Aspecto de la fachada del Mercado de Colón en Conde de Salvatierra, con la vidriera cubierta por una lona. Juanjo Monzó

Daños en la vidriera del Mercado de Colón obligan a proteger la fachada

Aumsa estudia formas de arreglar los desperfectos en la entrada por Conde de Salvatierra en un edificio que tiene más de un siglo de vida

Álex Serrano

Valencia

Martes, 15 de enero 2019, 20:02

Una de las muchas joyas del modernismo valenciano, el Mercado de Colón, tiene una mancha. E importante. La vidriera que preside la entrada por la calle Conde de Salvatierra está cubierta por una lona azul desde antes de Navidad. El motivo, tal como explican desde Aumsa, la entidad que gestiona el espacio, son unas grietas aparecidas en la vidriera que han obligado a proteger a los visitantes del espacio con una lona para evitar caída de cristales. La entidad pública ya ha pedido presupuesto para arreglar los desperfectos. Según Aumsa, no hará falta reforzar la estructura del propio mercado, que se construyó en 1916.

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Los daños se detectaron el pasado mes de noviembre y rápidamente fueron avisados los servicios municipales y Aumsa. Los técnicos decidieron que, hasta que se pudiera arreglar los daños hallados en la vidriera, lo mejor era proteger a los viandantes de posibles caídas de cristal a la vía pública, por lo que se cubrió el acristalamiento con una lona. Sin embargo, ya antes de Navidad en Aumsa se pusieron manos a la obra para buscar una solución al problema. Por eso, según explican desde la entidad, ya han comenzado a pedir presupuestos a distintas empresas para rehabilitar la vidriera, que data también de principios de siglo, según comentan las mismas fuentes.

La mascletà de Conde de Salvatierra-Cirilo Amorós ya provocó desprendimientos

Todo se remonta al pasado mes de marzo. Según Aumsa, el disparo de la mascletà de la comisión Conde de Salvatierra-Cirilo Amorós ya provocó caída de cristales. «Entonces se reparó pero a finales de octubre o principios de noviembre hubo un desprendimiento que por suerte no pilló a nadie. Se puso la red entonces», comentan las mismas fuentes, que explican que han esperado hasta que pasara Navidad «para no fastidiar la campaña comercial». «Se hará la reparación en cuanto se tenga presupuesto», indican. Desde Aumsa, además, señalan que aprovecharán que los operarios suben a la parte superior del mercado para «repasar la cubierta», que tiene también 100 años, como el resto del edificio modernista.

Según el presidente de la Asociación de Comerciantes del Mercado de Colón, Stefan Anderson, están «con muchas ganas» de que se repare la vidriera «cuanto antes»: «El mercado es una joya y todo el mundo que viene a visitarlo viene a disfrutarlo al máximo». «Nosotros trabajamos mano a mano con Aumsa para que este tipo de problemas que son normales en un edificio de estas características se solucionen cuanto antes y nos perjudiquen lo mínimo posible», explica Anderson, que asegura que para su entidad «lo más importante es la seguridad de los visitantes».

Las claves

  • Antecedentes. El mecado se rehabilitó en 2003. Las obras costaron más de 30 millones de euros pero convirtieron el edificio en lo que es hoy.

  • Causas. La mascletà de la comisión Mercado de Colón provocó los primeros desprendimientos en la vidriera.

  • Rehabilitación. Aumsa ya estudia fórmulas para rehabilitar el acristalamiento.

El Mercado de Colón se rehabilitó en 2003. El coste de la obra subió a más de 30 millones de euros (entre 33 y 36, según diversas fuentes), pero permitió convertir el edificio de comienzos del siglo pasado en una galería comercial epicentro de la actividad económica del barrio del Ensanche. La reforma incluyó la creación de un semisótano de 1.690 metros cuadrados de superficie con terrazas, puestos de mercado, locales comerciales y salas de exposiciones; una planta baja, de 200 metros cuadrados, con seis puestos de 30 metros cuadrados (para venta de flores, quiosco, librería, artesanía...) y una primera planta, con un restaurante de 90 metros. Además, el mercado cuenta con un sótano para aparcamiento de rotación con unas 500 plazas.

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El edificio es obra del arquitecto Francisco Mora Berenguer y entronca con las peticiones vecinales que, desde la última década del siglo XIX, hablaban ya de la necesidad de crear un mercado en la zona para evitar la venta ambulante en el entorno por parte de quienes no querían ir hasta el Mercado Central o el de Ruzafa. Mora fue designado arquitecto municipal y recibió el encargo de proyectar el mercado en 1913, pero no se empezó a construir hasta años más tarde. Se inauguró en la Nochebuena de 1916. Este diario contaba el evento y señalaba que, en su puesta de largo, una cabalgata abría la marcha desde la plaza de toros, encabezada por una sección de la Guardia Municipal montada. Seguía un desfile «muy pintoresco» de los vendedores más populares del mercado, seguidos de grupos alegóricos de las paradas: pescadería, carnes, aves, frutas, flores y hortalizas, detallaba nuestro periódico. Todo fue tan esplendoroso que la comitiva la cerraba una espectacular carroza de estilo Luis XV.

Otra mancha en una larga lista de patrimonio dañado

LAS PROVINCIAS lo contaba el mismo domingo. La lista de patrimonio dañado en la ciudad es muy larga. Demasiado para una urbe como Valencia que tiene uno de los centros históricos más grandes de España. El Mercado de Colón es el último edificio en unirse a una lista en la que se incluyen enclaves como la Casa del Relojero, la muralla islámica del Carmen, la alquería del Rey, varias fincas de la plaza Doctor Collado (de espaldas a la Lonja) o la misma Catedral, con goteras en su sacristía.

A estos problemas, que se ceban sobre todo con el centro histórico, hay que sumar las pintadas que jalonan con más frecuencia de la deseada puentes como el del Real o las mismas Torres de Serranos o de Quart, mientras las cámaras prometidas por el Ayuntamiento para vigilar el entorno y evitar los actos vandálicos no terminan de llegar.

De todos los enclaves amenazados, destacan dos. La Catedral, por su importancia, es uno de ellos. El cabildo espera desde hace meses el permiso de la Conselleria de Cultura para derribar un muro postizo que oculta la parte trasera gótica de la Seo. Las goteras de esta construcción han provocado graves humedades en la sacristía. El otro es la joya de la corona del modernismo de la ciudad: la Estación del Norte.

En el mismo corazón de Valencia, esta infraestructura ferroviaria tiene problemas en los mosaicos interiores, como contó este diario, y una atenta mirada a la fachada principal o a los revestimientos interiores permite encontrar desconchones, pintura desvaída y otros tipos de desperfectos que afean la obra de Demetrio Ribes.

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