Ver fotos

La zona del puerto y La Marina de Valencia recuperan el ambiente nocturno. Con las terrazas llenas, en la noche de ayer jueves sin toque de queda. Iván arlandis

Llenazo en la noche valenciana

A las puertas del primer fin de semana sin toque de queda, a las zonas de ocio de Cánovas, Honduras y La Marina vuelve el ambiente de fiesta con presencia policial

Mar Guadalajara

Valencia

Viernes, 11 de junio 2021, 00:55

«El jueves se sale, eso es así», decían un grupo de chicas en la zona de Cánovas. Noche de jueves sin toque de queda, noche universitaria y «preuniversitaria, que acabamos de terminar selectividad», añadía una de ellas levantando la cerveza en alto. A ... las puertas del primer fin de semana sin la restricción del toque de queda, Valencia salió a la calle, con la intención de vivir de nuevo la noche tras la pandemia.

Publicidad

A las diez de la noche, ya a oscuras, la ciudad estaba como antes solía estar, habitada, llena de gente; sorprendía incluso el trasiego en las calles, el ambiente en las terrazas y ese murmullo de la noche. Hace algo más de un mes, esas mismas calles estaban desiertas, apenas había tráfico y las luces de la policía destacaban sobre todo lo demás.

En Cánovas, la plaza de Honduras y la zona de la Marina de Valencia ha vuelto el ambiente nocturno y las copas, pero ahora lo hace sin el toque de queda. Y desde bien templano, sin que se viera presencia policial desde primera hora de la noche.

Vídeo. Vídeo: ATLAS ESPAÑA

«Ahora la gente se porta fatal, está desatada desde que ya no está el toque de queda, por ahora esto es la ciduad sin ley»

En La Marina de Valencia a las diez y media el ambiente de fiesta era como el de cualquier noche incluso antes de la pandemia, salvo por el nuevo complemento: la mascarilla, aunque no todos hacían uso de ella. Además de la falta bailes, y de estar sentados en mesas de diez. La imagen bien podría ser de antes de la pandemia.

Publicidad

«Hemos acabado exámenes en un año que ha sido horrible, creo que nos lo merecemos», decía en un grupo en el que acababan de cumplir la mayoría de edad. Todos los locales estaban repletos de grupos de jóvenes, separados en mesas de diez, pero que a la vez salían de las terrazas para fumar, formando círculos sin llevar la mascarilla. Incluso en el interior de las terrazas, se levantaban de una mesa a otra, sin respetar las normas que el propio personal del local les debía recordar continuamente.

Iván Arlandis

«Estamos hartos de tener que repetirlo, la gente ya no se lo toma en serio y en cuanto bebe un poco es lo que hay, pero claro la culpa es nuestra del local», decía uno de los empleados después de llamar la atención a otro grupo de jóvenes que tomaba copas.

Publicidad

En la zona de Aragón la situación era parecida. También en las plazas de Honduras y del Cedro, zona universitaria. Primera noche a las puertas del fin de semana y ya sin exámenes.

«Ahora la gente se porta fatal va desatada por lo del toque de queda, hace un mes la gente estaba bien, pero ahora esto parece la ciudad sin ley», reconoció Carles, dueño de Whitehouse, una discoteca en Aragón.

Protesta también por las restricciones y cree que benefician a los bares y restaurantes con terraza que también sirven copas, además de que por la zona, explicó, muchos locales «con licencia de bar o cafetería ofrecen cachimbas y copas, con lo que nos está haciendo mucho daño, y la policía no hace nada», añadió

Publicidad

Lo cierto es que las terrazas estaban llenas. Y aunque para los bares y restaurantes la caída de las restricciones está siendo un alivio para su actividad, los locales de ocio no están contentos. Consideran que las nuevas restricciones son injustas para sus locales. La mayoría renuncia a abrir entre semana, y reconocen que tan solo tienen trabajo los sábados por la noche, con lo que la apertura no les sale rentable con los gastos extra que deben asumir como el refuerzo de personal para vigilar que las normas se cumplan.

En la discoteca Salomé, en plena Avenida del Cid, en la noche del jueves no había más de quince personas en el local. Paco reconoce que aunque abre todos los días «es el sábado realmente el único día que se trabaja, porque tenemos muchas trabas», comentó. Sobre todo le preocupa la tensión que se vive en la sala. «Son sesiones en las que en lugar de disfrutar estás tenso, todo el rato, también el personal, temiendo que la cosa se descontrole, es muy desagradable estar todo el rato llamando la atención, pendiente de la gente, y siendo siempre el malo de la película», añadió

Publicidad

Con mesas de seis personas, sin poder levantarse y teniendo que usar mascarillas. «En cuanto suena una canción conocida, la gente se viene arriba y se descontrola». Pese a tener un gran espacio, reconoce que no es cierto que se cumpla con la mitad del aforo, sino que es algo menos. «Desde luego no es cierto que tengamos un 50% de aforo, porque tienes que contar con mesas y sillas, con lo que la cosa se reduce», insistió Paco.

La noche estaba encendida, y sobre todo al inicio con escasa presencia policial. Los jóvenes reconocían su hartazgo y con el verano a la vuelta de la esquina lo único en lo que están pensando es en poder salir de fiesta.

Noticia Patrocinada

«Se ve como algo malo pero es lo que hace todo el mundo, que al final es algo que está permitido, no creo que hagamos daño a nadie», decía una chica que fumaba junto a un grupo más grande. Muchos eran conscientes de que algunas de las normas se las habían saltado, lo reconocían inlcuso delante de los responsables de los locales.

El ocio recupera la actividad aunque «a medias», según reconocen muchos de ellos, puesto que las medidas y el horario impuesto por la pandemia les impide poder ejercer su actividad y les sigue poniendo contra las cuerdas; se enfrentan a más gastos de vigilancia y se arriesgan a diario a ser sancionados.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€

Publicidad