![Deportes Arnau, el mítico establecimiento de Valencia que recibió a Michael Jordan](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/08/14/deportes-arnau-Ry4YHhFMJp04uR0Z81ySJoO-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
![Deportes Arnau, el mítico establecimiento de Valencia que recibió a Michael Jordan](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/08/14/deportes-arnau-Ry4YHhFMJp04uR0Z81ySJoO-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Cerca de sesenta años. Desde 1961 y hasta 2019 Valencia disfrutó de una tienda de deportes, que llegó a ser más que una tienda. El establecimiento llevaba por nombre el apellido del dueño. Seguro que muchos la recuerdan y hasta es posible que alguien todavía guarde alguna prenda u objeto que un día adquirió en Deportes Arnau, como se llamaba el emblemático establecimiento del número 13 de la calle Alicante que hoy visita LAS PROVINCIAS. Vamos a pisar desde estas páginas el mismo suelo que un día pisaron leyendas como Michael Jordan, Juan Antonio San Epifanio 'Epi', Mario Kempes o Amedeo Carboni. Y, por supuesto, 'Españeta'.
Desde las cuatro paredes de aquella casa que invitaba al público con un radiante rótulo de fondo amarillo con letras negras, Pipo Arnau, el carismático propietario y gran amante del baloncesto, sirvió todo lo necesario para que la ciudad abandonara el sofá y se pusiera a mover las piernas. Entonces, todavía para muchos, la actividad física era poco más que una clase de gimnasia en la agenda escolar para la que unos cuantos colegios de la capital contaban con Pipo para adquirir los chándales sobre los que lucirían sus emblemas Escolapios -los de la calle Carniceros-, El Pilar y Agustinos. Y con ellos, muchos más valencianos, siguieron los mismos pasos.
No puede afirmarse de manera tajante que fue la primera casa en su género que abrió las puertas en la capital del Turia, pero sí que estuvo en la cabeza de una carrera que mantuvo activa casi seis décadas compitiendo con otras del sector. Un largo viaje que este diario, en su visita a las tiendas con historia, emprende hoy con Mónica Arnau, hija de Pipo. Antes que tienda de deportes «mi abuelo tuvo un comercio dedicado a la venta de hules», advierte Mónica. En el mismo local un día se levantó el proyecto impulsado por el padre de la familia, Pepe, y sus hijos Pipo y Eduardo.
Pipo fue el alma de Deportes Arnau, que a medida que pasaban los años se adaptaba a los tiempos. Para recorrer el camino escogió «las zapatillas» como gran apuesta. Aunque no menor fue la que hizo «por tener las camisetas de todos los equipos españoles y de la NBA» -y no sólo las de baloncesto- cuando todavía los clubes no tenían sus propias tiendas y comprar a través de internet ni se podía imaginar. El establecimiento se convirtió en destino de peregrinación de los amantes del deporte.
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«Por allí pasaron generaciones de valencianos, familias enteras. Primero los padres, luego estos con sus hijos, y después los nietos con los abuelos en busca de la camiseta preferida». Y recuerda Mónica aquellas noches de Reyes «en las que se tenía que cerrar más tarde» porque muchos encargaban allí los regalos a los generosos Magos: balones, camisetas, chándals… Y «sobre todo, zapatillas». Tal era el volumen de existencias de deportivas que en el almacén, «sólo se aclaraban los que estaban habitualmente en la tienda. Si ibas alguna vez a ayudar estabas siempre preguntando. Ellos se movían como 'Spìderman' por las escaleras en busca de las cajas».
En el mercado del calzado deportivo hubo un hito que surge en la conversación con la hija de Pipo: «Cuando salieron las Air Jordan» -había nacido la pasión por calzar deportivas, tendencia que el tiempo ha confirmado-. Fue en los años ochenta. La demanda del modelo de botas que lució la leyenda del básquet, describió el chorreo constante de clientes deseosos de apuntarse el tanto de calzarlas. El mejor sitio para dar con ellas era la calle Alicante: cuatro paredes tapizadas de calzado idóneo para pistas, campos y canchas donde el carismático dependiente atendía con gran dedicación. «Todos querían que les atendiera él. Mi padre probaba las zapatillas con mucho cuidado y les indicaba a los compradores dónde tenían que fijarse para que no les apretaran».
Deportes Arnau era un establecimiento convertido en comercio de cabecera, inscrito en la historia personal de los clientes y también en la colectiva de un barrio y de la ciudad. Fue una tienda incardinada en el tejido social de la capital, concedió personalidad a las calles y regaló a la sociedad recuerdos como el que apunta la visita de 'Epi', Juan Antonio San Epifanio, el alero que formó parte de la gloriosa Selección Española de Baloncesto que consiguió la plata en los JJ OO de Los Ángeles 1984. «Vino a firmar autógrafos y llegó mucha gente. Luego mi padre, y alguien más, se fue con él a tomar un arroz en la playa», señala la hija de Pipo.
Y el mismísimo Michael Jordan pasó por la calle Alicante. La figura estadounidense que en 1984 integraba la selección que arrebató el oro a España, también estuvo en Deportes Arnau. Fue el propio Pipo quien en 2019, ante el cierre de la tienda, relataba a Marta Palacios, periodista de este diario, que nunca iba a olvidar la visita de Jordan: «Fue hace unos 10 años», decía entonces el responsable del establecimiento. Que el baloncesto fuera la pasión del comerciante no significaba que no hubiera espacio para otros deportes. Por allí pasaron también Kempes, Giner, Tendillo, Albelda, Palop, Cañizares, Carboni. Y 'Españeta': «Era el que más atracción causaba cuando entraba porque firmaba todos los balones del Valencia que tenía. Se sabía la firma de todos los jugadores», relató Pipo a Marta Palacios.
Sin duda, Deportes Arnau, fue punto de referencia, casi un santuario del ejercicio físico. Y no sólo eso: «Era un lugar de tertulia de deportes». En torno a la amabilidad y el saber de las disciplinas olímpicas de Pipo, la tienda se veía en ocasiones convertida en sede de conversación. Lo dicho: lugar de referencia, destino de peregrinación de amantes del deporte. Hasta que un día, las nuevas tendencias, los mercados digitales, otra forma de comprar y de vender fue adueñándose de pistas, campos y canchas. Era 2019 cuando Pipo anunció que cerraba. La edad y las circunstancias le empujaron al último esprint sin saber, pues eso nunca se sabe, que pronto alcanzaría la última meta.
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«Las franquicias han copado el mercado de las ciudades y la compra por internet ha absorbido a la gente joven. Se han acabado apoderando del pequeño comercio», decía Pipo Arnau en 2019. Además, apuntaba que, «uno ya ha llegado a una edad. Me he cansado y mis hijos no quieren seguir». Le avalaban más de cincuenta años de éxito basados en «algo que ahora se está perdiendo; el trato personal con la gente. Nosotros éramos más que una tienda, éramos como un centro de reunión».
Esas fueron las palabras que al aanunciar que bajaba la persiana pronunció un apasionado del comercio y de la actividad física, o al revés. De alguien que puso en marcha su negocio «cuando el deporte no estaba tan bien visto como ahora». Contó Pipo que «mientras hacía la mili jugaba al baloncesto y necesitaba los fines de semana. En el cuartel decían que eran excusas porque lo que buscaba era no hacer las guardias. Al final el Capitán General de Valencia me hizo un permiso especial para que todos los viernes me dejaran salir a jugar. Hacíamos deporte una minoría; había mucho fútbol, pero el resto eran menos conocidos».
Así se despidió otra leyenda del comercio valenciano a quien sólo tres años después, en 2022, disputó el último partido. «En junio de 2022 estaba en la República Dominicana jugando un torneo de básquet de mayores de sesenta años».. Tres meses después, en octubre, «murió de cáncer. Todo fue muy rápido». Son palabras de Mónica Arnau, la hija de aquel comerciante amante del baloncesto que vistió de deporte a Valencia desde una de esas tiendas que construyen la historia.
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