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La realidad de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) de Valencia contrasta con los mensajes triunfalistas de la dirección, que insiste en que la entidad empieza a arrancar tras casi dos años al ralentí. Pero lo cierto es que pese a la compra de ... 359 nuevos autobuses desde 2015, las cifras económicas empeoran, los escándalos sacuden Correo Viejo y en las cocheras de San Isidro los trabajadores no dejan de protestar por los problemas en las bolsas y los exámenes de acceso. No ha sido un mandato fácil para la EMT. Ni para nadie, de hecho, pero es cierto que la crisis empezó mucho antes del primer positivo por Covid.
En concreto, el 27 de septiembre de 2019, cuando el presidente de la EMT, Giuseppe Grezzi, y el entonces gerente de la entidad, Josep Enric Garcia Alemany, convocaron una sorpresiva rueda de prensa para contar que les habían desaparecido cuatro millones de euros de dinero del banco. Lo que terminó siento el mayor fraude jamás sufrido por una empresa pública en España y, además, la mayor crisis del Gobierno del Rialto desde 2015, finalizó con el despido del gerente y de una trabajadora de la empresa, la entonces directora de Administración, Celia Zafra, de quien el Tribunal de Cuentas debe dictaminar si es culpable o no y si tiene que pagar ella los cuatro millones robados por una trama internacional.
Fue ese mismo mes cuando mediante un sencillo correo electrónico dos personas cambiaron la cuenta de destino del sueldo de un trabajador, que no cobró y dio la voz de alarma. Eran poco más de 3.000 euros que tuvo que pagar el entonces director de Recursos Humanos de su bolsillo. La sección quinta de la Audiencia de Valencia ha condenado a un hombre a un año de cárcel por este motivo.
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Pero es que, además, el Tribunal de Cuentas ha condenado a la empresa por llevar hasta las últimas consecuencias el tema de las prejubilaciones parciales, desvelado por Garcia Alemany y Grezzi en 2017, cuando ya llevaban dos años presuntamente pagando a los trabajadores prejubilados por jornadas que no realizaban. Y Hacienda ha multado con 10,5 millones de euros a la empresa por contabilizar de forma incorrecta las subvenciones municipales y, en concreto, el IVA de las mismas. Son dos temas complejos pero en los que la EMT ha sufrido graves pérdidas económicas.
Y mientras la empresa luchaba contra el fraude de septiembre, todos a casa. La llegada del Covid-19 lo paró todo, aunque no la EMT. Al menos no totalmente, porque la entidad tuvo que seguir haciendo frente a una demanda reducida. Los conductores llaman a lo peor de la pandemia «los días del silencio». «Podía pasar todo el día sin que oyeras hablar a nadie», comentan trabajadores que esas largas jornadas recorrían una ciudad fantasma, en ocasiones bajo una lluvia dramática para llevar a sanitarios o limpiadores. Del tremendo bajón de la demanda, superior al 90% en abril de 2020 con respecto al mismo mes del año anterior y el 40% en total en todo el año con respecto al ejercicio anterior, la empresa aún no se ha recuperado. Los datos están lejos de los de antes de la pandemia. La empresa acabó el primer trimestre de 2022 con un 69% de los usuarios que tuvo antes del Covid.
Cuando parecía que salía la luz al final del túnel, un autobús viejo que llevaba todo el día dando vueltas por Valencia fue aparcado en las cocheras de San Isidro. Instantes después de que el ordenador de abordo empezara a mandar señales extrañas, se desató el infierno. Un total de 26 autobuses quedaron inutilizados en un vaporoso incendio que obligó a los vecinos de la calle Gremis a parapetarse tras sus ventanas por miedo a que los depósitos de gas explotaran. El seguro pagó los autobuses incendiados, muchos de ellos viejos y al final de su vida útil. Cuando el alcalde de Valencia, Joan Ribó, acudió a pie de cochera esa misma tarde del 2 de diciembre de 2020, estuvo a punto de decir que menos mal que se habían quemado porque estaban para tirar. «Lo sucedido es un indicador de la antigüedad de la flota», dijo.
Más sobre la EMT de Valencia
El Covid-19 parece, crucemos los dedos, haber dado una tregua. La actividad ha vuelto a la normalidad y el único vestigio que queda de la pandemia es que en el transporte público hay que llevar mascarilla. Como en los autobuses de la EMT. Pero las pérdidas, de más de 27 millones, siguen ahí. Se han salvado con préstamos pedidos a los bancos, a veces incluso para pagar nóminas, pero es que encima la guerra de Ucrania y la decisión de Grezzi de acometer su sexta remodelación de flota en siete años con el aumento de la red nocturna han terminado por poner aún en más problemas a la empresa, que ya pagas un 37% más que el año pasado y que el primer trimestre ha tenido pérdidas de 3,5 millones pese a que el Consistorio ha aumentado su aportación anual en más de una decena de millones hasta llegar a los 74.
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