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Un edificio singular acompañado de un relato de la arquitectura valenciana tejida sobre una variada y rica extensión de azulejos, tejados cubiertos de atractivas tejas verdes, amplias terrazas soleadas, puertas de la mejor madera –algunas pintadas de blanco–, y monumentales escaleras. Todo se encierra entre las cuatro paredes del histórico Sanatorio Hospital de la Malvarrosa, una construcción que acompaña la vida de los valencianos desde 1924, un hospital que este año alcanza su centenario.
El edificio, que hoy mantiene sus fines hospitalarios, pudo haber sido un espacio lúdico junto al mar que habría incluido un casino-hotel a partir de un proyecto del arquitecto Mora, el impulsor del Ensanche de Valencia. Cuenta Arturo Cervellera Moscardó, investigador de la ciudad de Valencia en un artículo publicado en el número 1 de la Revista Valenciana de Estudios Históricos que en el suelo que ocupa este edificio se había proyectado una Colonia Sanatorio Marítimo «de carácter lúdico y permanente». La propuesta, de Francisco Mora, «se extendería sobre 300,000 metros cuadrados» con un edificio central que daría cabida «a hotel, casino, balneario y chalés». En 1908 comenzó el proyecto que se vio paralizado hasta que la concesión del suelo por los donantes caducó. Nunca se pudo terminar la ambiciosa iniciativa, pero «ya se había levantado algo del complejo central donde iría el casino y esto se aprovechó para luego empezar a construir el hospital», relata Cervellera a LAS PROVINCIAS.
Unos años después, en junio de 1914 el secretario de la Junta Provincial contra la tuberculosis, Juan Torres Babi, solicitó los terrenos para la construcción de un Sanatorio Marítimo. El proyecto quedaba en manos del arquitecto Vicente Rodríguez Martín que era autor de varios pabellones para la Exposición Regional Valenciana de 1909, además de aportar a la ciudad del Turia construcciones emblemáticas que todavía hoy se conservan como el Edificio Olympia o el de la Equitativa junto a Correos en la plaza del Ayuntamiento. La propuesta recibió las autorizaciones y las obras comenzaron en 1914 bajo las directrices del arquitecto Rodríguez Martín, que proyectó «dos edificios independientes, el del sanatorio propiamente dicho y el de las colonias escolares con una tercera zona dedicada a escuelas al aire libre», como relata Cervellera en su artículo. La actividad hospitalaria arrancó en el cuarto trimestre de 1924.
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Había comenzado el relato de una construcción centenaria que hoy invita a un recorrido por las curiosidades de su arquitectura repleta de azulejos que hablan de decoración, pero que encierra un pasado de medida higiénica. La visita al edificio de la mano de Javier, conocedor de cada rincón del espacio, permite un viaje en el tiempo donde una parte del ayer se mantiene intacta. Junto a la puerta del acceso principal, un rótulo pintado sobre azulejo blanco indica que es el Sanatorio Marítimo de la Malvarrosa dando paso a un vestíbulo donde está la huella de los primeros pasos que dio el edificio. También el de intervenciones posteriores que no dejan de encerrar interés creativo como las lámparas, que como aclara el guía de la visita, «son de Mariner», referente de un gran hacer en la creatividad valenciana. Hay muebles que «son originales», y detalla Javier: «Esto es una vieja carbonera que la restauramos para este armario».
Las huellas son constantes. Y así la mirada se encuentra con cristaleras que conservan el esqueleto de madera original en la parte superior cambiando las hojas de las puertas reproduciendo las originales. Todo se enmarca entre azulejos que al tomar la escalinata con peldaños de ancha huella y contrahuella en las que vuelve el azulejo a brillar conducen hasta la primera planta donde una amplia cristalera todavía pintada de blanco, testimonio de que se pisa suelo sanitario, señala el acceso a la capilla. Las amplias terrazas soleadas se mantienen y recuerdan el uso que inicialmente se les daba cuando el sol y el aire del mar era el tratamiento que requerían.
Y luego llega otra planta a la que se accede por una escalera más estrecha que conduce hasta las celdas de las religiosas que atendieron el centro hospitalario. Es la historia de un centro hospitalario hoy de la Conselleria de Sanidad que mantiene actividad asistencial en áreas habilitado al efecto donde se proyecta la remodelación de más áreas y la rehabilitación de elementos externos.
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Iker Cortés | Madrid
Sara I. Belled y Leticia Aróstegui
Patricia Cabezuelo | Valencia
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