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El barrio de Velluters sufre de nuevo el tráfico de drogas, la prostitución y la mendicidad. LP

Jeringuillas, colchones y amenazas: Bienvenidos a Velluters

El tráfico de drogas y la prostitución impiden la recuperación del barrio

Paco Moreno

Valencia

Viernes, 28 de septiembre 2018, 13:32

Está tan cerca de la plaza del Ayuntamiento que no vale la pena mirarlo en el Google Maps. A tiro de piedra, como se decía antes de la llegada de los mapas en la pantalla. El barrio de Velluters sufre de nuevo el tráfico de drogas, la prostitución callejera y la mendicidad, un cóctel que impide el crecimiento de una zona tan céntrica.

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«Hemos hecho más que en los últimos 20 años», asegura la concejala de Protección Ciudadana, Anaïs Menguzzato, quien recuerda las pensiones clausuradas, así como la limpieza y cerramiento de solares, dentro de la estrategia de acabar con las zonas de degradación.

Se ha hecho mucho, pero no es suficiente. La secretaria de la asociación de vecinos El Palleter, María José Volta, habla de lugares como la plaza Juan de Vilarrasa y las calles Maldonado, Angelicot y Guillem Sorolla, entre otros. La droga ha vuelto con fuerza y se añade al eterno problema de la prostitución callejera.

La plaza Juan de Vilarrasa y las calles Maldonado, Angelicot y Guillem Sorolla son algunos de los lugares más afectados. LP

Velluters es el barrio por el que el Ayuntamiento aprobó una ordenanza para multar a los clientes de las prostitutas, especialmente si el hecho se producía a menos de 200 metros de una zona infantil, como un colegio o un parque. Fue un aspecto novedoso hace años que se mantiene, pero los vecinos insisten en que no es suficiente.

Una representación de ellos se reunió ayer con el subdelegado del Gobierno en Valencia, Roberto González. La impresión que sacaron del encuentro fue positiva: «Se han comprometido a reforzar la presencia policial y a coordinarse más para solucionar los problemas que les hemos planteado», comentó Volta.

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Que hay mal ambiente en el barrio es evidente. Las obras en la plaza Ciudad de Brujas, donde el próximo diciembre abrirá un aparcamiento subterráneo han «empujado todos los problemas hacia el barrio, eso parece». Los vecinos están hartos de fotografiar a los toxicómanos que se inyectan o fuman debajo de sus ventanas.

También se han producido algunas amenazas, sobre todo a los vecinos que se muestran más beligerantes y no aceptan la degradación de su barrio. Los rebuscadores en los contenedores de basura son un buen ejemplo. «Llenan toda la calle de basura con lo que dejan tirado y si les decimos algo, lo normal es que respondan que para eso pagan a los barrenderos. En otras ocasiones, los enfrentamientos con las meretrices son más fuertes.

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Hasta Aumsa, la empresa municipal que tiene varias promociones de viviendas en la zona, ha tomado cartas en el asunto. «Han quitado una especie de saliente que había en la puerta de un garaje, porque servía a las prostitutas para sentar a sus clientes y hacerles felaciones», asegura la dirigente vecinal.

No es el único caso. Las puertas y accesos a los garajes y patios se han tenido que reformar en otras fincas para evitar que sirvan de escondite tanto para las meretrices como para los toxicómanos. La consigna vecinal está clara y pasa por llamar a la policía cada vez que ven colocar colchones o cartones en uno de los portales.

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«No queremos que se convierta en algo parecido a lo que ocurrió en la calle Asilo de la Infancia», en referencia a los indigentes que durmieron durante años en una finca porticada junto a Guillem de Castro. La comunidad de propietarios tardó años en conseguir el permiso del Consistorio para colocar una verja.

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