Las 15 empresas que se han mostrado interesadas en participar en las licencias para alquiler de motos y coches en la calle en Valencia deberán ... tener sus deudas a cero con el Ayuntamiento. Así lo anunció este martes el concejal de Hacienda, Borja Sanjuán, quien comentó que el primer paso será el pago pendiente de las tasas aprobadas en 2020, para precisar que los inspectores harán la cuenta llegando hasta 2018, dado que para la morosidad el periodo máximo es de cuatro ejercicios.
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La concejalía de Espacio Público todavía no ha decidido la lista final de autorizaciones, aunque Sanjuán insistió en que nadie podrá optar a estar en el registro mientras tengas deudas con el Consistorio. La tasa está vigente desde hace dos años y fija un pago anual de 78 por ciclomotor, 82 euros por motocicleta, 715 euros para los coches exentos del pago de la ORA y 1.028 euros para los que no.
La previsión en el presupuesto municipal es que este año los ingresos alcancen los 200.000 euros. En el tercer trimestre del pasado año se había llegado a una recaudación de 23.833 euros, dentro de esa labor de inspección de Hacienda, que prevé notificaciones para el cobro con recargo, como ocurre con cualquier otro tributo.
La tasa está vigente desde 2020, aunque el informe de la concejalía de Movilidad acerca del número máximo y tipo de vehículos es de diciembre del pasado año, con lo que todo se ha demorado. Las empresas deben repartirse 2.000 vehículos como mucho, con lo que de seguir el interés de las 15 compañías, saldrán a 133 cada una.
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Esto está por ver, aunque la asociación que agrupa a buena parte de las sociedades del sector, Smart Mobility, que pocos días después cargó contra el límite impuesto. Es más, aseguran que que el tope de 133 vehículos, en caso de que finalmente sea esa cifra, hace inviable cualquier proyecto. El colectivo recuerda, que la Ley 7/2021 de Cambio Climático y Transición Energética obliga a que en las ciudades de más de 50.000 habitantes existe la «obligación legal» de fomentar la movilidad eléctrica compartida.
La pandemia ha supuesto un grave daño a estas empresas, que además se nutren de turistas además de los vecinos empadronados. De ahí que desde marzo de 2020 se haya producido al menos el cierre de dos, Molo y Muving, que no han podido soportar la falta de ingresos. Estos últimos dejaron decenas de motos en las calles de Valencia, que poco a poco son recogidas por la Policía Local para ser trasladadas al depósito y, seguramente, al desguace.
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