La cisne que murió de pena en Viveros
Un informe del veterinario municipal concluye que el segundo animal que falleció en el lago de Viveros lo hizo porque echaba de menos a la que había muerto una semana antes
A la cisne blanca de Viveros se le cayó el mundo encima cuando falleció su compañera. Habían pasado la vida juntas: habían llegado al ... lago de la mano (o del ala) y habían pasado en el parque casi siete años. El flechazo fue instantáneo. Eran mayores y habían pasado la vida juntas. Ninguna tenía familia, por voluntad o por imposición, eso nunca lo sabremos. Pero como en el caso de miles de hembras a lo largo de la historia de la humanidad (o de la 'cisnidad'), decidieron formar una familia la una con la otra. Pero cuando falleció la cisne negra de una insuficiencia hepática, la blanca simplemente no quiso seguir viviendo y falleció el 5 de abril, ocho días después que su compañera.
Esto no es una romantización de un hecho natural. No estamos humanizando a los cisnes para que usted que lo lee sienta pena. O no demasiado. Es lo que se extrae del informe del veterinario municipal que le practicó la necropsia al ave. En el documento, se lee: «Además, el ave tenía una muy avanzada edad (más de 20 años), por lo que padecía cierta inmundepresión asociada: cualquier situación de estrés sobrevenido (predadores, muerte de un compañero, etc…) ha podido desencadenar una inmunosupresión franca».
El informe del veterinario explica que a la cisne se le hicieron pruebas que dieron negativo para grave aviar y enfermedad de Newcastle, «pero fueron positivos a las bacterias Escherichia coli y Enterococcus faecium». «Se trata de bacterias habituales en la flora intestinal de las aves, pero que en situaciones de inmunodepresión puede causar cuadros de infección franca, conocidos como 'colibacilosis' y 'enterococosis', respectivamente, y que en los casos más graves producen una septicemia y afectan a casi todos los órganos del ave produciendo lesiones como las observadas en la necropsia», indica el informe. Esa inmunodepresión se agravó por la muerte de la compañera, lo que facilitó que las bacterias «colonizaran el resto de órganos, produciendo finalmente una infección generalizada de curso hiperagudo, con fracaso multiorgánico sin posibilidad de curación».
Fin triste, por tanto, a una historia de amor entre cisnes. Su ausencia se ha notado estos días, desde que hace 10 días una pareja que sentía una gran afición por los animales alertara del estado de las dos cisnes. Una falleció el 28 de marzo y la otra el 5 de abril. Fue entonces cuando Sanidad Animal del Ayuntamiento se hizo cargo de las investigaciones. También murió un pato, y otros dos en semanas anteriores. Las pruebas desvelan que no hay ninguna enfermedad infecciosa en las aves. Parques y Jardines ya ha empezado los trámites para adquirir cuatro cisnes más y devolver la gracilidad de estas aves al lago de Viveros, escenario de una historia tan triste como evocadora.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.