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Lola Soriano Pons
Valencia
Miércoles, 1 de enero 2025, 23:59
Entre sesenta y setenta hornos y pastelerías de la zona cero de la dana tuvieron que cerrar sus puertas al público por los destrozos que causó el agua y el barro.
Todos se afanan en retirar el barro, limpiar escaparates y buscan maquinaria nueva o ... de segunda mano para deleitar a los consumidores con pan recién hecho, crujiente, y con pasteles elaborados con recetas ancestrales.
Mientras inician el duro camino de la reconstrucción, son pocos los que han podido abrir. El primero fue el horno Rial de Paiporta, que generó ya colas en su reapertura el 18 de noviembre. O el horno pastelería de Montoro en Massanassa, que levantó de nuevo la persiana el día 21. Eso sí, el otro establecimiento de Benetússer, que sufrió más daños, como explica Carlos Montoro, «sigue cerrado porque estamos esperando la compensación del Consorcio de Seguros».
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En el caso de Massanassa, detalla emocionado que «los proveedores me han ayudado mucho porque me han traído la maquinaria para poder ponerlo en marcha y me dijeron que ya pasarán la factura cuando empiece la cosa a despegar».
Detalla que han tenido que hacer en este caso «una reforma 'low cost', con maquinaria de segunda mano, mostradores y una reforma. Y hemos puesto en marcha uno de los dos hornos». De momento, ha recibido «la ayuda de Roig de 8.000 euros y la de la Generalitat, de 20.000 euros».
Otro de los horneros que ha abierto la panadería es Rafael Arnal, con establecimiento en la pedanía de La Torre.
De hecho, es el único horno que queda en la zona y mucha gente estaba esperando a que abriera.
Explica que ha recibido ayuda del Gremio de Horneros, a partir de las donaciones recibidas, de unos 20.000 euros; de Roig, de 8.000 euros; otros 13.000 euros de ayuda de la Generalitat y 5.000 euros de Hacienda y los 4.000 del Ayuntamiento de Valencia llegarán en breve», cuenta esperanzado tras la tragedia vivida.
Fue el 28 de diciembre, el Día de los Inocentes, cuando pudo poner en marcha su negocio. «No hemos podido llegar a tiempo para la Nochebuena y Navidad, pero sí para la campaña de Fin de Año y Reyes», comenta Arnal.
Para esta Nochevieja y Año Nuevo, además de la fabricación de pan, han preparado «pasteles de boniato, de yema y tortas cristinas, que es lo tradicional de ahora».
De cara a Reyes, ya piensa en los Roscones. «En años anteriores llegaba a hacer entre 300 y 350. Ahora, no voy a poder tener la misma capacidad. Haré cincuenta para el día 4 y otros cincuenta para el día 6 porque estamos reponiendo la maquinaria».
Otro hornero, Paco Cardós, de Paiporta, está empezando la reforma. «Lo tengo que dejar todo diáfano, desmontar los hornos, hacer instalaciones y comprar la maquinaria y mostrador».
Detalla que ha calculado que el mostrador y maquinaria que tenía antes era por un valor de unos 200.000 euros «y ahora voy a recortar el obrador y hacer más espacio de cafetería». Comenta que es momento «de reinventarse». Y explica que le han llegado unas ayudas de 10.000 euros.
Un profesional que todavía no ha abierto pero que está volcado con la reforma es José Vicente Galán, de Albal. «Queríamos a abrir para la campaña de Navidad, vi que con los pasos que había que hacer para la reforma era imposible, luego pensé que para Reyes podría empezar con los roscones, pero la apertura será para el 15 o 20 de enero».
Describe que ha reformado por completo el local «porque tengo la suerte que es de mis padres, no es alquilado. He combinado maquinaria nueva con la de segunda mano y soy afortunado porque hay compañeros que me han cedido o donado máquinas».
Ya ha recibido 8.000 euros de las ayudas de Juan Roig; 10.000 euros del Gobierno Central y 21.000 euros de la Generalitat «y como tenía un seguro bueno, espero que me llegue una cantidad importante. Entre unas cosas y otras explica que tendrá que invertir más de 200.000 euros.
No hay que olvidar que mientras no hubo nada de pan, el Gremio de Panaderos de Valencia, como explica su maestro mayor, Juanjo Rausell, «llegamos a repartir más de 600.000 barras entre 90 hornos, más los que venían de toda España».
Después de un mes tuvieron que dejar de repartirlo por problemas de logística, faltaban furgonetas de reparto y las administraciones no lo solucionaron.
Rausell detalla que de los setenta hornos «puede que entre siete o diez no puedan abrir. En Paiporta de momento sólo hay uno y en Sedaví, como está alquilado, el dueño dice que espere las ayudas del Consorcio».
El maestro mayor recuerda que los hornos son importantes «porque a su alrededor se crea entramado comercial y es vital que los pueblos tengan pan artesanal y que no prolifere el congelado».
Argumenta que es urgente que «se tomen más medidas y se hagan infraestructuras para evitar desbordamientos de barrancos, porque de lo contrario, quién va a querer arreglar su comercio si puede volverse a inundar».
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