Manifestación. Cientos de vecinos, en la marcha convocada por la asociación de residentes a principios de mes. irene marsilla

«He llegado a ver a un niño de doce años con un machete»

El trapicheo de drogas y las bandas callejeras atemorizan al vecindario tras apoderarse de parte de la Malvarrosa

BELÉN HERNÁNDEZ

Sábado, 23 de octubre 2021, 00:13

En la zona cero del barrio de la Malvarrosa y las Casitas Rosa el vandalismo es la tónica diaria. Hay personas que tienen tan normalizada esta realidad, al ser la única que conocen, que opinan entre risas sobre el tema. Iván Robledo y Omar Muñoz, ... de 18 y 19 años respectivamente, compartieron: «El barrio está lleno de 'yonquis' pero si no les molestas no se meten contigo. Aquí hay muchas bandas, he llegado a ver a un niño de doce años con un machete». Estos jóvenes, como si de un juego se tratara y ofreciéndose a compartir lo ellos consideran 'anécdotas', relataron: « Hay mucho contrabando, pero si pasas por las CasItas Rosa no te van a robar, solo si eres pijillo». Pero, ¿qué pasa si cruzas por la zona? Robledo y Muñoz contestaron sin pensárselo mucho y sin escandalizarse: «Nada más vas a entrar te dicen si quieres comprar o si quieres vender y si quieres vender a lo mejor te pegan una puñalada».

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Rubén Gómez, otro chico de 18 años, coincidió con estos pensamientos y consideró que la avenida de la Malvarrosa no es peligrosa. «Es como cualquier barrio, el problema es que hay gente que se pone donde no debe a hacer cosas que no tienen que hacer», concluyó sin prestarle más importancia al tema.

Son, en cualquier caso, una opinión minoiritaria. A la mayor parte del vecindario no le hace ninguna gracia la situación. Su esperanza por un cambio real no descansa. Un hecho que puso de manifiesto la concentración el pasado jueves cuando reclamaron por unas calles libres de droga. Y es que el problema atraviesa las fronteras del barrio. En dirección a la zona, César Muñoz, un taxista de 60 años, apuntó que trata de no cirular por esa parte de Valencia, a la que únicamente acude cuando está de servicio.

«Un drogodependiente me dijo que me muriera al no darle dinero y yo le dije que él sí se iba a morir si seguía así», dice una mujer

Los testimonios fluyen, reconfortados por el anonimato que conceden las multitudes en las manifestaciones, pero muchos de ellos temieron identificarse para LAS PROVINCIAS por miedo a las represalias. «Llevamos 42 años luchando. Me dan lástima las madres a las que les caiga un hijo drogadicto. Una señora me dijo que no iba a sentir si se moría su nieto, porque sólo se dedica a robarle dinero para drogarse», comentó una mujer de avanzada edad. No quiso que su nombre constara junto a su testimonio. «Todo el mundo sabe dónde vivo, los drogodependientes duermen en mi portal y no quiero que vengan a por mí», argumentó la mujer.

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La gran mayoría de las personas se sumaron a esta actitud, sin ni siquiera detenerse, escudadas bajo el mismo lema: «No quiero meterme en problemas». Sin embargo, aquellos que dieron la cara para condenar la situación en la que viven lo hicieron con afirmaciones brutales. «Un drogadicto me dijo que me muriese por no darle dinero y le contesté 'no, yo me moriré cuando me toque, pero el que te vas a morir como sigas así vas a ser tú'», confesó Teresa Paños.

Estas declaraciones, fundamentadas por la rabia ante las faltas de respeto continuadas, no significan que la mujer, de 59 años, atribuya la problemática a las personas drogodependientes. «Al fin y al cabo padecen de una enfermedad. La cuestión es que en este barrio vive gente muy normal que lleva aquí toda su vida y se ha convertido en un lugar conflictivo porque han hecho de la Malvarrosa un foco de venta de estupefacientes», matizó Paños.

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Con resignación ante la problemática, otro vecino de la zona, Ruperto García, se consoló: «He tenido suerte y a mí todavía no me han pinchado pero a muchos sí».

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