![Cuando las fuentes se confunden con piscinas](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/08/12/fuentes-k3TD-RkADUVftHzf10xOewfZljIK-1200x840@Las%20Provincias-LasProvincias.jpg)
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Valencia se encuentra en pleno verano y el calor resulta tan sofocante que cuesta pasar varias horas al aire libre. Muchos valencianos y turistas aprovechan las vacaciones para pasar el día en las playas de la ciudad y refrescarse con el agua del mar. Sin embargo, muchos otros prefieren visitar el núcleo urbano de la capital, o tienen responsabilidades en la zona centro de la ciudad. Es por esto que, como ha podido ocurrir en épocas estivales anteriores, algunos aprovechen las fuentes municipales para refrescarse los brazos o la nuca. Sin embargo, muchos otros se lanzan directamente, como si de una piscina se tratara.
Si uno se pasea por la ciudad de Valencia a partir de las 11:00 de la mañana, se percatará que la mayoría de viandantes son extranjeros que se encuentran de visita por la ciudad. Probablemente cruceristas, o tal vez turistas que pasarán más de un día en la capital del Turia, pero lo importante es que el calor no les frena para conocer mejor las calles de su núcleo urbano. En la plaza del Ayuntamiento, son muchos los que se acercan a la gran fuente frente al Ateneo Mercantil de Valencia. Varios de ellos pisan el césped alrededor de la estructura para acercarse a su borde y poder refrescarse con el agua que emana de ella. Afortunadamente ninguno se atreve a sumergirse.
No sucede lo mismo con la fuente que preside la Plaza Redonda. Allí son habituales las visitas de un individuo que utiliza este monumento como si fuera su piscina privada. Así lo denunció la Asociación de Comerciantes del Centro de Valencia, quién aseguró que se trata un vecino de la ciudad que se ha vuelto sospechoso habitual después de haberse zambullido en el agua de la fuente de la plaza Redonda en más de una ocasión. «Lo cierto es que va por rachas. A veces está un mes sin venir que de repente aparece la misma semana todos los días», aseguraba un comerciante que tiene su tienda de souvenirs en la misma plaza.
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P. Alcaraz
Aunque no de manera igual de habitual, también se pudo ver este año en Valencia cómo varias personas utilizaban la fuente de la Plaza de la Virgen para darse un chapuzón. La estructura, que representa al río Turia con todas sus acequias, es patrimonio de la ciudad y el baño en su interior está terminantemente prohibido. De hecho, la normativa municipal marca claramente que «queda prohibido el baño en todas las fuentes públicas, bebedero y ornamentales, así como la utilización de sus aguas para el lavado de ropa, el lavado de vehículos, o el aseo de animales o personas», con posibilidad de sanción económica comprendida entre los 750 hasta los 3.000 euros.
En la mañana del viernes 9 de agosto todo ha estado tranquilo, y no se ha tenido que lamentar el baño de ningún viandante en estas fuentes. Además, a escasos metros de estas ubicaciones, en la plaza de la Reina la gente encuentra un pequeño oasis. Los vaporizadores de agua de la plaza, que se activan cada treinta segundos, son un paso obligatorio para todos aquellos que se encuentran en la zona.
Otra zona en la que está prohibido el baño pero Valencia ha tenido que lamentar incidentes son las balsas del Parque central. Éstas han estado vacías durante la mañana del viernes, pero a escasos metros el parque ofrece una zona a ras de suelo desde donde emanan decenas de chorros de agua. Numerosos grupos de niños y familias enteras se han emplazado a este lugar para refrescarse de los más de 30 grados que hacía pasadas las 12 del mediodía.
Si hablamos de grandes fuentes en el casco urbano de la ciudad, es inevitable echar un vistazo en la Ciudad de las Artes. A los grandes edificios, símbolo de la ciudad, les rodean inmensos lagos artificiales de agua cristalina. Afortunadamente, esta zona de gran afluencia turística dispone de grandes zonas de sombra, y no se ha avistado a nadie utilizar estas piscinas para el baño. Donde sí se ha visto meter los pies, sobre todo a los niños, ha sido en el agua que rodea el Ágora, actual sede de Caixafórum.
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