![La escultura de Per Kirkeby en Valencia: de valiosa obra de arte a refugio](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/12/06/1474888845-U200486708303oCI-RIK6CyY50gWpEVHu3DZg1wO-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Cuentan Alberto Ávila y Gerson Rosario que en ese espacio se sienten más seguros. Llevan cerca de una semana viviendo en esa especie de cubo de ladrillos que está instalado bajo el Pont de les Arts de Valencia. En el pleno Jardín del Turia, la estructura es su refugio, donde han instalado una jaima y una tienda de campaña donde duermen y se resguardan del frío que ya ha llegado a Valencia. Los avatares de la vida les han conducido a la calle, a vivir al raso, a buscar un enclave en el que intentar sentirse a salvo. Gerson fue el primero que llegó y se instaló allí. Limpió la zona e, incluso, la desinfectó con lejía. Dice que cree que ese espacio eran unos baños. Pero no es así. La realidad es que donde ellos duermen desde hace días está instalada exactamente una obra de arte, una escultura que el artista danés Per Kirkeby realizó en exclusiva para Valencia en el año 1989. Poco antes, el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) había organizado una retrospectiva sobre el autor. La pieza se creó en exclusiva para esta parte del cauce. Ni siquiera se había construido el Pont de les Arts. Durante todas estas décadas ha sido objeto de actos vandálicos y pintadas. Incluso, se llegó a barajar trasladarla al Pati Obert del IVAM aunque esa idea nunca ha llegado a fraguarse. Así que la escultura se ha convertido en un refugio para estas dos personas sin hogar.
Ambos han accedido a hablar con LAS PROVINCIAS. Ya se conocían y llevan tiempo viviendo en la calle. Alberto Ávila es cubano y sabe lo que es pasar del cielo al infierno. Es informático y tras su llegada a España fue autónomo, consiguió otros trabajos pero hubo un momento en el que perdió el empleo. De ahí que, sin contrato, su casero no pudiera renovarle el alquiler. Una cosa llevó a la otra, adicciones de por medio y muchos problemas, y acabó en la calle. Quiere dar su nombre y contar su historia porque, denuncia, nadie le ayuda. Afirma que ha acudido más de una veintena de ocasiones a los servicios sociales del barrio de la Zaidía y que no ha obtenido ayuda. Gerson Rosario, por su parte, se muestra más reacio a dar sus datos y a relatar su vida. Sin embargo, la mínima esperanza de que dar a conocer su historia pueda ayudarle a encontrar una solución a su desesperada solución.
«Aquí nos sentimos seguros», coinciden los dos cuando narran cómo llegaron a instalarse en esta estructura de ladrillo. Justo enfrente también tienen un asentamiento con varios indigentes. «Nos ayudamos y ellos vigilan cuando nos vamos para que nadie entre», aseveran. Primero fue Gerson, que llegó a España con tan solo siete años desde Republica Dominicana, el que se refugió en la escultura. Su vida tampoco ha sido fácil y los problemas le han llevado a su situación actual. Aunque en un primer momento es reticente a dar la cara, finalmente cuenta que limpió el enclave y que justo la primera noche que dormía allí se presentó la policía. «Se sorprendió de lo recogido que estaba el sitio. No me dijeron nada y aquí sigo», señala a este diario. Después se le unió Alberto. Él pernocta en una tienda de campaña. El espacio, dentro de lo cabe, está limpio y ordenado. Hay un colchón y una garrafa de agua que cogen de una fuente cercana. Acuden, además, a la Casa de la Caridad y a Cruz Roja para asearse o recibir ayuda. Pero no es suficiente. «Llevo desde el año pasado esperando la Renta Valenciana de Inclusión», denuncia Alberto, quien suma esta reclamación a la falta de respaldo por parte de los servicios sociales.
Ellos se resguardan en esta obra de arte que, de haberse cumplido una de las intenciones del que fuera director del IVAM, José Miguel García Cortés, titular del museo entre 2014 y 2020, no debería estar en su ubicación actual. El que fuera responsable de la pinacoteca quiso llevarse la gran escultura al Pati Obert del IVAM, el espacio que se construyó en el patio trasero del centro de arte moderno y donde se ubicaron otras esculturas a la vista del público. Jamás se desarrolló ese proyecto y tampoco se va a llevar a cabo.
LAS PROVINCIAS ha preguntado al IVAM sobre el futuro de la escultura de Kirkeby, afirman que «aunque se ha barajado la posibilidad de trasladar la escultura de Per Kirkeby al Pati Obert del IVAM, un traslado que implicaba una nueva reconstrucción de la pieza en su nueva ubicación, finalmente esta opción se descartó». «La decisión vino motivada tras mantener distintas reuniones con agentes sociales del barrio del Carmen, quienes expresaron su deseo de que el jardín del museo cuente con mayor espacio para la programación de actividades culturales», afirman desde el centro artístico. En el IVAM condena «los actos de vandalismo sobre las obras de arte» y reclaman que «se extremen las medidas de seguridad y vigilancia en el Jardín del Turia». Es más, señalan desde el museo que el pasado mes de junio se llevó a cabo la última intervención sobre la escultura. La pieza fue sometida a un proceso de limpieza y restauración integral por parte del equipo técnico del IVAM debido al vandalismo grafitero. Las superficies cerámicas de la escultura requirieron una primera limpieza para lograr la eliminación de todo elemento ajeno a la escultura y, posteriormente, de una intervención general que igualara las pátinas. Para la limpieza se utilizó una máquina de chorro de arena de presión regulable, para no dañar las superficies. En la actualidad, la obra se muestra sin pintadas ni grafitis.
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Desde el espacio que dirige Nuria Enguita insisten en que desde el museo se recomienda el acondicionamiento de la vegetación alrededor de la pieza para que genere una protección frente al puente y un ocultamiento del transformador que se instaló después de que se ubicara allí la obra. Finalmente, sostienen que la pieza es un 'site specific' que el autor danés proyectó para el espacio concreto donde se ubica. Una escultura cuya función, la de llevar el arte a la calle, ha trascendido más allá y ahora es el hogar de dos jóvenes que esperan una nueva y mejor oportunidad para vivir dignamente.
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