ÁLEX SERRANO
Viernes, 18 de septiembre 2020, 00:23
Se acerca la hora H y el día D para Josep Enric Garcia Alemany, gerente de la EMT, y por añadidura para su principal valedor en el Consistorio, Giuseppe Grezzi. Con las conclusiones de la comisión de investigación a punto de publicarse, Garcia Alemany tiene los días contados al frente de la empresa municipal: todo el mundo, menos Compromís, le quiere fuera.
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En realidad, según ha podido saber este diario, desde dentro del grupo municipal de Compromís tampoco se vería mal una salida de Garcia Alemany, pero cierran filas con el concejal de Movilidad. Así las cosas, las conclusiones, que aún no son públicas, censurarán con toda seguridad la labor de Garcia Alemany durante el fraude como máximo responsable de la empresa.
Al hilo de esto, la vicealcaldesa Sandra Gómez dijo ayer que el fraude es «un elemento de desgaste» tanto para la EMT como para la ciudad, con lo que pidió que el resto de partidos tengan claro «que esto tiene que concluir». Gómez confía en el consenso de todos y pidió «altura de miras y responsabilidad». El mensaje iba para el PP, que el miércoles pidió reabrir la comisión, pero a nadie se le escapa que también era una carga de profundidad contra Compromís. El que quiera entender que entienda.
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Pues bien. Con las conclusiones a punto de salir, que podrían pedir de forma directa su cese, y con el mensaje más o menos velado de los socios de Gobierno de que lo que un año de dimes y diretes es suficiente, a Garcia Alemany se le plantean dos opciones. La primera es no hacer nada. Puede continuar como hasta ahora, apoyado en las anchas espaldas políticas de un Grezzi que ha dado la cara por él desde el primer día (el alcalde, se diría, la dio desde el segundo, porque no fue hasta el pleno monográfico de la EMT en octubre de 2019 cuando dijo que ponía la mano en el fuego por el gerente).
Seguiría dirigiendo una empresa que pasa por el peor momento de los últimos años, con dos huelgas en los dos últimos ejercicios y con los sindicatos en pie de guerra porque el acuerdo firmado in extremis antes de la pandemia contemplaba aspectos que ahora, tras meses de confinamiento y un agujero en las cuentas de más de 27 millones de euros, parecen imposibles de asumir. La culpa de la pandemia, huelga decirlo, no es de Garcia Alemany, pero la gestión que ha hecho la empresa de la pandemia es más que mejorable: aún hay autobuses, a día de hoy, con plástico para separar a los conductores de los pasajeros.
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La otra opción que tendría encima de la mesa es la dimisión. Si Garcia Alemany abandonara Correo Viejo, como hizo en su momento Salvador Martínez Tarín, eso sí, cuando la presión fue insoportable tras descubrir este diario sus vínculos con el cuñado del alcalde, podría salvar los muebles, al menos personalmente: evitaría un despido más desagradable y también un enfrentamiento más o menos directo entre PSPV y Compromís, que no pueden estar más lejos en esta cuestión en concreto.
El gerente de la empresa jamás se había enfrentado hasta su llegada a la EMT a la dirección de un 'monstruo' como este, con un presupuesto de 151 millones de euros, una flota de unos 480 autobuses y una plantilla compuesta por 1.500 profesionales. Tampoco jamás antes se le había escapado a ningún gerente de ninguna empresa municipal el robo de cuatro millones de euros mediante transferencias gestionadas en secreto desde un despacho de su mismo edificio. Su dimisión, eso sí, complicaría la posición de Grezzi, que siempre ha dado la cara por Garcia Alemany. De hecho, ha defendido en varias ocasiones su trabajo al frente de la entidad municipal.
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