![Imagen de los actos por la Mare de Déu](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202105/09/media/cortadas/mare-deu%20(20)-U30168694204qYD-U1403125272451YD-1248x770@Las%20Provincias-LasProvincias.jpg)
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Pese a todo, la Mare de Déu. Pocas cosas hay invariables en Valencia, esa ciudad que se reinventa a una velocidad pasmosa y que tiene una capacidad de resiliencia envidiable. Una de ellas es la fe en la patrona, en esa Mare de Déu que ayer volvió a encontrarse con los fieles ... . Dos años llevaba la imagen sin salir de la Basílica en su día grande ayer se desbordó la emoción en forma de vixcas y aplausos cuando la talla emergió por la puerta de los Apóstoles, en un acto solemne pero calculado: bajo un cielo encapotado, el blanco y dorado de la Virgen de los Desamparados destelló en la oscuridad del interior del templo antes de reecontrarse con su plaza.
Así empezó la Missa d'Infants, el acto central de los honores que este año le ha rendido la ciudad a su patrona. En un año especial, tanto como el anterior, o quizá incluso más, no hubo aglomeraciones, ni Misa de Descoberta, ni colas a la puerta de la Basílica para saludar a la Mare de Déu, ni traslado. El que fue el primer gran evento religioso de España tras el estado de alarma dio un ejemplo de organización, a cargo del Arzobispado y la Policía Local: férreo control de acceso, asientos asignados, gel hidroalcohólico y distancia de seguridad. Tanto fue así que el personal del Arzobispado incluso pedía a los periodistas, animales gregarios que tienden a juntarse en grupo en los eventos, que se separaran para mantener las distancias.
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Participaron en el dispositivo, acordado entre Iglesia y Ayuntamiento en el marco de varias reuniones preparatorias, unos 70 voluntarios de los Seguidores y els Eixidors de la Virgen, Policía Local, Policía Nacional, Protección Civil y Cruz Roja. Además, se emplearon cerca de 900 vallas para realizar todo el cierre perimetral de la plaza y calles adyacentes y un segundo cordón para los controles de acceso. Según fuentes de la Policía Local, el acto fue «todo un éxito» y se desarrolló sin incidentes.
La celebración empezó con la lectura de cinco versículos del capítulo 21 del Apocalipsis. «Y vio Juan una tierra nueva y un cielo nuevo». En esta tierra nueva que deja el coronavirus, casi todo ha cambiado. Pero la fe por la patrona de la ciudad permanece inalterable, inmune, o quizá, de hecho favorecida por ella, a la pandemia. La emoción desbordada ayer en determinados momentos de la celebración fue la misma que en otros años, si no más destacada. De las cerca de 750 personas que estuvieron presentes en la plaza (un aforo del 30% del total), aunque muchas sillas estaban vacías sobre todo en la parte trasera, la estadística dice que muchos de ellos habían visto al coronavirus de cerca. Hubo no pocas lágrimas enjugadas antes de que llegaran a las mascarillas. Y es que la devoción por la patrona, en Valencia, es algo transversal que no depende de ideologías, ni clases, ni diferencias sociales algunas. Cuando se abrió la plaza al tráfico, al término de la Misa d'Infants, cientos de personas se acercaron hasta la Basílica, que según los Seguidores de la Virgen, estaba al filo del mediodía llena de gente que quería ver a la patrona.
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Yendo al acto religioso en sí, la misa estuvo presidida por la imagen peregrina de la Mare de Déu. Es la primera vez que esto ocurre en la historia del evento porque lo habitual es que la imagen esté en el interior de la Basílica preparándose para el traslado. La misa fue celebrada por el arzobispo de Valencia, el cardenal Antonio Cañizares, así como por alrededor de 40 sacerdotes, entre ellos los obispos de Orihuela-Alicante y Segorbe-Castellón, Jesús Murgui y Casimiro López respectivamente; los auxiliares de Valencia, Javier Salinas y Arturo Ros; el arzobispo emérito de Zaragoza, Manuel Ureña; el obispo auxiliar emérito de Valencia, Esteban Escudero; y Juan Piris y José Vilaplana, obispos eméritos de Lleida y Huelva, junto con miembros del Cabildo Catedralicio, el Consejo Episcopal y la Capellanía de la Basílica.
Bon dia!🌺Hui és el dia de la Mare de Déu dels Desemparats, patrona de #València.
Ajuntament València (@AjuntamentVLC) May 9, 2021
Agraïm a la ciutadania la responsabilitat enfront de la #COVID19😷 i com que cal continuar evitant aglomeracions, recomanem no visitar la basílica ni la plaça sense invitació o acreditació oficial. pic.twitter.com/KpUDLuaSap
Las novedades no se terminan en la presencia de la Virgen de los Desamparados en la plaza, porque también participó por primera vez la Escolanía de la Virgen. En la Misa d'Infants tradicionalmente interviene la Coral Juan Bautista Comes acompañada por la Orquesta del Conservatorio José Iturbi de Valencia, entidades que, debido a las restricciones de aforo, no pudieron tomar parte. La Escolanía estuvo dirigida por Luis Garrido y acompañada al órgano por David Morales, organista de la Basílica de la Virgen. Otra «peculiaridad» este año en la celebración es que no estuvo el tradicional tapiz de flor, aunque en su lugar se veía la vidriera conmemorativa del Año Jubilar de la Familia con motivo del 5º aniversario de la publicación de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia del Papa.
El listado de personalidades presentes en la misa fue elevado. Por allí se dejó ver la plana mayor del PP valenciano, con Carlos Mazón a la (casi) cabeza como líder 'in pectore', y la totalidad de los grupos municipales de Ciudadanos y Vox en el Ayuntamiento de Valencia. También hubo representación del equipo de Gobierno en la figura de Carlos Galiana, Emiliano García y Aarón Cano, que en su papel de concejal de Protección Ciudadana estuvo en un segundo plano supervisando el dispositivo y atendiendo a los medios de comunicación. Acudió al acto la fallera mayor infantil de Valencia, Carla García, y su corte de honor, que tuvieron un papel importante en la celebración al protagonizar entre aplausos una ofrenda a la patrona. Pero esta representación de personalidades, separadas del resto de fieles por las vallas municipales, podría haber tenido un efecto secundario no deseado, y es que había menos entrada para los fieles de base. La afluencia posterior a la Basílica a lo largo de todo el día evidenció dos cosas: primero, que es probable que mucha gente se quedara con ganas de asistir a la misa, y segundo, que la fe por la Mare de Déu permanece intacta. Ni la lluvia que arreció durante la interpretación del himno regional pudo con ella.
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