El barrio de Valencia que se llena de apartamentos turísticos
Nou Benicalap ·
Los bajos de los edificios, a falta de comercios, se transforman en viviendas para visitantesNou Benicalap ·
Los bajos de los edificios, a falta de comercios, se transforman en viviendas para visitantesNou Benicalap no es nada. De hecho, no existe ni como barrio. Todo lo que hay entre General Avilés y Ciudad del Artista Fallero es Benicalap. Se ha dado en llamar Nou Benicalap a la zona nueva, de forma bastante poco imaginativa a calles ... como Manuel Melia i Fuster, Carles Cortina, Actriz María Fernanda d'Ocón o Poeta José Albi, localizadas entre la avenida del Levante UD y la misma Ciudad Fallera. Hablamos de un no-lugar, un sitio lleno de rascacielos, un territorio árido y silencioso en la nueva Valencia, un espacio de nada, Todo el comercio que hay en la zona es un Burger King y un Consum. Si buscan «bar» en Google Maps les va a decir que no hay resultados. El parque infantil situado en el bulevar de Manuel Melià i Fuster parece un resto de Prípiat, la ciudad que los asustados ciudadanos de Chernobyl abandonaron aquella noche donde el cielo se iluminó de madrugada.
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No es una exageración, créannos. Toda la vida que se ve esta mañana de martes en la zona es unos obreros que trabajan en unos bajos en la calle Carles Cortina. «¿Qué estáis haciendo?», les pregunto. «Unos apartamentos», contestan. No es de extrañar. La zona está colonizada por las viviendas turísticas, agarradas a los bajos de los grandes rascacielos como manchas oscuras. Son fáciles de distinguir de otros comercios, si los hubiera, porque son una puerta en medio de una pared sólida o, como mucho, junto a una rejilla que aleja la pared y una ventana diminuta de cualquier viandante despistado.
En un paseo por la zona, este diario contabiliza más de una decena de apartamentos turísticos y otros tantos en construcción. Los operarios municipales de la limpieza lo tienen controlados. Saben dónde están. Menos mal que uno de ellos me guía, porque en las calles no hay nadie. La concentración más llamativa se da al final de Manuel Melià i Fuster, donde hay siete seguidos, puerta con puerta. En la entrada tienen un panel electrónico donde hay que introducir un pin para acceder a la vivienda: olvídense de cajas para la llave o de tener que quedar con el propietario para que te la dé. La intimidad, por tanto, está más que garantizada. En la zona se ven coches de Países Bajos y de Holanda, algunos de ellos aparcados de cualquiera manera sobre la acera. Claro que por aquí, o eso parece, no pasa ni la Policía Local.
Los dueños de estos apartamentos explican, a través de una llamada telefónica a un número que aparece en los carteles situados en las puertas, que sus clientes son muy respetuosos con el ruido. «Les decimos que más allá de las 23 horas no pueden hacer ruido», comentan. La ordenanza de contaminación acústica marca las 22 horas como hora límite para las actividades molestas. Explican, además, que muchos de sus clientes son nacionales, «sobre todo en fines de semana y en puentes».
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Vamos, como en cualquier otra parte de la ciudad. Pero sorprende que estos apartamentos turísticos estén aquí, a 5,5 kilómetros de la plaza del Ayuntamiento, a 51 minutos andando y a 42 minutos en transporte público (la línea 28 te deja en Colón). Su presencia, por tanto, evidencia lo que parecía un caso aislado. El centro está tan saturado de apartamentos que las empresas comienzan a colonizar bajos lejos del centro. Ya pasaba en la Olivereta, en el Cabanyal o en la Malvarrosa. Ahora, se extienden por el norte.
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Y eso pese a que ya hay comunidades de vecinos que han votado en contra de la instalación de apartamentos turísticos en sus escaleras. Se puede hacer en el caso de viviendas en pisos, pero no en los bajos, que los propietarios pueden alquilar a quien consideren. Este tipo de alquileres (o ventas) a empresas especializadas incluyen siempre reforma: en los apartamentos que se estaban construyendo este martes en Nou Benicalap, los trabajadores habían separado las viviendas en dos alturas para sacar el máximo rendimiento a un espacio reducido. Suelen ser apartamentos que cuentan con habitaciones en el altillo y una sala de estar en la planta baja, o subterránea en muchos casos. La falta de luz natural se soluciona, claro, con iluminación artificial de diseño.
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La saturación en el norte de Valencia no es, por supuesto, tan evidente como en el caso del centro, donde los apartamentos se cuentan por millares. La alcaldesa María José Catalá anunció en verano un plan especial de vigilancia y revisión de los apartamentos turísticos ilegales. Insistió de nuevo el equipo de gobierno la semana pasada, cuando se puso encima de la mesa un plan de revisión de locales de ocio para evitar tragedias como la de Murcia. Sin embargo, la falta de personal ha complicado la puesta en marcha del plan. Cabe recordar, además, que la ex concejala de Urbanismo, Sandra Gómez, dejó preparada una moratoria para los apartamentos turísticos que se podía poner en marcha al día siguiente de la llegada del PP al poder, pero Catalá lo rechazó.
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