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Un paseo por las inmediaciones del gigante Gulliver que se asienta en el viejo cauce en el entorno de la Alameda descubre un elemento que ... sorprende, que llama la atención. ¿Una torre de comunicación? ¿Quizás una antena de última generación? Pues no. Basta acercarse para contemplarla y descubrir que un andamio se ha elevado en torno a una de las históricas chimeneas que llevan impresa en su estructura la historia de aquella Valencia industrial de principios del siglo XX. Ante los preparativos que se observan no cabe duda de que este elemento arquitectónico se va a restaurar. Una hermana de esta pieza, otra de estas chimeneas, se va a someter al mismo proceso, aunque todavía no la han colonizado los andamios.
El arquitecto Javier Hidalgo se hace cargo de la intervención en la chimenea que ya se presenta a la vista del paseante totalmente rodeada de bastidores que han escalado los 26,5 metros que la elevan desde el suelo. Los trabajos para restaurar este elemento de ladrillo del que un día salió el humo de las alcoholeras que poblaban la ciudad, comenzarán pronto. Recuerda Hidalgo que se trata de Bienes de Relevancia Local y por tanto tienen un tratamiento especial.
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Las chimeneas que hoy miran al cielo sin más finalidad que la de preservar la memoria de otra Valencia que estuvo salpicada de estas esbeltas construcciones en parte se han salvado y hoy conviven con la ciudad del siglo XXI como elementos ornamentales de jardines u otros espacios públicos. Sin embargo, como también ha ocurrido con diversos elementos del patrimonio industrial, otras no llegaron a subir al tren que llevaba a la salvación y sucumbieron.
Luchar por la defensa del patrimonio industrial sigue siendo una causa vigente en la sociedad valenciana. La espectacular imagen que ofrece ahora la chimenea de la vieja alcoholera escalada por un andamio confirma que aunque hoy hayan perdido el uso merecen el respeto de la sociedad heredera de la forma de vivir que trajo la industrialización cuando el siglo XX daba sus primeros pasos.
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