Las diez claves de los vecinos para la ciudad de Valencia

Y es que ocho años de gobierno de Compromís y PSPV dan para mucho. Por ejemplo, para que Broseta reconozca que la relación con «algunas concejalías» no ha sido la mejor, o para que insista en que hay que darle una vuelta a los presupuestos participativos, medida estrella del primer mandato y duramente criticada por residentes y Compromís en el segundo (recayó en manos del PSPV, en concreto de una Elisa Valía que hacía lo que podía con el presupuesto que le asignaba el alcalde).

En este decálogo, que bien haría la primera edil en colgárselo en un corcho en su despacho para no olvidar cuestiones que parecen capitales para la ciudad, aparecen aspectos como el botellón o el espacio público, pero también la ampliación del Puerto. Este decálogo, por tanto, es una buena hoja de ruta pero también un análisis certero de la situación del cap i casal.

«Tenemos claro que queremos que vuelva la policía de barrio y no la que existe en este momento que es la de proximidad, que no realizan las mismas funciones». Así de tajante se muestra Broseta, que también pide «más colaboración entre la policía local y la nacional». «En algunos barrios tenemos problemas como peleas. Ha habido un incremento de delincuencia, consumo y tráfico de drogas», asegura la dirigente vecinal, que cree que el policía de barrio que va caminando «conoce la zona y sabe distinguir dónde existen los problemas antes de que aparezcan».

Otra cuestión que preocupa mucho a los vecinos es la movilidad, pero en la diatriba sobre el tema, al que volveremos en breve, Broseta menciona el espacio público y la «convivencia entre terrazas y peatones». Es una cuestión que preocupa desde hace mucho a la entidad, dado que las asociaciones están formadas, en parte, por personas mayores que reclaman que la ciudad se piense con ellos en mente. Lo que para algunos puede ser un paseo más o menos incómodo en el que toque esquivar sillas o mesas, para las personas mayores puede ser directamente imposible. El Consistorio (el anterior, claro) aseguró que las peatonalizaciones iban a tener en cuenta que las terrazas no podrían ocupar el espacio recuperado.

Hablábamos de los peatones, pero son cientos de miles los valencianos que se mueven por la ciudad en transporte público, en bicicleta o en patinete. «Creemos, por encuestas que hemos hecho, que los temas de movilidad es un asunto muy preocupante. Las ciudades deben ser accesibles para todas las personas. Hay que resaltar que se habla mucho del peatón pero se pone como primero de la fila y es casi el último al que se le reconocen sus derechos», asegura Broseta, que insiste en que hay que priorizar el transporte público, con bicicletas y patinetes después. «Hay muchas personas que trabajan en los polígonos y que no tienen transporte público. Parte del área metropolitana está muy desfavorecida. Habría que incrementar autobuses pero también cercanías y metro», comenta la dirigente vecinal.

La frase es de Winston Churchill y en ella se refería a la URSS, un problema más acuciante tras la Segunda Guerra Mundial que la Zona de Bajas Emisiones ahora, pero de la ZBE se sabe tan poco como de Moscú tras el gran conflicto. «Es importante conocer las propuestas que se tienen sobre la ZBE, que hay que estudiarlas y verlas», desliza Broseta. El 1 de enero tiene que estar en marcha, pero no se sabe nada del tema porque Movilidad ha arrastrado los pies a la espera de que la DGT dictamine.

La Federación de Asociaciones de Vecinos de Valencia pide una mejor relación con algunas concejalías, aunque Broseta, siempre diplomática, no quiere meterse en líos y no dice a cuáles se refiere. «Hemos tenido una buena relación con casi todas», asegura. Que se den por aludidos los nuevos ediles: el interlocutor que es la federación no va a dejar de querer sentarse a la mesa.

La entidad también cuestiona el modelo de turismo, pero sin entrar en detalles. Algunas asociaciones, como la del Carmen, son particularmente vehementes contra los apartamentos turísticos. Cabe recordar que el PSPV dejó una moratoria para este tipo de alojamientos que el PP puede poner en marcha en cualquier momento, aunque no parece que, al menos de momento, lo tengan en mente. Sí quieren regularlos, pero quieren estudiar bien el tema antes de tomar cualquier decisión.

Broseta también menciona la cuestión del alquiler de vivienda como uno de los graves problemas. De hecho, en la Semana Ciudadana que comenzó este lunes hay programado un debate al respecto que se celebrará el jueves a las 18.30 en el Salón de Actos Gregory Mayans del MuVIM en el que participarán el catedrático de Geografía Humana Joan Romero, la arquitecta María Ángeles Sancho, el profesor de la Escuela de Arquitectura de la UPV Enrique Giménez Baldrés y el arquitecto y colaborador de la FAAV Jorge Gil.

Aunque no en la FAVV, que tiene una posición claramente en contra de la ampliación. De hecho, la entidad participó en la manifestación de la pasada semana. De nuevo, será la protagonista de una mesa redonda que se celebrará este martes.

Sobre los presupuestos participativos, el proceso conocido como Decidim, Broseta dice que hay que ver «de qué forma» se puede trabajar para mejorarlo. «Se ha intentado pero hay que mejorarlo», asegura la máxima dirigente de los residentes. El pasado año las asociaciones del sur de la ciudad, sobre todo, protestaron por el reparto de Patraix.

En este caso, es el vicepresidente de la entidad, y encargado de los temas de sanidad, Toni Pla, el que plantea que al botellón «hay que darle una vuelta». «La fiesta en la calle en un país mediterráneo la tenemos, el buen tiempo nos anima a eso, pero a nivel educacional todo el mundo tiene que plantearse, y todos hemos sido jóvenes, si se puede levantar y dejarlo todo hecho una guarrería», comenta Pla: «Hay una falta de valores». Cree que faltan alternativas de ocio para los más jóvenes. «Habría que fomentar el ocio nocturno para que el consumo de alcohol no sea la única opción. Hay que impulsar entre todos ese equilibrio, la posibilidad de tener espacios donde la gente joven pueda acudir a elementos o actividades que satisfagan su ocio como actividades culturales o deportivas», asegura Pla, que añade que Valencia «tiene un déficit de superficies deportivas al aire libre».