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Antiguo circuito. Una de las verjas que delimitaban el trazado de velocidad en el barrio del Grao, ayer.

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Antiguo circuito. Una de las verjas que delimitaban el trazado de velocidad en el barrio del Grao, ayer. damián torres

Valencia, el cementerio de los grandes proyectos

Paralización. El circuito de F-1 se llena de chabolas mientras la Generalitat descarta utilizar las lamas móviles en el Ágora, el Mestalla inacabado rebasa plazos y la Marina acumula retrasos sin obras en marcha

PACO MORENO

Viernes, 5 de febrero 2021, 01:15

Hacía algo de frío poco después de las ocho de la mañana en la Marina, un escenario fijo, vacío excepto por el movimiento de algún pesquero saliendo por el canal y varios deportistas que aprovechaban la enorme superficie de la Marina Sur. Al fondo de una infinita explanada donde debe situarse el mayor varadero de la Comunitat descansan un monocasco y un catamarán de la Copa América rodeados de residuos y contenedores de basura.

Es la analogía perfecta de un cementerio de grandes proyectos, rematado por unas vallas que impiden el paso a un jardín y una zona de descanso, un macetero de piedra destrozado presuntamente a patadas y con una botella media llena de naranjada en su interior, resto de una fiesta.

La Marina sigue viva, defienden sus responsables, pero la actividad brilla por su ausencia. Al margen de los restaurantes cerrados permanentemente (ahora lo están todos por la pandemia), no se ve a nadie en los Tinglados 4 y 5, ni tampoco en la antigua estación Marítima.

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En las grandes naves está pendiente el proyecto de rehabilitación y equipamiento, aseguran, mientras que en el bloque de futuras oficinas han parado una semana por falta de suministro. Los barcos son propiedad del Ayuntamiento, que no los ha cedido al Consorcio Valencia 2007. ¿Qué hacer con ellos? Es una pregunta que nadie contesta de momento en el gobierno municipal.

La siguiente parada del cementerio es el circuito de Formula 1. Donde antaño había gradas ahora hay chabolas, prácticamente en todos los lugares del viejo trazado del Grao. Los solares están en «parada técnica» mientras se decide si el diseño del barrio lo hace el Ayuntamiento o las empresas propietarias de las parcelas, que hace años ya lanzaron una propuesta que no cuajó.

El problema sigue siendo, apuntan fuentes municipales, a los 40 millones que debe pagar el Consistorio a la Generalitat por la deuda de las obras del circuito. Cuantas más asfalto se aproveche para las calles, más barata saldrá la factura porque será asumida por las empresas promotoras como una carga urbanística. La cuenta no está hecha.

El circuito ya no existe ni sobre el papel y la última modificación municipal fue eliminar el llamado delta verde e incluir una estación de bombeo de la red de colectores entre las inversiones que debe sumar el desarrollo del sector. Así permanece desde hace años, mientras las fachadas del cementerio del Grao se llenan de pintadas y las chabolas crecen hasta ser ya un poblado.

La tercera parada se encuentra cerca, en un solar donde la Generalitat quiso construir unos rascacielos y que ahora acogen un centenar de lamas, enormes piezas metálicas de 20 metros de longitud cada una. Costaron 13 millones de euros y debían coronar el Ágora como un elemento móvil. Fueron desestimadas.

La cuestión es que siguen ahí, almacenadas a la intemperie sobre piezas de madera y pintadas con un producto anticorrosivo para que no se echen a perder del todo. Su futuro está con seguridad en un desguace, aunque de momento la Ciudad de las Ciencias no mueve ficha. Eso sí, al menos el solar mantiene su uso residencial y terciario para que alberguen viviendas, hoteles u oficinas, confirmaron fuentes de la empresa autonómica.

El cuarto elemento no está en el cementerio como los anteriores, pero se aproxima peligrosamente. El reinicio de las obras del nuevo Mestalla no tiene plazos pese a las claras advertencia del Ayuntamiento de que las autorizaciones están caducadas hace tiempo. El Valencia negocia la modificación de la licencia en un trámite interminable, mientras la estructura de hormigón se yergue en Cortes Valencianas a la espera de convertirse en un campo de fútbol. Los bares abiertos hace años con el optimismo de vivir del coliseo hace ya tiempo que cerraron para siempre.

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