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Los inicios de Santa María Micaela

El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En las imágenes. capturas de Santa Mª Micaela tomadas por Alberola en mayo de 1961).

Domingo, 21 de octubre 2018, 14:25

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El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En las imágenes. capturas de Santa Mª Micaela tomadas por Alberola en mayo de 1961).

PACO ALBEROLA
El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En las imágenes. capturas de Santa Mª Micaela tomadas por Alberola en mayo de 1961).
El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En las imágenes. capturas de Santa Mª Micaela tomadas por Alberola en mayo de 1961).

El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En las imágenes. capturas de Santa Mª Micaela tomadas por Alberola en mayo de 1961).

PACO ALBEROLA
El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En las imágenes. capturas de Santa Mª Micaela tomadas por Alberola en mayo de 1961).
El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En las imágenes. capturas de Santa Mª Micaela tomadas por Alberola en mayo de 1961).

El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En las imágenes. capturas de Santa Mª Micaela tomadas por Alberola en mayo de 1961).

PACO ALBEROLA
El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En las imágenes. capturas de Santa Mª Micaela tomadas por Alberola en mayo de 1961).
El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En las imágenes. capturas de Santa Mª Micaela tomadas por Alberola en mayo de 1961).

El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En las imágenes. capturas de Santa Mª Micaela tomadas por Alberola en mayo de 1961).

PACO ALBEROLA
El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En las imágenes. capturas de Santa Mª Micaela tomadas por Alberola en mayo de 1961).
El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En las imágenes. capturas de Santa Mª Micaela tomadas por Alberola en mayo de 1961).

El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En las imágenes. capturas de Santa Mª Micaela tomadas por Alberola en mayo de 1961).

PACO ALBEROLA
El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En las imágenes. capturas de Santa Mª Micaela tomadas por Alberola en mayo de 1961).
El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En las imágenes. capturas de Santa Mª Micaela tomadas por Alberola en mayo de 1961).

El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En las imágenes. capturas de Santa Mª Micaela tomadas por Alberola en mayo de 1961).

PACO ALBEROLA
El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En las imágenes. capturas de Santa Mª Micaela tomadas por Alberola en mayo de 1961).
El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En las imágenes. capturas de Santa Mª Micaela tomadas por Alberola en mayo de 1961).

El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En esta imagen. una captura de Santa Mª Micaela tomada desde la terraza de uno de los bloques por Alberola, en 1968).

PACO ALBEROLA
El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En esta imagen. una captura de Santa Mª Micaela tomada desde la terraza de uno de los bloques por Alberola, en 1968).
El edificio no es reconocido únicamente por el sector arquitectónico. Su repetición constante de formas geométricas lo convierte en pura simetría en bucle, donde los ángulos persisten hasta hacer del espacio un enclave idílico para las miradas fotográficas más sagaces. Los ojos de Alberola fueron los primeros en saber apreciarlo: «Es un edificio muy fotográfico, yo le hice muchas fotos en la época en la que todavía trabajábamos con negativo. Sus celosías cuadriculadas y, sobre todo, la parte interior de sus pasillos -aparentemente largos- son especialmente interesantes. Hay momentos en los que entra el sol de una manera que dibuja la cuadrícula con luces y sombras. Es un conjunto al que se le puede sacar mucho partido», reconoce el fotógrafo. (En esta imagen. una captura de Santa Mª Micaela tomada desde la terraza de uno de los bloques por Alberola, en 1968).

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