A Manolo siempre le dicen que va hecho un pincel y lo achacan a que vive en «el barrio rico» o en la «parte rica», así con sorna se reprochan entre vecinos de Marxalenes; que no es más que eso, un barrio entre dos ... aguas, muy cerca del centro, «a quince minutos del Mercado Central», apunta Manolo, pero a la vez muy lejos de todo lo que anhela o desea. Las diferencias entre zonas se palpan en el ambiente pero a la vez los vecinos están remando en la misma dirección. «Al final lo único que queremos es que se acuerden de nosotros», dice.
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En esta parte más próxima al antiguo cauce del río la vida se respira en las calles. Mientras tras cruzar la calle Reus, algo cambia y ni siquiera se ve a nadie. Es en la zona más próxima a Benicalap donde se marca la diferencia. Con las plantas bajas cerradas, sin negocios ni comercios, las fincas son diferentes, más bajas y más antiguas. Justo un vecino entra en uno de esos portales. «Aquí antes era un barrio de gitanos, durante mucho tiempo, ahora o se han integrado o han venido inmigrantes», comenta.
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En esta parte, la cara B, apenas hay servicios públicos, algunos bares, y muy pocas tiendas. Tan sólo una farmacia que aún sobrevive a lo que los vecinos llaman «una bajada del nivel de vida». Aunque era antes cuando la zona estaba más degradada esa percepción se instaló en el barrio, muchos negocios cerraron. Ahora que la cosa está más tranquila, según explican los vecinos, esta es la parte de las familias más humildes y también la que acoge a inmigrantes.
En general, Marxalenes presume de ser un barrio solidario y multicultural, con casi un 43% de la población inmigrante. Aún hoy, el barrio está recuperando vecinos gracias a su llegada. Magalí es una joven ecuatoriana que vive y trabaja en Marxalenes y confirma que la integración es «total». Aunque en los últimos años ha sufrido algún incidente por parte de una vecina de su edificio, asegura que son los menos: «Creo que también pudiera ser al revés y que hay inmigrantes que pueden faltar al respeto al barrio pero aún así, y aunque hay de todo, aquí quien quiere se integra y te reciben con los brazos abiertos».
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En esa otra parte, la rica, el único valor añadido que se observa a simple vista es la vida, el ambiente y el trasiego de vecinos. Allí, en la calle Málaga, Roberto y Juan llevan su negocio. «El verdadero problema es el incivismo y ahí es la propia gente del barrio la que tiene que cambiar, porque lo de las cacas de los perros, o los ruidos por la noche, los botellones, todo eso es una cuestión de educación», apunta Roberto. Aunque para Juan sí que se nota algo de delincuencia y de tirones en las calles: «A nosotros nos entraron a robar aquí». Comenta que antes había un policía de barrio pero que eso «se acabó».
Y eso es lo que les une, la misma pelea. Marxalenes es un barrio que nació entre marjales, entre aguas. Después acogió a muchos inmigrantes de otras partes del país que se instalaron allí e incluso a gentes de otros barrios de la ciudad, realojados tras la riada. Y de esa mezcla, surgió la unión. Y el barrio anhela llegar a ser algo mejor. «Y no ser un aparcamiento gigante, porque un día de estos los coches nos comen», dice Manolo. Y lo cierto es que las aceras, y en cada espacio, los coches se amontonan. Aunque el barrio está lleno de solares no hay ni uno sólo destinado a ampliar las plazas de aparcamiento para coches. «Qué va, las han retirado todas pero mientras los solares siguen vacíos, anda que no podrían hacer, pero claro todo es el castigo al conductor y al vecino», protesta Manolo haciendo alusión implícita al concejal de Movilidad en el Ayuntamiento, Giuseppe Grezzi.
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10.880 Con casi 11.000 vecinos, Marxalenes no es uno de los barrios con mayor población pese a su gran extensión, pero después de años de pérdida de vecinos, en los últimos, desde 2017, inicia una recuperación del vecindario.
43% Es el porcentaje de la población extranjera. El barrio en su origen fue poblado por inmigrantes de otras zonas del país que llegaron a la ciudad de Valencia. Pero en las últimas décadas también ha sido un barrio de acogida de inmigrantes. Solares vacíos
Solares vacíos En Marxalenes los vecinos critican la falta de acción e inversión en el barrio pese a tener muchos solares vacíos que podrían dotar al barrio de servicios públicos o de aparcamiento ya que actualmente uno de los mayores problemas es la necesidad de los vecinos de aparcamiento.
Aún así en esta zona más favorecida por su ubicación, también sufren estas y otras problemáticas. Los comercios están en horas bajas y después de la pandemia aún más. En la peluquería de Leo el ambiente está animado por las fechas festivas, pero reconoce que el bache «ha sido duro de superar» y que aún hoy teme lo que pasará en unos meses. Tanto ella, como Miguel, el zapatero están en modo supervivencia y ni siquiera levantan la cabeza de su trabajo para hablar. Miguel es casi una eminencia en el barrio y no sólo por su trabajo o por veteranía, sino porque ha sabido aguantar sin perder a su clientela. Para él, que ahora vive en Patraix, Marxalenes es un barrio tranquilo y en el que cree que morirá su oficio sin que nadie le tome el relevo.
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