Parte capital de cualquier ecosistema urbano y compañeras de la humanidad desde el amanecer de los tiempos, las ratas pelean contra una leyenda negra difícil de borrar. Se las creyó, durante años, culpables de la epidemia de peste de la Edad Media, aunque ahora se sabe que fueron más bien las pulgas que transportaban no sólo ellas sino cualquier mamífero y son, además, portadoras de muchas enfermedades, aunque el salto del virus al humano es complicado porque ratas y personas no comparten los mismos entornos.
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La tasa de ratas por habitante es un número con el que se manejan los encargados de combatir las plagas. El dato preocupa cuando supera el de tres ratas por cada vecino y se considera aceptable cuando está por debajo de un roedor por habitante. Según ha podido saber este diario, en Valencia el cálculo se hace al comprobar cuánto alimento han ingerido las ratas en los distintos cebaderos. Obviamente, nadie ha contado el total de ratas ni ha colocado chips en los mamíferos para saber el dato exacto.
Según los cálculos con los que trabaja el Consistorio, en la ciudad puede hacer entre medio millón y 700.000 ratas de dos especies, tanto la parda (Rattus norvegicus) como la negra (Rattus rattus). El dato, aunque puede parecer elevado, está por debajo de esa ratio de tres por persona, bastante por debajo, y estos animales no representan una plaga en estos momentos.
Para poner el número en contexto, desde el Ayuntamiento explican que en Nueva York puede haber unos 80 millones de ratas y en París, unos 16, pues en estas ciudades se supera, con mucho, la ratio de 3/1.
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