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Tan lejos como la semana pasada, el Ayuntamiento anunció la concesión de la licencia de obras para la rehabilitación del edificio de la calle Barcas, 5 para un hotel de medio centenar de habitaciones. El centro financiero de Valencia cambia poco a poco de perfil y el último proyecto puesto sobre la mesa así lo constata. Una empresa quiere convertir la antigua sede de Banesto (luego comprada por el Santander) en la esquina de Pintor Sorolla con la calle Universidad en un establecimiento de cuatro estrellas.
La iniciativa ya se ha entregado en la comisión de Patrimonio, donde los técnicos deben validar si la reforma cumple con los parámetros de la legislación, en especial el Plan de Ciutat Vella. Este documento favorece la concentración en esta zona de edificios de uso terciario, oficinas sobre todo, aunque su cambio a hotelero es relativamente sencillo.
Otro asunto bien distinto es incluirlos en los barrios del centro donde predomina el uso residencial o el Ayuntamiento tiene interés en recuperar población. Para casos como Velluters o el Carmen, la opción más sencilla de este tipo de inversión es que se trata de palacetes, como ocurre con los pendientes en la calle Eixarchs, donde obviamente su transformación en viviendas es claramente inviable.
El inmueble ha registrado numerosas transformaciones. Fue construido en 1927 para uso bancario con un proyecto del arquitecto es Enrique Viedma y un estilo inicial de corte clásico. En 1938 se adaptó la zona del sótano como refugio para resguardo de los bombardeos para los propios trabajadores del banco, lo que fue desmontado en 1940.
En 1948 se ampliaron los locales anexionando del edificio colindante, bajo la firma de Vicente Valls Gadea. El mismo arquitecto es autor de la reforma de planta primera y segunda. En 1962 tiene lugar una reforma de la fachada por Salvador Pascual en la que se elimina la fachada clásica y se convierte en una que podría calificarse como actual de la época con líneas rectas y ordenadas. En 1998 después de algunos proyectos se ejecuta el proyecto que firman Julio Vila y el despacho de Rafael Gómez-Lechón y Javier Poyatos. Esas fachadas son las actuales.
Hasta el cierre, todas las plantas estuvieron dedicadas a oficinas bancarias, estando en el semisótano las cajas fuertes y la cámara acorazada. La edificabilidad de las seis plantas y la terraza suma 3.275 metros cuadrados. De cara a su transformación como hotel, el arquitecto Jaime Aloy propone que en el semisótano se instalen instalaciones y zonas de trabajo y uso de empleados, además de la cocina y un comedor de uso exclusivo del hotel. Se volverán a abrir los huecos de iluminación y ventilación cerrados para mayor aislamiento de las cajas de seguridad, instaladas en la reforma de 1998 en que se ciegan las ventanas.
En la planta baja, elevada a cierta altura del nivel de la calle se desarrolla la recepción del hotel, además de cinco habitaciones. Las otras plantas se dedican exclusivamente a estancias, entre 11 y 12 cada una. Se abren huecos en las plantas 1 a la 6 en la fachada de la calle Barcelona en la zona de la medianera con el edificio colindante para ofrecer ventilación a la nueva escalera.
También se aprovecha parte de la terraza plana de la cubierta como mirador y solarium, con una lámina de agua. La parte edificada de la cubierta es la de ascensores y alojamiento de su maquinaria. En principio se mantendría con el mismo uso, aunque en un local recayente a Pintor Sorolla se instalará un pequeño bar. La previsión de la empresa HBV 33 Inversiones Financieras e Inmobiliarias es destinar 2,47 millones a las obras.
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