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El avión incendiado en Valencia. Dani Meroño

Aterrizaje forzoso en Valencia: la cabina se llenó de humo, los pasajeros saltaron por las rampas de evacuación y los sanitarios atendieron a 19 heridos

«Fuego en el motor», comunicó a la torre de control el piloto de un vuelo Londres-Valencia

ANA CORTÉS

Valencia

Lunes, 5 de agosto 2019

El vuelo BA422 de la compañía British Airways procedente del aeropuerto Londres-Heathrow aterrizó ayer a las 18.40 horas de emergencia en el de Manises con casi 200 pasajeros, la cabina envuelta en una densa humareda y fuego en uno de los motores. Minutos antes, el piloto envió un mensaje de alarma a la torre de control: «fuego en el motor», según confirmaron fuentes de AENA y del 112. El avión tomó tierra, desplegó las rampas de evacuación y los pasajeros se lanzaron al medio de la pista, donde ya estaban los servicios de emergencia. No hubo heridos graves, pero tres personas fueron trasladadas al hospital por intoxicación leve y 16 fueron asistidas por rozaduras o crisis de ansiedad, entre otros motivos. Entre el pasaje había menores y ancianos.

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El avión, un Airbus A321, partió de la capital inglesa pasadas las 16 horas, con casi media hora de retraso. Cuando ya llevaban más de una hora a bordo, algunos viajeros comenzaron a ver humo y percibieron un intenso olor a quemado. En ese momento, no se extendió el pánico y las azafatas comunicaron que se trataba del aire acondicionado, «que se estaba despresurizando». A pesar de la aparente normalidad que trasladaba la tripulación, casi en Valencia, el humo empezó a ser más denso e inundó la cabina. Según los servicios de emergencia, el humo provocado por el fuego de uno de los motores pudo entrar a través de los conductos de ventilación.

«Ya en Manises el avión empezó a tambalearse y el piloto aterrizó», cuenta Dani Meroño, uno de los pasajeros. «No veíamos nada, sólo mucho humo, y la tripulación no nos decía que estaba pasando», asegura. Aunque muchos viajeros se levantaron con la intención de recoger sus pertenencias, las azafatas, con la mascarilla puesta, comenzaron a pedir a los pasajeros que se quedaran en sus asientos y pusieran la cabeza entre las rodillas. «Ahí sí que pasé miedo», apostilla Dani.

Los bomberos desbloquearon las puertas e instalaron las rampas de evacuación flotantes. En ese momento, se vivieron los instantes más tensos entre el pasaje por los nervios que generaba la falta de información. «Ayudamos a descender a varios ancianos mientras las azafatas nos gritaban que saltáramos», recuerda Dani. Una vez tocaron tierra y desperdigados por la pista fueron trasladados al interior del aeropuerto. Allí, los afectados denunciaron que no recibieron la asistencia debida, ni tampoco explicaciones. «Estuvimos esperando en la sala donde se recogen los equipajes y no dejaban salir a nadie de la terminal», explica el mismo.

Otra de las afectadas fue Esperanza Gutiérrez, cuya hermana y su cuñado viajaban en el vuelo accidentado y acompañados por sus dos hijos pequeños. Como otros pasajeros y sus familiares, denunció la carencia de datos sobre el suceso tanto por parte de la aerolínea británica como de los servicios de la terminal de Manises. «Nadie nos ha comunicado nada. Nos hemos tenido que enterar por lo que nos han comentado nuestros familiares. Es vergonzoso», explica. De hecho, el mostrador de esta compañía permanecía cerrado desde las 18.00 horas e incluso cuando los viajeros se personaron para pedir las justas aclaraciones. El aeropuerto, ante el incidente ocurrido en la pista de aterrizaje, desvió el tráfico aéreo durante casi media hora.

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