Secciones
Servicios
Destacamos
LOLA SORIANO
Miércoles, 29 de diciembre 2021, 00:00
A nadie le amarga un dulce y menos si están hechos con mucho amor y dedicación, como es el caso de los que se preparan en el convento de La Puridad de Valencia, a unos pasos de la sede de la Diputación de Valencia.
Si bien las monjas clarisas que habitan este monasterio elaboran dulces durante todo el año, es ahora en fechas tan señaladas como las Navidades, cuando aumenta la producción y llegan más encargos de los valencianos que quieren llevar a las mesas de sus hogares auténticos manjares que saben a gloria.
Como explica sor María Mercedes, la madre superiora de La Puridad, «en Valencia es el único convento de las clarisas que está elaborando dulces. En Sevilla sí que es muy famosa esta tradición e incluso vendían en una gran superficie comercial, pero nosotras tenemos a tres hermanas dedicadas a la pastelería».
Y es que en este convento se decidieron a crear un obrador y preparan gran variedad de dulces «a base de harina, almendra marcona, azúcar y huevos. Todo ello sin aditivos», indican.
En la puerta del recinto religioso, en la calle Convento de la Puridad, muestran un cartel para que la gente sepa que tienen venta al público y los productos que ofertan son muy diversos.
«Uno de los dulces que más nos piden es el turrón de la abuela, que lleva almendra y chocolate», indica la madre superiora, pero también elaboran pasteles de boniato, que son indispensables en Navidad, nevaditos, polvorones, turrones de yema, sin olvidar las delicias de Santa Clara de almendra o los rollitos de anís.
E incluso han diseñado unas bandejas con un surtido variado por 16 euros que lleva un poco de todo. «Ponemos dos pasteles de boniato, corazones de yema, galletas de café, delicias de Santa Clara, galletas de mantequilla y de coco, el famoso turrón de la abuela, nevaditos y varios polvorones», describe la madre María Mercedes.
Además, durante el año preparan dulces como galletas de café, brazos de gitano y cocas en llanda, todo ello por encargo.
Son muchos los valencianos que han descubierto este secreto tan dulce, como Maleni Nieto, vecina de Valencia, concretamente del barrio de Patraix. Explica que para ella «el obrador de estas monjas ha sido un verdadero descubrimiento. Una amiga lo conocía y me lo recomendó».
Confiesa que «hasta hace poco no podía comer nada que llevara frutos secos porque tenía problemas renales, pero me trasplantaron hace un año y medio y ahora ya voy probando un poco de todo. Es delicioso».
Maleni asegura que «me gustan las trufas y los pasteles de boniato, porque nada más entrar en la boca se deshacen» y añade que «también compro bandejas surtidas como regalo de Navidad para conocidos y les encanta».
Esta valenciana afirma que «he reencontrado el sabor de lo tradicional».
Otra mujer que se ha convertido en clienta es Mariola García, vecina de Valencia. «Llevo viniendo a por los dulces de las clarisas de La Puridad un par de años. Empecé a trabajar cerca y me lo comentaron las compañeras».
Explica emocionada que se suele llevar «nevaditos, hojaldres pequeños y las bandejas variadas. Está todo muy bueno y me recuerdan a los dulces que comía cuando era pequeña».
Sin dudarlo, asegura que «he encontrado este secreto dulce y vengo todos los años a hacer encargos. En casa les encantan estos dulces y está todo recién hecho y muy bien preparado», añade Mariola García.
Además son muchas las familias de Burjassot, Moncada, Castellón «e incluso extranjeros, sobre todo ingleses, los que vienen a comprar porque ven el cartel y pasan a ver los productos», indican las clarisas.
Todos los ingredientes y fórmulas que utilizan forman parte de un recetario de las hermanas clarisas, pero la madre superiora detalla que «pastas artesanas de recetarios del siglo XX» y añade que «en el 1600 ya teníamos clarisas pasteleras, pero no pudimos recuperar sus recetas porque con la desamortización de Mendizábal desapareció todo. Entonces teníamos la sede en la calle Monjas, cerca de Moro Zeit porque el primer monasterio de las clarisas que había en Valencia, del año 1258, llegaba hasta las torres de Serranos».
Cabe destacar que las monjas de La Puridad, que también son propietarias del convento de la Trinidad, antes se dedicaban a pintar óleos y telas «y también hacíamos bordados para dotes de novias y cerámica, pero ya no se llevan tanto los ajuares artesanos y, por eso, nos decidimos a recuperar la tradición pastelera, que tiene más salida», tal como añade la madre superiora, sor María Mercedes.
Publicidad
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.