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Alejandro Escribano: «Valencia ha dejado de ser un destino inversor atractivo»

«Valencia ha dejado de ser un destino inversor atractivo»

Alejandro Escribano, arquitecto: «Podemos ofrecer soporte a muchísima gente que está buscando ciudades medias en Europa con alta calidad de vida»

PABLO SALAZAR

VALENCIA.

Domingo, 3 de octubre 2021, 18:03

La Valencia de 2021 sigue siendo el resultado de su Plan General de Ordenación Urbana, el de la década de los ochenta. Dedicado desde hace años a la actividad privada se siente con la libertad y la autoridad suficiente para enjuiciar lo que se está haciendo en una ciudad que conoce a la perfección.

Alejandro Escribano

  • Nombre Alejandro Escribano

  • Edad 70 años

  • Nacimiento Valencia

-Empecemos por el asunto más reciente y motivo de polémica entre los socios de gobierno municipal. ¿Cómo se queda cuando lee que se va a reducir la calzada de Ausiàs March, una avenida que diariamente utilizan más de 70.000 vehículos?

-Creo, o espero, que el proyecto resuelva los cálculos para demostrar si son suficientes seis carriles. Esa avenida necesita una reforma, desde luego, eso no lo puede negar nadie. Pero partir de la premisa de que vamos a hacer una avenida de seis carriles me parece un error, habrá que hacerla de cuatro, de seis o de ocho, el proyecto es el que deberá decidirlo. Una avenida de ese calibre debe ir acompañada de un estudio de tráfico que permita conocer cuáles son las necesidades. Porque esas grandes penetraciones no pueden terminar en un embudo.

-¿Es normal que la movilidad, la planta viaria, determine el diseño urbano de las calles?

-En Valencia lo que ha habido y está habiendo es demasiadas actuaciones improvisadas que no responden a un plan global. Que hoy hay que crear áreas peatonales con acceso restringido es algo que nadie va a discutir. Pero esas actuaciones no pueden ser improvisadas y dando lugar a una imagen de ciudad provisional, que es lo que tenemos en el centro. Y el centro es la tarjeta de visita de una ciudad para los visitantes, transmite al exterior lo que queremos ser y si somos una ciudad cuidadosa, rica, potente, dinámica... Lo peor es transmitir una imagen de provisionalidad. Para eso es mejor no hacer nada.

-En mi guión la pregunta sobre las plazas estaba más adelante pero ya que saca la provisionalidad no puedo dejar de preguntarle por la plaza del Ayuntamiento.

-Creo que no hay nadie que pueda defender la solución que se ha adoptado. Que había que quitar tráfico de superficie de esa plaza tampoco es algo que se pueda discutir mucho, es una decisión correcta. Hay que mantener un mínimo de tráfico porque con la peatonalización, si te pasas, puedes matar la ciudad. El centro de las ciudades no puede matarse, porque deja de acudir gente, se convierte en un lugar inseguro. Como urbanista detesto las provisionalidades, porque se pueden quedar mucho tiempo. Te puedes equivocar en una avenida de la periferia pero no te puedes equivocar en el centro, en los espacios emblemáticos.

-O en la calle Colón...

-Todo lo que se ha hecho en Colón me parece mal. Lo que había que hacer es justo lo que no se ha hecho, que es crear aceras más anchas. Se ha creado un caos de carriles (bicis, aparcamiento de motos, transporte público...) y se ha dejado las aceras que había. Una de las fortalezas de Valencia es que a pesar de los centros comerciales, nuestro centro de la ciudad está muy vivo. No hay nada peor que matar el comercio del centro de las ciudades. Lo que han hecho es dejar demasiado asfalto y unas aceras ridículas.

-En el Plan General de Ordenación Urbana que usted redactó en los años ochenta había una apuesta por el tranvía. ¿Es una oportunidad perdida (otra más) que Valencia no se decidiera a construir más líneas de tranvía?

-Sí. Nos costó mucho retomar el tranvía y se hizo gracias a un viaje que hicimos a Alemania y en el que los concejales vieron en directo cómo un tranvía puede pasar por una calle peatonal y no pasa nada. El problema del tranvía es que no puede hacer recorridos demasiado largos, hay una distancia a partir de la cual es más eficiente el metro. Pero para el interior de ciudades el tranvía es ideal y en Valencia no se ha acabado de impulsar todo lo que debería. Por ejemplo, nadie se ha atrevido a meter líneas por el centro. El famoso 5 tenía que haber sido una línea tranviaria. Hubiéramos tenido un transporte mucho más silencioso, más eficiente, de mucha más calidad. Afortunadamente, la evolución del transporte que yo veo a diez o quince años y basada en el hidrógeno va a hacer que el tema de la contaminación empiece a no ser un factor decisivo en el transporte público. No vamos a tener autobuses de baterías, porque es imposible, pero sí van a haber autobuses con hidrógeno, y habrá un renacimiento del autobús, no contaminarán, serán silenciosos, perfectamente ecológicos, sólo desprenderán vapor de agua.

-Aquel Plan General tenía como uno de sus grandes objetivos limitar el crecimiento de la ciudad tras la etapa de desarrollismo franquista y proteger la huerta. ¿Tiene sentido hoy, más de treinta años después, lo uno y lo otro, limitar el crecimiento y proteger la huerta?

-Buena pregunta. Valencia es una ciudad que ha llegado a un grado de madurez en que tiene que reciclarse a sí misma. El crecimiento de muchas ciudades europeas se basa en el reciclaje. Casi todas las ciudades europeas están creciendo densificando espacios, que cuando yo estudiaba urbanismo en la carrera era como el tótem negativo y ahora lo vemos como algo normalmente positivo. La huerta es un espacio que tiene un valor histórico y paisajístico incuestionable pero sobre todo es el espacio que le da a Valencia una calidad medioambiental. La huerta si no existiera habría que inventarla. Pero lo que me preocupa es que deje de ser huerta, que deje de haber agricultores interesados en cultivarla y la perdamos. Porque entonces va a ser un espacio de matorral, una maleza terrible. Es fundamental que se conserve la actividad agrícola, y eso pasará por medidas de apoyo público. La ciudad debe crecer metropolitanamente, ¿qué podemos crecer sólo como ciudad?, ¿cien hectáreas?, estropearíamos la huerta Norte, ¿y qué resolveríamos? Es mucho mejor concentrarnos en utilizar bien el espacio que tenemos. En ese sentido, polémicas como la del plan de Benimaclet son completamente absurdas. Quitar densidad para meter huertos urbanos es el disparate mayor que he conocido porque lo que hay que hacer es justamente lo contrario, incrementar la densidad y para huertos urbanos tiene usted toda la huerta. Si no hay agricultores y hay ciudadanos dispuestos a cuidar un trocito de huerta, perfecto, que lo hagan. A Valencia le quedan cuatro grandes operaciones urbanísticas, no hay más: Benimaclet, Grao, la dársena del Puerto y el Parque Central. Son las cuatro operaciones que terminan la ciudad. Cualquiera de esas cuatro operaciones tiene que cuidarse, no pueden malgastarse. ¿Qué necesita Valencia? Ocupar inteligentemente los espacios disponibles sin tener que recurrir a ocupar más huerta. Es completamente absurdo que tengamos cien hectáreas de suelo en la Marina y en su entorno y nos empeñemos en hacer inventos de baja densidad sin un programa de usos claro. En estos espacios lo que necesitamos es actividad económica porque no hay nada más progresista desde el punto de vista de la sostenibilidad ambiental que crear empleo dentro de la ciudad. Evitas desplazamientos.

-¿No tiene la sensación de que está todo muy parado, que Valencia se ha frenado? Benimaclet, la Marina, el Grao...

-Los grandes proyectos pendientes están parados pero ha habido algo peor: Valencia ha transmitido una imagen hostil frente a la inversión privada. Lo que ha pasado con el plan parcial, de Benimaclet -con una empresa dispuesta a pactar una solución razonable, cosa que consiguió con la Delegación de Urbanismo, y encontrarse con un movimiento impulsado desde otra parte del ayuntamiento en contra del plan y proponiendo soluciones que lo hacen inviable- transmite un mensaje malísimo porque de repente Valencia ha dejado de ser un destino inversor atractivo. Es importante recuperar Valencia como ciudad atractiva para la inversión.

-¿Estamos condenados a un péndulo que nos lleva de una época de eventos y grandes proyectos tal vez excesiva a otra, no menos excesiva, en que todo está mal visto?

-Valencia necesita entender la posición que ocupa en España y en el contexto europeo. Es una ciudad que tiene casi todo lo atractivo hecho, desde la Ciudad de las Artes, grandes equipamientos culturales, el jardín del Turia... Tenemos una infraestructura cultural y de servicios muy buena. ¿Qué necesitamos? Necesitamos entender que podemos ofrecer soporte, y más en la época del teletrabajo, a muchísima gente que está buscando ciudades medias en Europa con alta calidad de vida, y aquí tenemos un problema gravísimo de oferta de espacios de oficina de tamaño grande. No nos damos cuenta que podemos captar mucha inversión privada en localización de empresas porque la ciudad ofrece un espacio excelente, con una calidad de vida que muy pocas ciudades europeas pueden compararse con nosotros. No estamos entendiendo lo que hay que hacer para que esas empresas vengan aquí. Eso significa potenciar distritos de innovación donde sea más fácil hacer oficinas, crear espacios universitarios... Otra cosa: Valencia tiene dos grandes potencialidades económicas. Una es que somos una ciudad universitaria muy atractiva, primera ciudad Erasmus de España. No nos damos cuenta de cómo estamos irradiando buena imagen de la ciudad por toda Europa a través de los Erasmus. Haber dificultado el paso a inversiones universitarias en la ciudad es un error muy grave, somos una ciudad universitaria y debemos potenciarlo. El segundo polo importante de la ciudad es el Puerto, que es una base logística... (se interrumpe). No sé si tenías pensado hablar del Puerto...

-Pues sí, se ha adelantado pero siga, siga, no se corte.

-El Puerto es nuestra otra gran potencia. Tenemos la suerte de tener el primer puerto transoceánico de España y uno de los más importantes de Europa. ¿Por qué? Pues porque estamos en el sitio que tenemos que estar. Los barcos vienen desde Suez y no tienen que subir a Barcelona o a Marsella, que pierden dos días de navegación. Geográficamente nos ha tocado la lotería. El Puerto no es sólo el empleo que genera sino la expectativa del empleo que puede generar, en un momento en que la logística es la clave del comercio y la economía mundiales. La sociedad valenciana tiene que aprender no sólo a aceptar el Puerto sino a querer el Puerto como un motor fundamental. La calidad de vida, el ambiente universitario y el Puerto son un cóctel extraordinario para el desarrollo futuro de la ciudad. La ciudad tiene que entenderse a sí misma, cuál es el papel que quiere adoptar. Valencia necesita una visión clara de cómo debe potenciar la actividad económica dentro de la ciudad, que eso no son industrias con chimeneas, eso es meter la actividad económica que hoy es muy libre de poder elegir estar aquí o en Milán o en Madrid o en Barcelona.

-Vuelve a hablarse de la posibilidad de traer la Copa América. ¿Es partidario?

-Hummmmm... (duda, por primera vez) no es fácil pronunciarse.... La cuestión es, ¿el dinero que cuesta, de canon, la Copa América va a tener un retorno que hoy lo justifique? Esa es la gran pregunta. Hummm... A nivel mundial, los minutos de televisión que podemos conseguir, seguramente un experto diría que sí, que compensa. En este momento Valencia necesita un revulsivo para resintonizarse con ese ambiente de seguridad en sí misma que tenía la ciudad. Aunque creo que la Fórmula 1 fue un error...

-Ya me ha dejado sin la siguiente pregunta (le interrumpo).

-Lo siento. La Copa América me pareció una ocasión extraordinaria. Y fueron momentos que, como los que vivió la Barcelona del 92, la ciudad vibró toda al unísono por un proyecto compartido. Creo que con la Copa América el dinero estaría justificado si eso nos permitiera retomar este impulso de ciudad que vuelve a creer en sí misma.

-¿Y por qué dice que fue un error la Fórmula 1?

-Fue un error pensar que era reutilizable. Había que haber sido más claro. Aquello era lo que era, una forma de transmitir imágenes que ven cientos de millones de personas. Bien, pues planteémoslo así. En vez de plantear un circuito urbano tipo Mónaco, que hoy no es posible, se hizo un circuito con todas las medidas de seguridad que requiere, que si se hubiera mantenido hubiera bloqueado el desarrollo de la dársena y de todos los espacios.

-Le tengo que preguntar, obviamente, por el nuevo estadio del Valencia (operación que asesoró). ¿Se arrepiente? Le advierto que soy un defensor acérrimo de «nunca nos debimos mover del viejo Mestalla».

-Era una opción, era una opción... El problema es que la premisa de dónde partíamos no era esa, era hacer un nuevo estadio y el mejor sitio para un nuevo estadio era ese. Luego está lo que vino después pero si se hubiera terminado sería un elemento más que contribuiría a la imagen de la ciudad en un punto perfecto, con un edificio icónico, con transporte público... Pero la crisis vino dos años antes de lo que hubiera sido necesario. ¿Y qué tendríamos en el actual Mestalla? Pues tendríamos un complejo de edificios que si salen bien convierten a la avenida de Aragón en lo que no es ahora, en un espacio de calidad urbana en una de las entradas de la ciudad.

-Pero ahora está todo a medio hacer, lo uno y lo otro.

-Lo que ha sido un trágico error es no haber sido capaces de encontrar los medios o la persona que acabe eso. Porque el problema es que ahora tenemos dos sitios... feos, el nuevo Mestalla sin acabar y el viejo con una imagen penosa, por muchas lonas que le pongas. Por contra, si imaginas un complejo de oficinas y viviendas bien resuelto, con arquitectura de calidad y yendo hacia arriba... Mira, esto es algo en lo que me gustaría insistir. Este complejo de que Valencia cuando pasa de 20 plantas aquí todo el mundo se echa las manos a la cabeza... ¡vamos a ver!, que se vayan a Bilbao, que miren la torre de Cesar Pelli en la sede de Iberdrola, que es un magnífico edificio que ha cambiado todo el entorno de Bilbao. Que miren cualquier gran capital. Valencia necesita dos o tres grandes edificios en altura, en ciertos puntos, por ejemplo en Cortes Valencianas, en avenida de Aragón, en Grao, para meter un hito que visualice lo que es el Puerto, otro para la entrada de Barcelona, otro para la entrada de Ademuz. Y no hablo de las 30 plantas de la torre de Francia, que es un edificio de una calidad mediocre, ni de los dos armarios gigantes que hay en la plaza de la Dama Ibérica, que no tienen la esbeltez que deberían tener. Quitémonos ese complejo que tenemos con los edificios altos.

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