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El Ayuntamiento de Valencia es como un microclima: fuera puede haberse desatado una tormenta, que dentro todo serán aguas calmadas. O al revés: desde fuera se puede observar una tremenda marejada mientras quienes no conocen los entresijos de la Casa Gran se preguntan qué ... diablos pasa ahí dentro. Estos días, el Consistorio vive inmerso en el primer caso. Terminadas las elecciones, todos los ojos se giran hacia María José Catalá, futura alcaldesa, a veces de forma literal: este miércoles, en el último pleno del mandato, la última función del Rialto, era el centro de todas las conversaciones. Ella, ajena al pacto entre PP y Vox por la Generalitat, insiste en hacer como que no ve a Juanma Badenas y sus manos tendidas, que le salen al paso como a Blanca Paloma en la actuación de Eurovisión.
Fuentes cercanas a la que será, con toda la seguridad, la próxima alcaldesa aseguran que nada ha cambiado con respecto al lunes, cuando ella misma dijo que quería ser investida en minoría. Todo ha cambiado, por supuesto, y eso lo sabe el PP, pero la hoja de ruta marcada no ha cambiado desde el 28 de mayo y no parece esperable que vaya a modificarse en las próximas 48 horas. No ha habido ningún encuentro bilateral entre Badenas y Catalá, pese a que el próximo portavoz municipal de Vox se ha ofrecido en múltiples ocasiones. «Lo de ayer no cambia nada», insistían este miércoles fuentes del PP, que aseguraban, también, que Catalá aún no ha trasladado qué concejales van a ser designados como «hombres fuertes» el sábado cuando la ya alcaldesa delegue en ellos determinadas funciones, tal como anunció el lunes. Todo parece indicar, eso sí, que serán Juan Carlos Caballero, Juan Giner, María José Ferrer San Segundo y quizá José Marí Olano.
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Todo esto es, como les gusta decir a los periodistas deportivos, a día de hoy. Porque todo puede cambiar con rapidez. Fíjense si no en lo que ocurrió en Les Corts: de la primera reunión entre PP y Vox se salió con un acuerdo firmado. Y es que «lo de ayer», como se referían los ediles este miércoles al pacto por la Generalitat, lo cambia todo para la que será oposición dentro de 48 horas. La vicealcaldesa en funciones, Sandra Gómez, ha aludido a «la foto de la vergüenza» mientras que Compromís ha tirado de esa dialéctica heroica que han puesto en marcha desde las elecciones. «Seremos el dique de contención», decían desde la formación econacionalista el martes por la tarde.
Eso, claro, es de puertas para fuera, porque les contaré un secreto: los concejales se llevan bien. Bastante bien. Casi todos, por supuesto, porque hay excepciones, pero la relación es buena. Se vio el viernes pasado cuando acudieron a por las actas de concejal, cuando todos dieron la enhorabuena de forma efusiva a Catalá por su reciente maternidad, y se vio este mismo miércoles, en el que era el último día en el cole para muchos de ellos. Como ustedes cuando se iban de vacaciones de verano y no sabían si en septiembre iban a volver con sus mismos compañeros, que se despedían de ellos como si fuera la última vez que iban a verlos, los ediles se dijeron adiós de forma emocionada.
Se dejaron ver los cuatro concejales de Ciudadanos, capitaneados por un sonriente Fernando Giner. También acudió un menos sonriente Vicente Montañez, de Vox, que tuvo que sentarse al lado de Pepe Gosálbez, su portavoz municipal, por última vez durante el pleno de aprobación de actas de los anteriores. El gran ausente fue Aarón Cano, por lo que había únicamente 31 concejales (Rocío Gil abandonó Ciudadanos en mayo y nadie la sustituyó). La sesión sirvió, en la práctica, para que el alcalde se despidiera.
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Pablo Salazar
Ribó agradeció a todos los concejales del pleno los años que han pasado juntos y les ha deseado «lo mejor en su vida» a quienes no continúan en la corporación, tras las elecciones. Tras la conclusión del pleno, Ribó se ha dirigido a la prensa para declarar que ha sido una legislatura »que hemos intentado conducir por los caminos de la amabilidad; no ha hecho falta avisar seriamente a nadie. Creo que las cosas han funcionado de manera razonable». Respecto al traspaso de poderes, el alcalde en funciones ha detallado que se está llevando a cabo «de una manera cordial y lo más amable posible, tal como se ha de hacer en un sistema democrático como el nuestro».
También acudieron decenas de asesores. Todos están cesados con efectos del sábado. Los grupos, sobre todo Compromís, tendrán que aligerar su nómina de asesores en el mandato que empieza en 48 horas. Catalá tendrá también que decidir cuáles de los 33 ediles tienen dedicación exclusiva (un máximo de 25) y cuáles parcial. Lo normal es que sean los ediles del equipo de gobierno quienes disfrutan del sueldo completo mientras que la mitad, más o menos, de los de la oposición verán sus nóminas recortadas tal como ordena la llamada Ley Montoro. En 2019, de hecho, esta cuestión suscitó una agria polémica entre PP y Compromís y PSPV.
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