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Asistentes al funeral por las víctimas de la DANA, este lunes, en la Catedral de Valencia.

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Asistentes al funeral por las víctimas de la DANA, este lunes, en la Catedral de Valencia. Reuters

Las familias de fallecidos en la DANA, entre el plante y el dolor en el funeral de Valencia

Algunos se salen durante la misa funeral en la Catedral mientras otros deciden asistir aunque se muestran «indignados»

Patricia Orduna

Valencia

Lunes, 9 de diciembre 2024

Dolor. Mes y medio después de la DANA, es todavía el sentimiento que impera en muchas familias afectadas. Sobre todo de quienes han perdido a un ser querido. Para ellos se ha celebrado este lunes una misa funeral en la Catedral de Valencia, en señal de respeto y recuerdo de todos los fallecidos. A esta, además de numerosas autoridades, estaban invitados los familiares de quienes perdieron la vida con la riada, y que ahora tratan, poco a poco, de rehacer sus vidas. Pero a algunos, los sentimientos no les han permitido permanecer en el interior de la Catedral al ver a personalidades políticas muy señaladas durante las últimas semanas. Otras, por sus familiares, han decidido permanecer en el interior.

Rosa y Elena son dos hermanas de Benetússer que se quedaron sin su padre Luis el día de la DANA. Recuerdan cómo cada día su padre, que vivía con una de ellas, se iba a un bajo familiar a limpiar y organizar cosas: «Como muchos días, se fue y ya no sabíamos dónde estaba». En la tarde del 29 de octubre lograron incluso localizarlo, pero la fuerte riada les impidió llegar a él. «En aquel momento pensamos que habría podido salir del agua, pero no lo logró», lamentan. A Elena, el agua le pilló en la calle, pero no pudo llegar a por su padre: «La última llamada fue cuando tenía el agua al cuello». «Es una sensación horrible no saber dónde está tu padre», añade. Ahora, con la misa funeral oficiada por el Arzobispo de Valencia, Monseñor Enrique Benavent, esta familia de Benetússer busca «algo de paz»: «Queríamos enterrar a nuestro padre al lado de nuestra madre y no nos dejaron, tuvimos que incinerarlo», lamentan.

Los hijos de Elena, que trabajan en Ribarroja, quedaron atrapados e incomunicados allí. Relata Elena esa angustia que vivió con su padre y que se replicó con sus hijos: «Estuvimos incomunicados dos días pero pudieron volver». Mes y medio después, tanto Elena como Rosa se preguntan «qué hacen los políticos en la misa funeral»: «Hemos estado desamparados, los vecinos hemos salido adelante gracias a los voluntarios, que nos han dado comida y ayudado a limpiar», denuncian. Y añaden: «No entendemos por qué hasta cuatro días después no dejaron ayudar a la UME». También muestran su sorpresa ante la diferente situación que se vive en Valencia ciudad en comparación con uno de los pueblos afectados: «Vienes a Valencia y ves otro ambiente, pero allí es de tanta destrucción que parece que hayamos vivido una guerra». «No es lo que hemos pasado, es lo que nos queda por pasar», sentencia.

Los reyes asisten al funeral por las víctimas de la DANA en la Catedral de Valencia.

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Los reyes asisten al funeral por las víctimas de la DANA en la Catedral de Valencia. Irene Marsilla

Otra de tantas familias afectadas es la de Rober García. Él es natural de Venezuela. De hecho, tuvo que viajar a Valencia de urgencia cuando se enteró de que su hija Lourdes, que vivía en Paiporta, había fallecido a causa de la DANA. Lo más doloroso es que no solamente perdió ella la vida, sino también Angelina, su bebé de tres meses. Por suerte, los otros dos pequeños nietos de Rober pudieron salvar su vida subiendo alturas de su edificio, aunque pasaron solos la noche de la tragedia. Rober recuerda con dolor el 29 de octubre, pues cuenta cómo a madre e hija «las arrastró el agua» y perdió la comunicación con su hija.

Ahora, a la misa funeral en recuerdo de víctimas como Lourdes, Rober llega «con tristeza»: «Estamos cumpliendo protocolos, vamos a dejarlo ahí». Tras mes y medio de una «catástrofe de dimensiones descomunales», Rober entiende que «cada uno ha hecho lo que ha podido», aunque destaca la gran labor de los voluntarios en esta DANA: «Ha habido mucha humanidad tanto de particulares como de empresas». Así, quiere dejar claro que «esto es labor de todos», refiriéndose a la reconstrucción de las zonas afectadas.

Ana y Eloy Romero también asisten a la misa funeral. Ellos lamentan la muerte del marido de Ana, Luciano Bravo. Su caso es uno de tantos similares que desgraciadamente ha acabado con la vida de muchos vecinos: intentar salvar el coche. Explica Ana que ella trabaja en la rambla de Catarroja, y hasta allí se desplazó el martes 29 con su vehículo. Cuando la familia se dio cuenta de que el barranco se había desbordado, el hijo del matrimonio bajó a la calle para salvar uno de los dos coches que tenían en la familia. Luciano no dudó en desplazarse hasta el trabajo de su mujer para rescatar el otro vehículo. Recuerda Ana la última llamada con él: «Cari, no te preocupes, ahora llamo al 112». Nunca pudo llamar, ni los servicios de emergencia asistir a su marido.

Eloy, cuñado de Luciano, ironiza con la situación: «Le tenía pánico al agua y se enfrentó a ella. Cuando le llegó por la rodilla no supo si seguir adelante o no y se subió a un coche», relata. Ana no pudo volver a casa hasta el día siguiente, cuando su hijo le preguntó dónde estaba su padre. Fue en ese momento cuando se temieron lo peor. Ahora lo recuerdan con tristeza, pero también «con mucha rabia por cómo se ha gestionado todo», destaca Ana.

Estos son solo unos pocos de los tantos testimonios de familiares de fallecidos en la DANA que existen. Muchos de ellos acudieron este lunes a la misa funeral, e incluso en su interior pidieron explicaciones a los políticos que allí se personaron. Otros, desde fuera, también buscaron respuestas para su dolor.

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