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La estación de autobuses de Valencia languidece. Pese a la reforma que la Conselleria de Obras Públicas realizó entre el año pasado y el inicio de 2023 en la planta superior, el edificio sigue descuidado, deteriorado y en mal estado, con suciedad, salas cerradas y elementos que no funcionan. Adentrarse en la dársena parece entrar en un túnel del tiempo hacia épocas anteriores al siglo XXI. Esa reforma se quedó a medias y la estación necesita un cambio en profundidad para adaptarse a las necesidades actuales de los viajeros.
Los trabajos ya hechos se centraron en la planta superior, pero es que esa zona, que debería estar perfecta al llevar sólo unos meses en funcionamiento (desde abril), también deja mucho que desear. No funcionan los paneles informativos donde aparecen los autobuses que salen y llegan, los horarios y el número de dársena. Están estropeados. Ni los de esa parte superior recién reformada, justo encima del punto de atención al usuario, ni los de la dársena, en pantallas más pequeñas, así que los usuarios sólo pueden enterarse de cuándo y dónde sale o llega el autobús en las oficinas de cada compañía, pero no van a saber si se produce algún cambio de número de cochera o de horario. Solamente lo sabrían si un empleado de la empresa de autobuses baja a la dársena a informar de viva voz a los viajeros. Como si fuera el año 1983.
Además, se cambiaron las puertas de acceso desde la avenida Menéndez Pidal para poner unas automáticas de cristal con las que mejorar la climatización y evitar que las palomas entraran en el recinto. Pero en pocos meses toda esa teoría se ha ido al traste. De las seis puertas nuevas (cuatro en el acceso a la calle y dos en la bajada a la planta inferior), tres se encuentran abiertas permanentemente. Al no funcionar el aire acondicionado, se han tenido que abrir esas puertas para que el interior de la estación no se convierta en un horno y que haya ventilación. Mientras, decenas de personas se agolpan en los mostradores de las compañías para saber los horarios y se abanican sin parar. Una imagen impropia de una estación de autobuses de la tercera capital de España.
Por si eso fuera poco, acceder a la parte inferior supone ese viaje al pasado a los años 80 o 90. El suelo donde llegan los autobuses se encuentra en un lamentable estado, con grietas, manchas y desconchados. La falta de pintura y de cuidados es alarmante. Los baños son antiguos y están sucios, ya que sólo se hicieron nuevos en la planta superior, mientras que muchos locales están cerrados, entre ellos el principal, la gran cafetería que había, que está tapada con paneles opacos en los cristales, dando una imagen de abandono.
Ante esa ausencia de cafetería hay unas máquinas de bebidas y vending, que se encuentran llenas de pintadas y pegatinas, incluso algunas con escasos productos disponibles. Una muestra más de que la sensación de abandono es flagrante en el recinto.
La estación fue inaugurada en 1970 y necesitaba una renovación en profundidad. Tras esa primera fase de trabajos con un presupuesto de 640.000 euros, la segunda fase se ha quedado paralizada ante el cambio de gobierno autonómico. Se iba a hacer una renovación más profunda y estructural, según explicó el conseller Arcadi España, para la que se habilitaría un concurso de ideas sobre qué trabajos realizar en la dársena donde llegan los autobuses y en la planta inferior en general, pero todavía no se ha dado ningún paso en este sentido. Los objetivos eran mejorar la iluminación y la habitabilidad en esa dársena, donde más se nota esa dejadez en la estación de autobuses y el paso del tiempo.
Hace un año desde la Generalitat se deslizó que lo más adecuado sería buscar otro emplazamiento para la llegada de autobuses, más cerca de la estación del Norte o de la del AVE Joaquín Sorolla para facilitar el tránsito de viajeros, tal y como reflejaba el Plan de Movilidad Metropolitana (PMoMe) que la Conselleria de Territorio, Obras Públicas y Movilidad hizo público en julio de 2022.
Pero esa idea se quedó estancada, igual que la segunda fase de la reforma, con ese concurso de ideas y un proceso participativo para encarar una rehabilitación integral de la estación que sigue a la espera. Hasta ahora se ha reforzado la cubierta, cuya estructura se ha mejorado. También se han reformado los aseos públicos y se llevó a cabo la vinilación en la parte frontal de la estación, la pintura de la fachada exterior, que estaba muy deteriorada, y otros desperfectos en la propia fachada.
Ahora serán los nuevos miembros de la Conselleria de Obras Públicas, cuando esté constituido el gobierno de coalición del PP y Vox, los que tendrán que decidir los trabajos a realizar para mejorar y adaptar una estación de autobuses que se ha quedado anclada en el tiempo. En el programa electoral del PPCV para las elecciones autonómicas, en el quinto punto sobre Movilidad Sostenible el partido se comprometía a este tipo de actuaciones: «Finalizaremos los Planes de movilidad de integración de medios de transporte y coordinadamente pondremos en marcha proyectos en municipios de más 20.000 habitantes», señala el grupo popular, por lo que ahora deberá llevar a cabo medidas para acabar la estación de autobuses y darle una imagen digna.
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Patricia Cabezuelo | Valencia y A. Rallo | Valencia
Álvaro Soto | Madrid y Lidia Carvajal
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