Borrar
Pilar Martí, la propietaria de La Despensa de la Reina, en la puerta de la tienda de la calle Derechos. LP
Cierra La Despensa de la Reina, el espacio gourmet que fue alpargatería en Valencia

Cierra La Despensa de la Reina, el espacio gourmet que fue alpargatería en Valencia

El entrañable comercio de la calle Derechos ha iniciado este sábado, 18 de enero, la liquidación tras el fallecimiento de su propietaria, Pilar Martí

Laura Garcés

Valencia

Sábado, 18 de enero 2025, 19:51

Otra tienda que cierra. Bajan la persiana las cristaleras y escaparates con marco de madera que desde la calle Derechos abren las puertas al exquisito mostrador de productos gastronómicos bajo el monárquico título La Despensa de la Reina. Un nuevo golpe para el paisaje social y comercial de Valencia. La popular despensa, un espacio para los paladares exigentes, dice adiós y lo hace por una razón muy triste. Su propietaria, Pilar Martí, ha fallecido. Su familia se ha inclinado por la liquidación de existencias. Este sábado, 18 de enero, un proceso de despedida en varios tiempos. Anunciarán nuevas fechas de apertura para acabar con todo lo que conservan las alacenas.

Se disuelven veinte años de la historia de la ciudad. Una parte, vivida en la plaza de Santa Catalina y otra, en la calle Derechos. Siempre en el corazón de la capital del Turia, y siempre con la mirada puesta en conservar el estilo del comercio de toda la vida; ese comercio que guarda las esencias estéticas de los establecimientos con estanterías de madera hasta el techo, pero que sobre todo alienta en su fuero interno la vocación de ser barrio dando personalidad propia a las calles. «Cuando estuvo en la plaza de Santa Catalina tenía una clientela de carácter más turístico, pero en la calle Derechos ha sido distinto, era más de barrio», advierte Mar Chordá, una de las hijas de Pilar. Y desde allí se va a despedir.

Esta última sede de la casa ocupó el local que en otro tiempo fue «la alpargatería I. Monzón», del que aún queda huella del rótulo, recuerda Mar. Y entre una y otra acogió también un establecimiento de moda. La soberana despensa, cuyo nombre «mi madre escogió por la proximidad con la plaza de la Reina, quizás también porque ella era de buena presencia y fuerte, una reina», abraza hasta su liquidación total un entrañable local con mostrador de madera y los estantes que fueron de la vieja alpargatería soportados por pies de hierro forjado pintado de negro. Las cestas de mimbre y los capazos de esparto para ofrecer el producto completan el decorado del establecimiento que junto a la calidad de la mercancía, ha sido uno de sus principales encantos.

Interior del establecimiento. LP

El elegante mostrador desde el que Pilar atendía y la báscula «originaria de la antigua carnicería familiar en una localidad valenciana» saltan a la vista como claves en una trayectoria de venta de delicatessen y productos tradicionales valencianos.

Adiós al aceite de lágrima de Viver, y a los embutidos de este pueblo, que era el de origen de la propietaria. Y adiós también a ese catálogo de «arroces, vinos y mermeladas valencianas, y a las bebidas espirituosas». Alegrías patrias para el paladar, que unidas a productos gastronómicos de marcas de prestigio hacían las delicias de la clientela fiel a un establecimiento que encontraba con la llegada de Fallas el punto álgido de la actividad. «Era la época reina de las ventas. Además, en esas fechas, la tienda se convertía en espacio de encuentro con mis amigos y los de mi hermana, Mónica». Las hijas de Pilar acudían a echar una mano y se les apuntaban amigos que convertían La Despensa de la Reina en una especie de sala de reuniones falleras. «Mi madre no era fallera», pero estaba muy vinculada a la comisión de la plaza del Doctor Collado -muy cercana al establecimiento-. Y, además, a Pilar le gustaba cuidar los detalles de la tradición.

Pilar Martí tras el mostrador de La Despensa de la Reina. LP

Basta contemplar imágenes que retratan el emblemático escenario comercial para descubrir colgadas de clásicas perchas de madera curvada pequeñas alpargatas valencianas o incluso manones de Manila y mantas de estilo morellanas cubriendo expositores.

La tienda cuyo rótulo de letras y orla doradas sobre fondo granate se encargaron de diseñar Pilar y su marido -que no quiere decir su nombre-, consiguiendo conceder un elegante sello con las letras 'D' y 'R' engarzadas a una tienda con marcada personalidad. Una más que se va dejando un vacío en un enclave de esos cercanos al enclave donde se habla el rico lenguaje comercial que la historia ha expandido en el entorno del Mercado Central y de la Lonja de Mercaderes. Una tienda más que desaparece llevándose consigo las emociones individuales de cuantos nutrían allí sus propias despensas, y con ellas una parte de la memoria colectiva de la ciudad. «Ya no volveré a pasar por esa calle, no asocio que mi madre ya no esté allí», afirma Mar. Allí acudía Pilar cada día desde Benimaclet para alimentar, nunca mejor dicho, una cara social de la capital del Turia. La Despensa de la Reina, una tienda vivida.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Cierra La Despensa de la Reina, el espacio gourmet que fue alpargatería en Valencia