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Ilustración: Sr. García
Fuset, un político quemado por la polémica

Fuset, un político quemado por la polémica

El edil era uno de los aspirantes a liderar el futuro relato de Compromís pero el banquillo de los acusados lo deja en fuera de juego

Héctor Esteban

Valencia

Miércoles, 26 de febrero 2020

Pere Fuset i Tortosa (Valencia, 16 de julio de 1982), aspirante a sociólogo, valencianista tricolor, indie y, desde su dimisión, concejal casi sin atribuciones por presunto motu proprio -tiene competencias menores para justificar la nómina-. La polémica fue tanto a la fuente que al final se rompió y uno de los ediles más mediáticos del Ayuntamiento de Valencia -sólo Grezzi está a su altura- se autoinstaló ayer en una situación de barbecho sin competencias pero con sueldo.

Fuset ha puesto el punto muerto a su actividad en un momento significativo, a las puertas de la Crida, la llamada multitudinaria a la ciudadanía desde las Torres de Serranos para participar de las Fallas. Hace apenas un mes, Pere Fuset como presidente de la Junta Central Fallera acompañó a Consuelo Llobell en el acto de exaltación como Fallera Mayor de Valencia. El domingo será Carlos Galiana, que asume las competencias festivas, el que luzca de valenciano en el inicio oficial de las Fallas. El olor de multitudes será para uno de sus grandes rivales políticos en el maratón de la sucesión. Un trago amargo para Fuset. Galiana asumirá el papel que siempre quiso.

El casal de Noscarmientas -comisión Cádiz-Cura Femenía-Puerto Rico- será el refugio fallero para un Fuset poco acostumbrado a ser secundario. Ni su adiós lo gestionó en la intimidad. En su cuenta de Instagram colgó una historia con un cara a cara con el remate de la falla municipal de Escif con el eslogan «Açò també passarà» y con el momento de la renuncia con la carta al alcalde, Joan Ribó, con un «gràcies» por todo. Dimisiones radiadas a la búsqueda de un tsunami de adhesiones. De inmediato, la maquinaria de Compromís y afines se puso en marcha para arropar a uno de sus cargos más populares. Un Salvem Fuset.

El regidor se encadenó a la polémica desde el primer día. No ha dado un paso sin encontrar detractores en su camino. En cada entrevista ha defendido que llegó a la Junta Central Fallera para ser el punto de equilibrio entre la izquierda que desprecia las fallas y la derecha que ha ejercido «una apropiación indebida» de la fiesta. En un ejercicio de enaltecimiento personal no dudó en calificar que su labor en Cultura Festiva era «épica» y que había llegado «para escribir una página de la historia fallera». Fuset en estado puro.

Al grito de «putos mafiosos» despachó a los representantes de la Interagrupación, sus enemigos públicos y viceversa. Fuset se lanzó de cabeza al charco de la indumentaria de las falleras mayores y sus cortes, vivió una crisis con el nuevo modelo de la Dansà y lamentó que el jurado de especial estuviera copado por hombres: «Los machotes si quieren pueden insultarme». Fuset se ha movido mucho mejor en la polémica que en la calma. La modestia nunca formó parte de su fisionomía. Explosivo como la pólvora y de neón como su Nochevieja. Ni la reprobación del mundo fallero por abrumadora mayoría la entendió como un aviso para moderar su gestión.

En junio de 2017 optó por no acudir ni a plenos ni a asambleas falleras para no escuchar las críticas, llenó una encuesta fallera de preguntas políticas y cuestiones religiosas y celebró el triunfo del archivo de la denuncia del PP por la pasarela de la Ofrenda.

De polémica en polémica Fuset se labró la imagen del candidato ideal para Compromís, un maridaje de partidos donde la proyección mediática es fundamental para prosperar. El perfil de Mónica Oltra se ajustaba como un guante a Grezzi y al presidente de la Junta Central Fallera, una figura que supo imponerse a Ribó durante los días grandes de fiesta. Una popularidad que le valió ser cabeza de pelotón en las primarias de Compromís para estar en las listas municipales. En las quinielas siempre estuvo a «uno fijo» para ser uno de los aspirantes a sustituir a Ribó. En la carrera por querer ser alcalde siempre puntuó Fuset, bien considerado por la militancia de Compromís. Resolutivo y con personalidad. Ahora se abren nuevos horizontes para cargos como Galiana, actor principal en este nuevo escenario.

Fuset siempre tuvo facilidad para buscar culpables. Al menos es lo primero que hizo en el verano de 2017 cuando un luctuoso suceso empañó la Feria de Julio -rebautizada como la Gran Fira de València-. Trató de desviar la atención, con un muerto en el camino, y acusó a Anaïs Menguzzato, edil de Protección Ciudadana, de no informar a tiempo del fallecimiento. Menguzzato se revolvió y puso en el ojo del huracán a su compañero que no amigo de gobierno: «La Policía Local no es responsable ni de la Feria de Julio ni de los contratos». La velocidad de crucero con la que Fuset navegaba por el pacto del Rialto se ha frenado en seco. Ayer se vivió el primer petardazo fallero.

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