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El viento del sur que soplaba ayer sobre Valencia trasladó hasta la capital de la Comunitat Valenciana el humo de la quema de la paja del arroz de los campos de l'Albufera de Valencia. Fue durante poco más de 60 minutos, entre poco antes de las 14 y las 15 horas. No mucho más. Pero la presencia del humo alertó a numerosos vecinos del Cap i Casal.
La niebla llegó a la mayoría de los barrios valencianos y se notó más especialmente en los situados hacia el sur, el oeste y el norte de la ciudad. De hecho la humareda afectó a toda l'Horta Sud y llegó a importantes municipios de l'Horta Nord como Paterna y Burjassot.
El actual es el último año que la administración autonómica valenciana permite la tradicional quema de la paja del arroz. En 2022, tras la cosecha del cereal habrá que recoger la paja y retirarla de los campos o mezclarla con la tierra en lo que se llama 'fanguejar'. Lo que no se podrá hacer es dejar que la paja se pudra en los campos y que esa podredumbre pase al lago porque sería la responsable de acabar con el oxígeno del agua y con ello provocar una mortandad de peces, como ya ha sucedido en alguna ocasión en la que ha habido prohibiciones de quemarla.
La Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica publicó el pasado 30 de septiembre en el Diario Oficial de la Comunitat Valenciana el permiso para proceder, con «carácter extraordinario y únicamente por razones fitosanitarias, la posibilidad de autorizar la quema de restos de rastrojos y paja de arroz en aquellas superficies de cultivo ubicadas en el entorno de l'Albufera de Valencia, desde el 1 de octubre hasta la finalización de la campaña de la siega del arroz 2021, y, en todo caso, hasta el 31 de diciembre de 2021».
La quema se podrá realizar, de acuerdo con esta autorización «desde el orto hasta dos horas antes del ocaso solar».
Al permiso por razones fitosanitarias de esta actividad centenaria se acogen los campos del lago de los términos municipales de Valencia, Sedaví, Sueca, Albalat de la Ribera, Catarroja, Cullera, Sollana y Silla y a ellos se les dio permiso de manera específica el pasado 6 de octubre.
En los municipios que se encuentran más cerca del parque natural hay más malestar por esta ancestral práctica agrícola de la quema de los restos porque el humo lo reciben más directamente y más concentrado que los que se encuentran más alejados, aunque esto depende de donde sople el viento. Ayer el viento provenía del sur y el humo se enseñoreó en Valencia.
Hace unas décadas las quemas de la paja del arroz no se encontraban tan controladas ni se realizaban de una manera tan escalonada como en la actualidad y en las poblaciones se notaba mucho más. Ahora, una aplicación de la Conselleria de Agricultura es la que indica a los labradores cuándo pueden prender fuego a los rastrojos y cuándo deben apagarlos. Se trata de un instrumento destinado a que la afección de la actividad a la población en general sea la menor posible.
Numerosos agricultores con explotaciones arroceras en l'Albufera sí han manifestado sus quejas porque les autorizan la quema en sus explotaciones arroceras a primera hora de la mañana, cuando la paja está húmeda por el rocío de la noche y el sol todavía no la ha secado. Es entonces cuando la humareda que se genera es mucho más intensa y más problemas y molestias puede generar a la población.
Una de las razones de la quema, además de deshacerse de la paja, es acabar con malas hierbas, plagas y enfermedades que van a asociadas con el cultivo del arroz.
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