasta 1927. Ese año, el concejal Fernández de Córdoba fue el custodio de la llave para evitar algunos «episodios» que en la casa debían de estar produciéndose.
En efecto, el repaso de las hemerotecas indica que la iniciativa de construir una Casa Forestal para uso de los guardias y los ingenieros del monte de la Dehesa la toma el Ministerio de Fomento, como corresponde al titular de una propiedad que el rey don Jaime guardó para sí y que fue de la Corona hasta el traspaso al Estado de gran parte de los bienes privativos de los reyes, en 1865.
En LAS PROVINCIAS y en la 'Gaceta' hay pistas claras del impulso del proyecto en 1906. El 15 de septiembre de ese año se puso en marcha una decisión estatal que ni siquiera necesitó del enterado del Ayuntamiento. El día 18 de ese mismo mes LAS PROVINCIAS dio cuenta del decreto de Fomento que aprobaba un proyecto formulado por el ingeniero titular de la Dehesa. Era preciso «para que se instale en ella el personal de guardería encargado de la vigilancia de toda aquella zona de monte, en la que los leñadores cometen con más facilidad daños que conviene evitar». Leñadores y carboneros clandestinos eran, en efecto, los problemas de la Dehesa y de todos los montes públicos españoles.
La Casa Forestal se presupuestó en 19.878,30 pesetas pero se autorizó invertir 8.854,80 en una primera fase. El ingeniero jefe del distrito forestal fue comisionado para el control de los pagos; y hubo además una peculiaridad: dada la dificultad del acarreo de materiales y por «tratarse de una zona que está caracterizada por su insalubridad, está justificado en este caso se realice la obra por administración». En 'La Correspondencia de Valencia' de 4 de mayo de 1907 se puede encontrar una nota que indica que la dirección general de Agricultura había concedido el resto de la cantidad presupuestada, 11.013,55 pesetas «que faltaba abonar en el presente ejercicio, para la terminación de la indicada casa». La obra, pues, estaba terminada e incluso pagada.
Hay poca información en la prensa sobre esa Casa Forestal. En 1915 sabemos por los periódicos que estaba incluida en la red de estaciones meteorológicas que facilitaban datos de lluvia mensuales al Servicio Meteorológico Regional; también conocemos que esta era llamada «Casa Forestal Nº1» y que en la Dehesa, en concreto en la Mata del Fang, había otra instalación forestal menor.
De la historia de esa Casa Forestal sabemos que en 1917, aunque la finca estuviera todavía en manos del Estado, recibió las primeras visitas turísticas que organizó la Junta Valenciana de Turismo. Las facilitó el ingeniero de Montes señor Mira junto con dos notables profesores universitarios. El 9 de mayo, a las seis de la mañana, un centenar de viajeros emprendió en la Glorieta la ruta del Saler. Visitaron la casa de Sancho, en La Punta, vieron faenar temprano a los pescadores del 'bolig', desayunaron a la orilla del mar, embarcaron en El Saler para un recorrido por el lago hasta el Racó de l'Olla, cruzaron el bosque en carruajes y a la hora del almuerzo estaban en la Casa Forestal, donde sin duda se guisaron paellas.
Tras la comida, los profesores Boscá y Pérez Lucia hablaron a los turistas sobre la fauna y la flora del lago. Una traca cerró la agradable excursión a media tarde. Las expediciones, sin embargo, no tuvieron continuidad.
En 1917 se sirvió una comida al primer grupo de turistas que tuvo el lago y la Dehesa, y la luz eléctrica llegó en 1929F. P. PUCHEValencia. El Estado decidió ceder a la ciudad la Dehesa y la Albufera a través de la Ley de 23 de junio de 1911. Sin embargo, la donación sólo se hizo realidad dieciséis años después. En mayo de 1927 autorizó la entrega y Alfonso XIII, en una ceremonia celebrada en los Viveros el 3 de junio de ese año, corroboró con su firma el traspaso a la ciudad. Con todo, no fue un regalo, sino una compraventa: Valencia pagó 1.062.980,40 pesetas por el lago y el monte. Las peticiones del Ayuntamiento republicano para que se exonerase a la ciudad de los pagos anuales, como se había hecho en las donaciones de bienes de la Corona a Sevilla y Barcelona, no fueron atendidas.Y es después de la cesión por el rey, cuando la propiedad ya era municipal, cuando encontramos en LAS PROVINCIAS (29.07.1927) una interesante y breve nota que dice: «Para evitar las denuncias, que en gran número se han presentado por operaciones realizadas en la Albufera, la alcaldía advierte que para todo acto que en la Albufera haya de realizarse, se necesita la correspondiente licencia, que habrá de solicitarse del Ayuntamiento. Ayer le fue entregada al presidente de la comisión de la Albufera, señor Fernández de Córdoba, la llave de la casa forestal».¿Qué «operaciones» eran esas? ¿Qué denuncias llegaron hasta el alcalde? En todo caso, el concejal pidió la llave y seguramente puso orden. Quizá de esa época, o de otras más permisivas, proceden las viejas leyendas que siempre han circulado por los pasillos municipales sin mucho aire de verosimilitud: de ser ciertas estaríamos ante una casa forestal convertida en escenario de ilustres paellas privadas o incluso en nido de amor de ediles pícaros.A finales de los años veinte, probablemente, la casa fue decorada con mayor calidad. A esa época responden las fotos que conserva el Archivo Municipal. Lo que sí sabemos es que, durante la Dictadura, el Ayuntamiento obsequió allí con un almuerzo al aire libre (8 de junio de 1928) a los asambleístas que vinieron a Valencia a un congreso sobre Previsión Social, con motivo de la inauguración de la popular «Casa del Xavo» en la avenida de Marqués de Sotelo. Aunque se prefería el restaurante de los Viveros, o el que abrió en la playa de la Dehesa, fue el primer ágape servido en el recinto. Pero aquella casa forestal primitiva no debía ser especialmente lujosa. En julio de 1929 el Ayuntamiento acordó ponerle una «modesta instalación eléctrica»; lo acordó junto con la renovación de los uniformes de verano de los guardas y la compra de una bicicleta para su servicio.Ya en agosto, quizá ya con bombillas, se hizo allí la ceremonia de la 'demanà', la subasta de los puestos de caza en la Albufera, que generalmente se ha hecho en el Saler. Finalmente anotaremos que en mayo de 1933 se acordó acondicionar las cuadras del recinto. Hay que señalar que la casa debió servirse de pozo hasta muy tarde, ya que el Saler y El Palmar no tuvieron red de agua potable hasta 1931.
En tiempos de inseguridad terrorista, el ministro Martín Villa pasó unas vacaciones discretas en la fincaF. P. PUCHEValencia. Durante el franquismo también menudearon los rumores de «usos extraoficiales» de las instalaciones de la casa. El más verosímil fue, ya durante la transición, el periodo de vacaciones que el ministro de la Gobernación, Martín Villa, se dice que pasó con su familia en Semana Santa de un año en el que estaba muy agobiado por los atentados terroristas. Allí encontró calma y seguridad, con la ayuda de la Guardia Civil.No hay indicios de que los visitantes ilustres de los primeros años del franquismo -Carmen Polo, Serrano Súñer o Blas Pérez- pasaran por la instalación, aunque estuvieron en el lago de excursión, como el propio general Franco. En el año 1958, tras la riada, el Ayuntamiento construyó y acondicionó dos pequeñas casas forestales -según el Boletín de Información Municipal en el «Puchol Viejo y en el Puchol del Perellonet»- y reparó «las casas forestales antiguas». Fue entonces, siendo alcalde Rincón de Arellano, cuando se le otorga un nuevo aire y una mejor calidad a las instalaciones, donde se podía atender a visitantes notables que incluso podían dormir si era preciso. En el exterior, las verjas y farolas, más una pérgola bajo la terraza, corroboran el aire rústico valenciano del interior, con profusión de cerámicas de los Gimeno, especialmente encargadas para el vestíbulo, los suelos y una sala presidida por una hermosa chimenea. Cántaros, aperos agrícolas y de pesca completaban una escenografía de alquería valenciana que, en la terraza y los jardines, desbordaba de plantas muy bien cuidadas. La pieza artística más notable que se guardó allí muchos años fue el pergamino, firmado por Alfonso XIII, del acta de concesión de la Albufera a la ciudad.La Casa Forestal fue restaurada en los años noventa y sirvió, después de las elecciones municipales, como escenario de un almuerzo de despedida y bienvenida de concejales en el que participaba toda la corporación y la prensa. Durante el largo mandato de Rita Barberá en la alcaldía, numerosos visitantes ilustres fueron agasajados allí. Como es obvio, junto con el gran comedor de la planta principal, el paellero era el centro de atención de los visitantes invitados. La alcaldesa hizo del momento de echar el arroz a la paella una ceremonia de agasajo especial.En marzo de 2011, la Casa Forestal sirvió para iniciar las celebraciones municipales por el Centenario de la propiedad municipal del lago. El 15 de marzo de 2006, los reyes don Juan Carlos y doña Sofía fueron obsequiados con un almuerzo allí después de asistir a la 'mascletà'. Volvieron en diciembre de 2010 con el presidente Zapatero. En septiembre de 2017, el gobierno municipal celebró en ese enclave una jornada de convivencia y reflexión.
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Javier Bienzobas (Gráficos) y Bruno Parcero
Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
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