Pablo Alcaraz
Valencia
Martes, 25 de junio 2024, 00:15
Trasiego incesante de visitantes y turistas, continuo ir y venir de coches y taxis entre vallas de obra con sus cláxones como banda sonora decoran la estampa de la estación Joaquín Sorolla de Valencia. La resaca de la noche de San Juan indica ... la controversia que viven las instalaciones ferroviarias de alta velocidad cada vez que se acerca la época estival, más si cabe desde los trabajos de reacondicionamiento de sus inmediaciones llevados a cabo por Adif. Este pasado lunes, jornada todavía festiva para muchos, ha significado el pistoletazo de salida para la temporada alta viajeros y, visto lo visto en este ensayo de lo que deparará este verano, nada hace presagiar que el caos no vaya a campar a sus anchas por la infraestructura.
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Junto al aeropuerto y su homónimo marítimo, la estación Joaquín Sorolla se convierte uno de los puntos de entrada y salida masiva de personas más importante de la ciudad. El acceso al recinto del AVE resulta complejo pues las obras que afectan al perímetro comprendido por las instalaciones de Adif dificultan el acceso tanto de los coches particulares que van a recoger o dejar a alguien como el de los taxis que van a prestar su servicio. De hecho, el cuello de botella entre el carril para vehículos privados y el vial de uso exclusivo para los taxis es tal que un turista, tras ver el percal, le pide al conductor pagar y apearse rápidamente para acceder por su propio pie. Es ahí cuando empieza la melodía de cláxones.
Para vecinas como Silvia, que lleva dos años residiendo en el entorno de Joaquín Sorolla, «el tráfico es un auténtico caos ya que se forman colas eternas en las horas punta de recogida de pasajeros y llegar al garaje se convierte en 'misión imposible'». La residente resalta el colapso que sufren las calles colindantes a San Vicente Mártir acompañados de los bocinazos de lo coches y algunos insultos entre los conductores: «Son el pan nuestro de cada día y un tema a tratar sin una solución inmediata».
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Pasadas las 16:30 de la tarde, empieza uno de los momentos más críticos del día para los taxistas que aguardan en la parada frente a la puerta de la estación. En cuestión de nueve minutos llegan tres trenes, un AVE y un Iryo provenientes de Chamartín junto con un Intercity que viene desde Cádiz. Dos de los convoyes se retrasan y la recogida de los pasajeros se hace de manera ordenada aunque bajo un sol de justicia. «Tendrían que poner una marquesina para proteger tanto los clientes como a los vehículos del sol y la lluvia», explica Andrés, uno de los taxistas mientras cierra la puerta de su coche y se pone en marcha. A escasos metros, uno de sus compañeros deja una imagen que refleja a la perfección la falta de sombra de la explanada al refugiarse del sol bajo una fina farola. Afortunadamente para él, la pareja extranjera que ha contratado sus servicios acude rápido al lugar y puede volver a sentir el frescor del aire acondicionado de su vehículo.
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Una vez pasada la primera hora punta de la tarde, los taxistas esperan a que llegue la siguiente oleada de turistas y visitantes sobre las 19:00 horas. Mientras tanto, un grupo de ellos conversan amigablemente mientras toman un café. Los conductores niegan las acusaciones de que no prestan un servicio adecuado en la estación del AVE argumentando que los trenes traen muchos retrasos y ello provoca que se puedan aglomerar «de 800 a 1.000 viajeros que vienen en tres convoyes diferentes». «No es que no haya taxis, es que no hay suficientes cuando llega tanta gente al mismo tiempo», declara el más veterano que lleva 33 años en el sector.
«Aquí faltan policías que nos vigilen a todos», comenta otro de ellos en referencia al estacionamiento de vehículos particulares, VTCs, e incluso autobuses que carecen de permiso para aparcar en los carriles reservados para la espera de los taxis. «De hecho, siempre que hay agentes y les piden documentación a 'los de negro' (VTC), estos últimos acaban multados», puntualiza el mismo profesional antes de concluir su alegato con que ha llegado a ver servicios prestados por vehículos de transporte con conductor 20 euros superiores a lo que cuestan con un taxi, siempre en palabras de este taxista.
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Pablo Alcaraz
Los conductores también denuncian que cada vez que tienen que hacer sus necesidades se ven obligados a acudir a un bar de la zona o pagar por usar los aseos de la estación por la falta de urinarios. A su vez, desde el gremio protestan por el atasco que forma el semáforo encargado de ordenar el tráfico en la salida hacia San Vicente Mártir por la vía de servicio. Para agilizar la circulación, reivindican que se torne de color ámbar. Otra de sus exigencias históricas consiste en que se invierta el sentido de la parada de taxis para que los vehículos encaren directos San Vicente, Maestro Sosa y Roig de Corella mediante la creación de una rotonda.
El mismo grupo de taxistas consultado para este reportaje recuerda cuando el anterior alcalde Joan Ribó y el exconcejal de Movilidad, Giuseppe Grezzi, se personaron allí mismo años atrás para decirles «que tenían razón en todas sus reivindicaciones y que pelearían por cumplirlas», pero nunca se materializaron dichas promesas y, actualmente, siguen a la expectativa de las acciones que tomen los el Partido Popular y Vox que llevan gobernando más de un año tanto en el Ayuntamiento como en la Generalitat.
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