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Control de la Policía Local de Valencia, este sábado de madrugada en l'Assut d'Or. IRENE MARSILLA
Cenas de empresa en Valencia: la cerveza de 1.000 euros de Yoel

Cenas de empresa en Valencia: la cerveza de 1.000 euros de Yoel

La Policía Local organiza controles de alcohol y drogas en Valencia con motivo de las fiestas navideñas: «Al volante, la mejor cantidad siempre es 0,0»

Sábado, 21 de diciembre 2024, 07:17

«Sólo me he tomado una cerveza». No, claro que no. Lo sabes tú, que te cuesta decir el nombre de tu jefe aunque conduces su furgoneta; lo sabe el agente que te ha parado, unos ojos inquisitivos sobre la braga; y lo sé yo, que no te conozco de nada pero te veo buscar a tientas la cerradura del vehículo. Pero, sobre todo, lo sabe el etilómetro, que dice que das 0,32 miligramos por litro de aire, un 30% más de la tasa máxima. A Yoel, que así se llama el joven que viaja en un furgón enorme y destartalado con una chica que quiere que se la trague la tierra y que parece pensar en que tenía que haber hecho caso a sus amigas, esa «cerveza» le va a salir cara: le va a costar 1.000 euros, porque ya tenía una sanción idéntica del año pasado.

Mientras Yoel va hacia la furgoneta de Atestados para repetir la prueba y recibir la multa definitiva, decenas de coches esperan en el puente del Assut d'Or, una serpiente roja y nerviosa que aguarda bajo las luces azules de los coches patrulla. Es sábado por la noche, dos días antes del sorteo de Navidad. Noche de cenas de empresa. «Hoy y mañana son los días de más cenas», reconoce Antonio Castro, intendente de la Unidad de Seguridad, Apoyo y Prevención (USAP) de la Policía Local de Valencia, con quien LAS PROVINCIAS pasa una glacial noche bajo las lamas del Ágora.

El complejo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias y, en concreto, el puente que une las rotondas de la salida de El Saler y de la avenida de Francia es el lugar elegido por los agentes para colocar el primer control de la noche, a eso de las 0.15 horas. El funcionamiento es sencillo: con coches atravesados en la carretera, un agente se dedica a señalar con la mano en alto los vehículos que considera sospechosos. Es un trabajo complicado, que tiene mucho de olfato policial. A veces, hasta literalmente. «Si huele a alcohol o a marihuana…», explica Gómez, que no termina la frase. Tampoco hace falta. Los conductores circulan después hasta uno de los cuatro 'boxes' situados a un lado del puente, donde los agentes de la USAP comprueban matrícula, papeles y, claro, nivel de alcohol en sangre.

Como hacen con un conductor, llamado Alberto, que dice que se ha tomado una cerveza en la cena. «¿Solo una?», le pregunta el agente. «Sí, sí», responde él. Pero, aunque sea tiempo de ilusión y de creer que cada uno es capaz de dar lo mejor de sí mismo, el agente no le cree. «Sople, sople hasta que le diga». Alberto lo hace y el aparato pita un segundo después. «0,10, está todo bien, pero ya sabe que al volante la tasa debería ser de 0,0», le cuenta. Pero no le va a sancionar. Alberto respira. Hasta que un policía se acerca al primero. «Compi», le dice la mole de metro ochenta a la otra mole de metro ochenta, sin que haya nada en ellos que justifique el diminutivo, «tiene la ITV caducada». Alberto, que se las prometía muy felices, tendrá que pagar 200 euros. «Es que vivo en Catarroja…», dice. «Caballero, la tiene caducada desde enero», la responden. Alberto, ahora sí, se rinde: no hay manera de librarse de esta.

Avanza la noche. Yoel recibe la sanción por alcoholemia positiva, con el agravante de que, como ya tenía otra del año anterior, le costará 1.000 euros, no 500. Y encima no se puede llevar la furgoneta. Él y su novia, que a estas alturas seguro que piensa que debería haberle hecho caso a sus amigas, se van puente abajo, hacia la avenida de Francia, mientras viene una grúa. «Cuando das positivo, pueden venir a por el coche o llevárselo la grúa, lo que llegue antes», explica Castro. Acompañado del oficial Antonio Gómez, comentan que la tasa de alcohol en sangre depende de muchos factores. «¿Es posible que haya sido sólo una cerveza?», pregunto. Ambos lo niegan. «Cuando alguien admite haberse tomado una cerveza, multiplícalo por tres», responden. «Al final, es verdad que depende de la hora a la que te la hayas tomado: el alcohol alcanza su pico máximo a la media hora, luego hay una meseta de media hora en la que el nivel se mantiene y luego baja durante otra media hora», explica didácticamente el oficial Gómez, que asegura que los expertos en atestados de la Policía Local disponen hasta de una fórmula para saber qué tasa de alcohol en sangre o por litro espirado tenía alguien en el momento de un accidente si consiguen hacerle la prueba horas más tarde.

A eso de la 1.30 de una madrugada, un vehículo lleno de gente se para en uno de los boxes. De él bajan cuatro chavales, uno de ellos menor de edad. «Íbamos a dar una vuelta, señor agente. A ver qué se cuece», explica el conductor. Pues nada, qué se va a cocer, hay 8 grados en la calle. Los policías hacen bajar a los cuatro chavales mientras comprueban antecedentes («yo estuve detenido», dice el conductor, «por… cosas»). Ahí se quedan los cuatro, las manos bajo los brazos, dando pequeños saltitos, mientras un policía con forma de estatua les vigila y otros dos revisan concienzudamente el vehículos. «¿Esta chaqueta de quién es?», pregunta. «Nuestra». «Hombre, ya lo sé, está en vuestro coche, pero, ¿de quién?», insiste. «Mía, mía», contesta uno de los chavales. En la búsqueda en el maletero encuentran una llave inglesa de grandes dimensiones. «Ya les he dicho que podía haber herramientas», dice el conductor. Es verdad, había avisado. «¿Habéis bebido?», preguntan los agentes. El que iba al volante dice que él no, «pero estos sí». «Estos» asienten. El conductor, responsable, da negativo y se les permite seguir la marcha. Se pierden en dirección al Marítimo, donde probablemente vayan a ver qué se cuece.

 

La Policía Local ha puesto en marcha una campaña especial de controles de alcoholemia y drogas con motivo de las cenas de empresa y las fechas navideñas. Los controles se colocan aleatoriamente en lugares de paso (el puente de l'Assut d'Or o el de Giorgeta) o en el entorno de discotecas (plaza de España), en lugares donde son muy visibles (a primera hora de la mañana en la calle de la Paz)... «Nosotros no queremos recaudar, velamos por la integridad de todas las personas», dice el intendente Castro, que recuerda que al volante, «la mejor cantidad siempre es cero». Se muestra optimista con que las nuevas generaciones están más concienciadas al respecto que sus mayores.

La noche será larga y albergará positivos. Hasta un accidente con alcoholemia penal en Botánico Cavanilles. El frío muerde. La grúa se lleva la furgoneta de Yoel, al que la cerveza solitaria que decía haberse tomado le costará casi 1.200 euros y, probablemente, una bronca de su novia. No hay nada como una cuenta bancaria en números rojos para darte cuenta de que ninguna birra vale jugártelo todo a un frenazo tardío.

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